¿Por qué ser generosos?

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¿Por qué ser generosos?

Filipenses 4: 10-23

Hoy terminamos de estudiar el libro de Filipenses. Cuando me estaba preparando para estudiar los últimos versículos oraba al Señor para que me muestre con su espíritu lo que tenía que compartir hoy.

Una parte de mi corazón estaba pensando "bueno Dios, hoy que tienes para mi", pero al leer me di cuenta que Dios quería mostrarme que hay bendición cuando damos y buscamos cubrir las necesidades de los demás.

A lo largo de los capítulos del libro de Filipenses hemos visto la importancia de amar a los demás, pensando y orando por nuestros hermanos, pero ¿Cuántos de nosotros demostramos ese amor entregando nuestro tiempo para escuchar, prestar atención a la necesidad y dar de lo que tenemos?

Eso es lo que El Señor me mostró con estos versículos. Antes de continuar el estudio acércate al Señor en oración y pídele que el espíritu santo te muestre lo que tienes que escuchar.

En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. (10-14)

Muchas veces llegamos a la iglesia a la espera de encontrar apoyo de los demás, pero rara vez llegamos con un corazón dispuesto a preguntar ¿Qué se necesita? ¿Cómo está el pastor? ¿Hay algo en lo que pueda servir? ¿Necesita alguien ser escuchado? ¿Cómo puedo mostrar amor hacia mis hermanos hoy? El Señor conoce nuestros corazones y nos pone oportunidades en las que podemos cuidar de los demás. Tomemos a Jesús de ejemplo y actuemos sirviendo a los demás.

Los filipenses estaban preocupados por Pablo y enviaron ayuda financiera. Es importante entender que Pablo responde a esta ayuda con gratitud, no porque vivía sintiendo que le faltaba y al fin llegó lo que necesitaba, más bien se alegró por sus hermanos. Vemos que Pablo se goza con este acto y termina diciendo en el versículo 14 lo bueno que es participar. Su generosidad es bendición para ellos también.

Pablo estaba en necesidad, pero su contentamiento no estaba en lo que tenía. Pablo sabía que Dios lo sostenía y se contentaba con lo que Dios ponía para él. Pero Pablo no nació entendiendo esto, Él tuvo que aprender a contentarse

Ser agradecidos todo el tiempo suena difícil, pero vemos aquí que es algo que Dios nos enseña y es posible. Nuestro corazón debe decir gracias por lo que tenemos y por lo que no tenemos.

Pablo pasó por temporadas de abundancia y escasez financiera, sabe lo que es tener y perder, sabe que las cosas son temporales y su agradecimiento y contentamiento no puede depender de su situación.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Cuántas veces he escuchado este versículo y lo he escuchado muchas veces para referirse a los problemas y dificultades de la vida. Es un versículo que nos lleva a ver como Cristo tiene poder en nosotros. Él no nos ve de lejos, Él nos impulsa, camina con nosotros y nos da esas fuerzas que necesitamos.

De igual forma, Pablo está hablando de su contentamiento en toda situación. Pablo estaba contento también porque Cristo le daba las fuerzas para estar contento. Es imposible sentirnos así sin Cristo. Necesitamos de Cristo para vivir estas bendiciones.

Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. (15-18)

En estos versículos vemos como la iglesia de Filipenses estaba dando frutos. Cuando compartimos el evangelio, muchas veces no vemos el crecimiento, a veces parece que las personas en realidad no nos escuchan, pero esta semana el Señor me ha mostrado que Él tiene el control de todo, de las semillas que se plantan y del crecimiento de ellas. No tenemos idea cómo Dios obra ni cuando el fruto vendrá, pero tenemos que tener claro que Él tiene el control y su tiempo es perfecto.

En este periodo de dificultad Dios utilizó a los filipenses para apoyar a Pablo y Él lleva en su corazón cuando lo ayudaron en Tesalónica. Pablo está agradecido con ellos, de igual forma debemos apreciar los sacrificios que hacen los demás por nosotros, demos alto valor y agradezcamos.De igual forma, cuando demos, así parezca que estamos dando algo muy pequeño recordemos que al Señor le agrada que lo hagamos.

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (19)

Dios conoce nuestro corazón y nuestras motivaciones. Este versículo muestra como Dios nos mira y recibe nuestros sacrificios de generosidad para bendecir a los demás. Podemos estar tranquilos en Cristo, porque nada nos faltará, así que podemos dar en abundancia, podemos ser generosos todo el tiempo por que sabemos que Dios añadirá lo que falta. Ser generoso muchas veces implica sacrificio, pero tenemos claro que Dios proveerá.

Recordemos también que nuestro Dios no solo ve nuestras necesidades físicas y cubre todo lo vital. El cubre lo espiritual también, llena los vacíos. Ese tiempo que también damos a los demás como sacrificio para bendecir, Dios lo cubre de igual forma.

Muchas veces parece que lo que damos nos deja vacíos, pero es por que olvidamos esta gran verdad, Crito suple. Mientras damos y parece que nos vamos vaciando, nuestro Papá está llenándonos nuevamente.

Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. (20-23)

La carta termina dándole la gloria a Dios y recordando la gracia, ese regalo inmerecido de Jesús en nosotros.

Quiero concluir animándonos a participar en el evangelio, recordando que la bendición está en dar a los demás, viviendo nuestra vida en sacrificio buscando agradar a Dios. Busquemos servir a los demás de todas las formas posibles, sin miedo a quedarnos vacíos porque sabemos que Dios nos llena. Dar siempre será bendición no solo para los demás, si no también para nosotros mismos. 

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