▬▬▬ O13 ; EXPLICACIÓN

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Ten se habría esperado cualquier cosa. Quizá Johnny tuviera alguna novia de la que no le había hablado, o a lo mejor iba a mudarse de ciudad, pero, por nada del mundo, podría haberse preparado para aquello.

—No sé... no sé muy bien cómo hacer esto realmente.

Johnny estaba nervioso, nunca había tenido que hacer nada parecido. ¿Cómo conseguiría que le creyera? Ten era un humano, por mucho que su enamorada mente quisiera verlo como algún tipo de deidad pagana, y los humanos temen a lo sobrenatural por naturaleza. Estaba seguro de que se asustaría y huiría, que no querría volver a verle nunca más y quedaría condenado a vivir el resto de sus días vagando como una bestia incompleta y sin alma. Ten se llevaría su corazón con él si se alejara.

Se levantó de la cama y comenzó a dar vueltas intranquilas por la pequeña habitación. Pasaba las manos entre las hebras plateadas de su pelo, tirando de ellas con frustración. Ten frunció el ceño, no le gustaba ver a Johnny nervioso, no le gustaba verle preocupado. Algo dentro de él se revolvía mientras el chico seguía dando vueltas por su habitación. Volvió a incorporarse sobre el colchón y se sentó en la orilla, lo suficientemente cerca de Johnny como para sostener su mano. Automáticamente, se calmó.

El tacto de Ten era un hechizo tranquilizador. Los nervios de su cuerpo parecían arrodillarse ante la suavidad de aquellas pequeñas manos.

—Johnny, puedes contármelo.

Ten sonrió tranquilizadoramente y cualquier duda que hubiera podido tener Johnny, se disipó. La voz dulce y la hermosa sonrisa del humano eran el mejor tranquilizante para su lobo interior. Un último suspiro antes de lanzarse de cabeza contra su destino.

—Quizá será más sencillo que te lo muestre.

Ten le hizo un hueco en la cama cuando se fue a sentar, sus manos aún entrelazadas. Le miraba expectante, con sus ojos miel brillando con curiosidad. El corazón de Johnny latía como si quisiera abandonar su caja torácica, y su lobo arañaba con inquietud las paredes de su alma. Nunca había sentido tanto miedo al rechazo. Masticando su labio con fuerza, miró a Ten a los ojos, comprobando una vez más, que eran más hermosos que mil noches estrelladas. Se concentró, visualizó su animal interior y le dio rienda suelta a su verdadera naturaleza. Sus pupilas negras se agrandaron hasta cubrir sus ojos por completo, su mandíbula se deformó, dejando ver dos grandes colmillos que sobresalían entre sus labios. Sus orejas se alargaron en pico y sus uñas se afilaron. Era suficiente, debía controlarse, él y su lobo se habían fusionado en un cambio incompleto.

Johnny jamás olvidaría el pánico en la expresión de Ten, ni cómo su mano temblaba violentamente entre las suyas. Se apartó de él, Ten corrió hacia la puerta en mitad de un ataque de ansiedad.

Ni siquiera podía gritar, su cerebro estaba demasiado ocupado procesando aquella imagen como para coordinar un grito de terror. Su único objetivo era llegar hacia la puerta de entrada antes de que aquella bestia le alcanzara.

— ¡Ten, espera!

Bajó corriendo los escalones, tropezó en el último y cayó de bruces al suelo. No le importó, rápidamente se levantó y siguió corriendo hacia la puerta. Justo cuando consiguió poner su temblorosa mano sobre la manija, unos fuertes brazos lo sostuvieron por la cintura y lo alzaron del suelo.

— ¡No! ¡Suéltame!

Ten se retorcía contra aquel firme pecho que se apretaba contra su espalda, las lágrimas de desesperación y puro terror surcaban sus mejillas. Johnny le obligó a darse la vuelta aún entre sus brazos. No podía mirarlo, no podía ver otra vez aquel rostro que le causaría horrorosas pesadillas durante días. ¿Y si le comía? Apostaría lo que fuera a que esos colmillos podrían desgarrar su carne como un cuchillo corta la mantequilla.

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