Un llamado a la humildad

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Un llamado a la humildad

Filipenses 2: 2-11

Estos últimos días he notado como las redes sociales afectan a mi corazón, pero no es por culpar a las redes sociales, porque se muy bien que también con ellas podemos difundir la palabra de Dios. Es mi propio corazón y mi naturaleza lo que me tiene comparándome con los demás.

¿Qué es lo que puedo hacer para mejorar? Me preguntaba. Quizás lo que está haciendo esta persona la tengo que hacer yo también para llegar a más personas. Me estaba centrando en lo que podía hacer yo, en lugar de lo que Dios puede hacer con su poderoso espíritu santo. Quería lograr algo por mi cuenta para que mi corazón se llene de gloria. Hoy Dios me llama a humillarme y aceptar que quería esa aceptación o exaltación de los demás, y debo mirar de nuevo a Jesús quien siendo tan grande se humilló a sí mismo.

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia.

Comenzamos el estudio leyendo el versículo 1, en donde encontramos preguntas que tocan directamente a nuestro corazón ¿Tenemos consolación, amor, misericordia y un mismo espíritu? Todas estas cosas vienen de conocer y seguir a Cristo. ¿Creemos esto?

2.completen mi gozo sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.

3.No hagan nada por contienda o por vanagloria. Al contrario, háganlo con humildad y considerando cada uno a los demás como superiores a sí mismo.

4.No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás.

Al leer los versículos del 2 al 4 podemos entender que al actuar en beneficio de los demás, completamos el gozo y unión con nuestros hermanos, porque estamos todos llamados a actuar para la gloria de Dios.

Lo que hacemos debe tener un enfoque de servicio ¿Lo que hacemos, está ayudando, edificando y construyendo? Cuando hagamos algo, preguntémonos ¿Esto servirá a los demás? ¿Cómo puedo ayudar con lo que hago? ¿Cómo puedo cubrir sus necesidades?

La contienda y vanagloria muestran cómo nuestra carne suele ser motivada por promocionarse. Tenemos que renunciar a esa preocupación propia, a vernos a nosotros antes que a los demás.

Aquí encontramos un llamado a la humildad, actitud que la filosofía humana suele rechazar.

Muchas veces he escuchado a mis amigos y amigas decir "No te humilles", porque no es considerada una virtud. El mundo evita sentirse inferior y la palabra de Dios nos llama a vivir en contra de la corriente. Aquí encontramos un llamado a preocuparnos por los intereses y necesidades de los demás.

5.Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús,

6.quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

7.sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres;

Los versículos del 5 al 7 llevan nuestra mirada a Jesús. Jesús se hizo hombre y murió de las peores formas por amor a nosotros. En su grandeza se humilló por amor a nosotros. Aquel que merece nuestro servicio, se volvió siervo ¿Cómo no admirar esto?

8.y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

En el versículo 8 vemos cómo Él se humilló en la condición de hombre, todo su camino, caminó en humildad, desde donde nació, creció, como vivió, sirvió y con quien caminó. Jesús soportó tentaciones, hambre, sed, cansancio, insultos, burlas. Su nivel de humildad fue hasta la muerte de cruz, como un criminal para la cultura judía.

9.Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

10.para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

11.y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre.

Los últimos versículos de hoy nos muestran que si hay alguien que merece toda la gloria es Jesús. Lo que hacemos nos exhorta a cambiar nuestra forma de pensar. Nadie en este mundo se merece la gloria, por eso debemos vivir en humildad, viendo por los demás, menguando en lo que hacemos y caminando sometiéndose a Él para exaltar a Jesucristo. 

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