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Algunos días habían pasado desde aquel extraño y aterrador suceso. El chino estaba muy atento de cada cosa que hacía el italiano. Solía llamarlo cada cierto tiempo, para verificar que se encontraba bien, ya que algunas bandas se habían juntado para joderlo.

Los Gambino se encontraban en un atraco de banco. Fueron al primero que se encontraron. Era claro que no necesitaban el dinero, estaban forradisímos de pasta. Siemplemente querían un poco de acción.

—¿Están todos listos?—pregunto el cenizo mirando a todos antes de bajar de la camioneta negra.

—Yo si—contesto Jose.

—Yo igual—dijo la peli-blanca.

—Pues yo también—reafirmo el rubio.

—Pues... Vamos a darle caña—bajo de la camioneta, se puso la máscara y acomodó la maleta negra que cargaba—. Recuerden que es a tiros.

—Ya lo sabemos Carlo, llevas diciéndolo todo el puto camino—dijo algo agobiado el rubio.

—Bueno... Solo para recordarles.

Entraron todos al banco. Anya y Toni fueron a la bóveda, comenzando a hackear el sistema de seguridad, entrando así en cuestión de minutos. Fue rápido: tomaron el dinero que había dentro y salieron con las maletas llenas de billetes.

—Tenemos el dinero, ¿Ahora que?—dijo la chica, mientras tiraba la maleta en el piso.

—Esperar Anya... Esperar—dijo el cenizo con impaciencia.

—Mientras me fumo un' porrito—el moreno saco porro de su chaqueta para después prenderlo y dar algunas caladas.

—De verdad José... Un día te vas a morir por consumir tanto esa mierda—dijo Anya. Esta se alejo del chico, para no oler el olor del porro.

—Escucha Anya... Que esté hombre que ves aquí—señalo a Jose— a sobrevivido con biofruta, Doritos y porrs eh—dijo divertido el rubio.

—Pero... ¿Cómo es que no has muerto? Me cago en la puta, Jose—la peli-blanca se llevó una mano a la frente, dando a conocer su inconformidad.

—Tu te morírias si haces eso Anya, así que respeta, coño—dio una última calada, para después apagarlo en la pared del banco.

—¡Toma! ¡Te lo a dejao' claro eh Anya!—dijo mentiendo cizaña a la pecosa.

—Si, bueno, pero por lo menos no soy una porrera—respondió mientras cruzaba sus brazos.

—¿Por qué dices “Porrero” como insulto? No me ofende, porque lo soy—miro indiferente a la chica.

—Ya...bueno—exclamo, para después quedar en silencio.

—¿Con quien hablas Carlo?—pregunto curioso el rubio, intentado ver por encima del hombro de su hermano.

—Aparta perra chismosa—dijo Carlo guardando de inmediato su celular en su pantalón.

—¿Cómo me llamaste?—dijo entre risas el rubio.

—Te ha dicho “Aparta perra chismosa”—dijo Jose, para después comenzar a reírse.

—Pero... Carlo. ¿Cómo que “perra chismosa”—dijo la rusa riendo también.

—Yo soy una perra chismosa, pero tú tienes cabeza de dildo, perro—exclamo el rubio haciendo que todos soltaran una carcajada—. Mira, hablando de cabezas de dildo, me está llamando el chino—miro su móvil, para después contestar.

—Silencio todos...—dijo Carlo—. Que su novio le pega a las personas que lo rodean—hizo un puchero para después reírse de su hermano, recibiendo un insulto mental por parte del rubio.

Eres mío Poni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora