▬▬▬ O15 ; CONEXIÓN

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Ten había despertado con una automática sonrisa en los labios, esa noche soñó con Johnny. Soñó con Johnny y su confesión, con Johnny y sus intensos ojos negros que le decían a gritos que debían estar juntos, con Johnny y su reacción cuando él le beso. También soñó con un rostro convertido en lobo, y con un gran animal aullando a la luna.

La tarde anterior la habían pasado uno encima del otro, besándose, siendo incapaces de romper el contacto entre sus cuerpos, con el televisor de fondo y prestando más atención al acelerado ritmo de sus latidos. Johnny tuvo que irse cuando llegó la madre de Ten pero, aún así, no había abandonado la mente del humano.

Aquel día fue a clase soñando despierto, sumergido en su pequeño mundo en el que reinaban Johnny y sus caricias. Taeyong y Jungwoo lo notaron, le preguntaron qué le pasaba, pero Ten ni siquiera les escuchó. Las clases pasaron volando entre ensoñaciones, y Ten casi no se dio cuenta cuando sonó el timbre de la última hora.

—TenTen, no sé qué es lo que te pasa hoy, pero estás muy raro.

—Sí, ¿podrías bajar un momento de la nube en la que llevas todo el día subido y hacernos caso?

Ten parpadeó varias veces, las voces de Jungwoo y Taeyong le habían sonado lejanas y habían explotado su burbuja de fantasías.

—No me pasa nada, solo soy feliz. — Contestó sonriente.

—Y, ¿se puede saber a qué se debe esta felicidad tan repentina? — Preguntó Jungwoo devolviéndole la sonrisa. Los tres amigos caminaban entre la masa de estudiantes hacia el aparcamiento, esquivando mochilas y alumnos deseosos de llegar a sus casas.

—Creo que el motivo de tanta felicidad te está esperando en la puerta, Tennie.— Tae señaló un punto a las afueras del aparcamiento, donde un chico esperaba de brazos cruzados con la cadera apoyada en una moto.

— ¿Johnny? — Ten sonrió enormemente y apretó el paso, obligando a sus amigos a correr tras él.  Su corazón se había acelerado en cuanto vio al chico esperando por él. Sorteó a los adolescentes que abandonaban el recinto, sintiendo los pasos de sus amigos detrás. Sus miradas conectaron en la distancia, y Johnny sonrió ampliamente. En el pecho de Ten se esparció un agradable calor que no quería que se extinguiera.

—Hola, bonito.

— ¡Johnny, has venido!

Ten no sabía muy bien cómo actuar, pero Johnny abrió sus brazos y él no necesitó más para correr a refugiarse entre ellos. Escondió la cara en su pecho y aspiró. Como siempre, Johnny olía a frescura y a naturaleza, una esencia pura y embriagadora. Ten sonrió contra la tela de su camiseta.

—Quería enseñarte algo, ¿vendrás conmigo?

Ten asintió sin pensárselo dos veces.

— ¡Claro!

— ¡Hey, Tennie! ¿Y qué pasa con nuestra tradicional tarde de películas? — Preguntó Jungwoo.

Ten fue consciente de su alrededor solo cuando la voz de su amigo le obligó a separarse del acogedor pecho de Johnny. Jungwoo y Taeyong habían contemplado toda la escena entre asombrados y enternecidos, igual que unos cuantos alumnos indiscretos.

—Déjalo Kim, ¿no ves que tiene mejores planes?

Taeyong sonrió y alzó las cejas de manera sugerente y Ten se sonrojó hasta las orejas.

— ¡Taeyong! — Escuchó en su espalda la risa disimulada de Johnny.

—Está bien, pero tendrás que compensarnos. La próxima vez, compras tú la comida. — Ten asintió.

—Trato.

—Pásalo bien.

Sus dos amigos se marcharon charlando alegremente. Ten volvió a centrar toda su atención en Johnny.

—¿Qué querías enseñarme?

—Es una sorpresa, vamos.

Johnny se subió a la moto y Ten le siguió aferrándose con fuerza a su cintura, por seguridad y porque quería sentir la cercanía de sus cuerpos. Apoyó la cabeza en el hombro de Johnny y sonrió.

—Estoy listo.— El motor rugió cuando Johnny arrancó, haciendo zigzag entre el atasco provocado por los coches de los estudiantes. Condujo hasta las afueras del pueblo, hasta la linde del bosque, y entonces frenó.

— ¿Qué hacemos aquí? — Preguntó Ten bajando del vehículo.

—Ahora lo verás.

Johnny dejó la moto apoyada contra el tronco de un árbol y tomó la mano de Ten, tirando de él hacia el bosque. Caminaron en silencio, escuchando sus propias pisadas sobre la hojarasca y el cantar de los pájaros. Cuando ya se habían adentrado unos metros entre la vegetación, Johnny se detuvo.

—Johnny, qué...

Johnny le hizo callar con un siseo. Soltó su mano y se separó unos pasos, entonces, cerró los ojos y se concentró. Ten observaba confundido cómo Johnny fruncía el ceño y apretaba la mandíbula, hasta que una fina niebla empezó a brotar de su cuerpo en pequeños hilos gaseosos que acabaron por envolverle por completo. Ten lo miró todo con asombro, hasta que la figura de Johnny fue sustituida por la de un gran lobo plateado.

Ten jadeó de sorpresa y retrocedió instintivamente hasta que su espalda chocó contra un árbol, su corazón latía acelerado y el miedo agarrotaba sus músculos, aunque sabía que no tenía nada que temer. El animal se acercó lentamente, mientras Ten intentaba fusionarse con la madera. No era un ejemplar demasiado grande pero, aún así, era más alto que el humano. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, agachó la cabeza con sumisión. Ten se relajó y sonrió débilmente. Lentamente, alzó la mano hasta posarla sobre la cabeza del lobo. El pelaje era suave y grueso, Ten deslizó sus dedos entre las hebras plateadas.

—No me puedo creer que esto esté pasando de verdad. — Susurró.

No tengas miedo.

La mano de Ten se congeló sobre el pelaje, ¿acababa de hablar?

—No sabía que podías hablar.

Johnny alzó la cabeza.

No puedo hablar.

—Te estoy escuchando ahora mismo.

Johnny retrocedió un paso y miró a Ten exrañado.

No puedo hablar, soy un lobo.

—No lo entiendo.

Los ojos del animal se abrieron con asombro.

Ten, piensa algo.

—¿Que piense algo? — El lobo asintió.

Johnny es muy guapo.

—Así que soy guapo, ¿eh?

La voz de Johnny sonó divertida. Ten enrojeció.

— ¡Yo no he dicho eso, solo...! ¡Un momento! ¡Has leído mi mente! Pero...¿cómo?

Igual que tú has leído la mía, Ten. Estamos conectados.

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