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Convivir con mis dos amigas, que además son pareja es difícil

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Convivir con mis dos amigas, que además son pareja es difícil. Básicamente es ser el mal tercio las veinticuatro horas del día. Por suerte las chicas no son del tipo que están besándose cada minuto del día, pero eso no quita que no sienta que molesto.

Hace unos días con mi hermana decidimos hacer las compras navideñas y, aprovecho que estoy sola para envolver los regalos que les compre a las chicas. Para Beth elegí un vestido que hace semanas vimos en una de nuestras pocas salidas fuera del campus, pero no se animaba a comprarlo pensando que no lo usaría ¿Desde cuanto una mujer no puede comprar un vestido si no tiene una ocasión para usarlo? Para Sol, fui a lo seguro una caja de madera con una colección de veinte cristales, siempre habla del poder de los cristales y estos son los que más me llamaron la atención y, además, son preciosos.

Tres golpes en la puerta me hacen saber que Xander está del otro lado.

— Pasa— grito para no quitarme todo lo que tengo encima.

— Te escribí un mensaje...— mira el caos de mi cama— quería saber si tenías ganas de ir al cine esta noche ¿Qué es todo esto Ofelia?

— Los regalos de Navidad de las chicas...— intenta levantar uno de los cristales de Sol pero le quito la mano— el que me los vendio dice que no se tocan, porque los cargas con tu energía y sólo deben poseer las del destinatario.

— ¿De verdad crees en estas cosas?— Pregunta corriendo los papeles para los envoltorios y sentándose a mi lado.

— Te dije que creo en todo— lo miro con curiosidad— ¿Quieres tu regalo?— pregunto entusiasmada.

Amo los regalos, pero no que me los den. Amo tomarme el tiempo de escoger específicamente el regalo para cada persona especial en mi vida y si alguien me decía que estaría comprando regalos para Xander, me hubiera reído en su cara.

— Esta noche, cuando te dé el tuyo ¿De acuerdo?

— ¿Me compraste algo? No tenías que hacerlo— respondo sonrojandome. Es curioso, desde que estamos saliendo me sonrojo con Xander más de lo que lo hice en toda mi vida.

— Tú tampoco— sonríe y besa mis labios — ¿Nos vemos a las ocho? Saque entradas para ver una buenísima película de terror a las nueve.

Asiento y Xander sale del cuarto.

Miro la hora, son las seis, decido apurarme para poder bañarme y arreglarme.

La película fue bastante buena, menos por la cantidad de chicas que gritaban cada vez que pasaba algo intenso. Xander y yo compartimos la pasión por el cine de terror y si bien soy muy miedosa, no suelo gritar. Más bien mi miedo me acompaña hasta la hora de dormir, donde decide hacer acto de presencia y complicarme el sueño.

Salimos del cine y fuimos a cenar. Durante la cena hablamos de muchísimas cosas, un tema recurrente son nuestras madres, sentimos que el hecho de haber crecido sin ellas nos une aún más. Siempre contamos aquellas cosas que recordamos, aunque Xander recuerda mucho más que yo.

OfeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora