🌿 Amargo reencuentro 🌿

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Aquel chico enmascarado lo sentó de una en la fría silla. Amarro sus tobillos a cada pata de la silla. Coloco sus manos en el apoya brazos, para después amarrar sus muñecas con la cinta de cuero de la silla.

—Con esto debería de ser suficiente.—exclamo el chico.

La puerta del sótano se habrio, dejando nuevamente a la vista a la chica. Esta se quitó la máscara. Tomo un liga y amarro su largo cabello.

—¿Esta todo listo? No tenemos mucho tiempo—abrió un locker oxidado del lugar, sacando una bandeja con una gran cantidad de herramientas, camino a dónde Toni, para colocar la bandeja en una mesa.

—Si. Voy a informar a Ángel y a Mónica, para que hagan perímetro.—dijo el chico, para después caminar a la puerta.

—Mónica fue con su mamá y no creo que regresé—David miro a la chica, prestando atención a sus indicaciones—. Dile a Luis que remplace a Mónica. Recuerda que solo tenemos algunos minutos.

—Como quieras.

La pelinegra se colocó el último guante de látex. Miro al rubio, el cual había permanecido en silenció.

—¿De que conoces al chino?—pregunto mientras rondaba por la habitación, en busca de una extensión.

—Di cosa stai parlando? (¿De qué estás hablando?)—dijo confuso el italiano.

—¿Como mierda dijiste?—la chica detuvo su andar, para volver a dónde Toni.

—Non capisco (No entiendo)—dijo divertido el Italiano, haciendo que la chica se comenzará a enojar.

—Ya veo. Aver si con esto se te acomoda la mandíbula un poco—tomo impulso para posteriormente pegar un fuerte puñetazo en el rostro del rubio—. ¿Ahora puedes hablar?.

—Cagna (Perra)—con el golpe se había mordido el labio, razón por la que este comenzó a sangrar.

—Mira Italianito de mierda. No tengo ni puta idea de quién eres. Tu error fue meterte con un ex-miembro de una organización china—la pelinegra tomo unas pinzas de aquella bandeja metálica—. Bueno... Se quién eres. En realidad todo esto está pagado, pero estoy aprovechando para desquitarme contigo.

—Di che cazzo stai parlando? (¿De qué carajo estás hablando?).

—¿Vas a seguir con esta mierda?—coloco la punta de la pinza en la uña del dedo indise de Toni, comenzando a jalar de está. El rubio dio un grito de dolor, cuando su uña había sido finalmente removida.

—Eres una puta loca—dijo el italiano nuevamente en español.

—¡Ya hablas! Que alegría—volvió a colocar la punta de la pinza en otro dedo.

—¡Espera!—dijo de golpe el rubio—. ¿Que mierda hago yo aquí? Porque no me lo dejan claro desde que llegué.—el dedo le punzaba y dolía.

—Bueno... ¿Conoces a Dalai?—reacomodo las pinzas, para tirar de estás en cuestión de segundos, haciendo que el italiano diera otro gruñido de dolor—. Que va, no lo conoces—giró para poner las pinzas en la bandeja, reemplazandolas así por una navaja.

—¿Dalai...?—dio un suspiro. Su dedo indise y anular comenzaron a sangrar por la repentina perdida de la uña.

—Es el maldito hermano del chino. El hijo de puta me pagó una buena cantidad de dinero para hacer esta mierda desagradable—se acercó al rubio, para recargar la punta de la navaja en el pecho de este.

—Entonces, ¿Porqué mierda haces esto?—miro atento a los ojos verdes de la chica. Su semblante había cambiado a uno de confusión.

—Dinero y por venganza a Hai—clavo la navaja en el pecho del italiano, haciendo un corte en horizontal. El ojiazul tiro la cabeza atrás por el dolor. Su cuerpo se tensó. Jamás imaginó que viviría una tortura—. Hace unos años conocí a Hai en China. Hablamos un poco y nos gustamos, o eso pensé yo—saco la navaja, dejando el pecho del italiano cubierto de sangre—. Se vino a Marbella a formar su propia organización. Esto hizo enojar mucho a Dalai, su hermano. Secuestro a Victoria. Una de las mejores amigas de Hai, por no decir la única. Amenazó a Hai para que volviera a la organización, pero este se negó, así que la mato. Fue su maldita culpa. Victoria murió por su maldita culpa—se recargo en la pequeña mesa—. Después me enteré que empezó a salir contigo: Un maldito italiano sin idea de nada. En ese momento, Dalai había vuelto de una reunión de armas con Hai. Me dijo que había un chico lindo que dañaría a Hai. Me pagó para que viniera y te matará. Acepte el trabajo. Tome un vuelo a primera hora y vine a Marbella. Acá me recibieron. Después te localizamos y ahora estás aquí—miro con una sonrisa déspota al rubio.

Eres mío Poni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora