20.

71 8 6
                                    

Finalmente llego el tan esperado feriado de Navidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Finalmente llego el tan esperado feriado de Navidad. Había tomado la decisión de hablar con papá en esta fecha, pienso que la gente suele estar un poco más relajada en las navidades.

Lo había hablado con Xan y él pensaba hacer lo mismo con su padre, aunque creía que a Oliver no le molestaría tanto como a podría molestarle a mi padre. Lo cierto es que no tenía ni idea de cuál podría ser la reacción de papá. No pensaba contarle nada de Margot, no a menos que no se tomara a bien la noticia. Pero mi hermana tiene razón, no tengo edad para estar ocultándome y no es justo que Xander y yo debamos pagar por los errores de los demás.

Xander se ofreció a acompañarme, pero me negué en rotundo. Esto es algo que debo hacer yo, no solo se trata de la relación que quiero tener con él, es sobre que mi padre entienda que puede manejar los hilos de muchas cosas, pero no quiero que maneje los de mi vida. Ya no soy una niña y tiene que dejar de tratarme como tal, yo no soy Margot y Xander no es Oliver. Punto.

Por las condiciones del clima, papá decidió que volviéramos en su avión privado. Nosotras amamos viajar en automóvil, la realidad es que odiamos a, casi todas, las azafatas que tiene en el avión. No sabemos cómo Claudia las tolera, son cero disimuladas a la hora de insinuarse a papá. Si no lo conociera pensaría que se acuesta con varias.

Una hora después poníamos un pie en la ciudad y John nos recibía con una enorme sonrisa. Lo cierto es que John me conoce desde que llegue a la vida de papá y es, casi, como de la familia.

— ¡Al fin!— Exclama Claudia cuando llegamos al departamento — ¡Feliz Navidad!— nos abraza sin darnos tiempo a quitarnos los abrigos.

Entramos a la sala y me sorprendo al encontrarme a papá hablando por teléfono y vistiendo uno de los suéteres que la abuela de Romi suele tejernos cada año.

— ¡Mis niñas!— la abuela de mi hermana sale de la cocina.

— ¡Abuela!— gritamos ambas.

Isabella y Ramón, los abuelos de mi hermana, son los únicos que me apropie como de mi familia, me encanta sentir que tengo abuelos y ellos nunca hicieron diferencia con nosotras.

— Creí que llegarían después que nosotras — comento dejando un beso en su mejilla — ¿Y el abuelo?

— Tu abuelo duerme— pone los ojos en blanco— dice que el viaje lo agoto.

Los abuelos vienen desde Argentina, al menos dos o tres veces al año. Claudia quiere que se muden con nosotros desde hace muchos años, pero mi abuelo dice que no soportaría estar lejos de su tierra.

— Princesa...— papá termino su llamada y se acercó a saludarnos.

Me aferro a su cuello y el corazón me late demasiado rápido.

— Tejí para ustedes también— anuncia la abuela levantando dos suéteres iguales, rojos con puntitos blancos.

— Gracias abuela— no pierdo un segundo en ponérmelo, amo los tejidos de mi abuela.

OfeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora