▬▬▬ O29 ; ATRAPADOS

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Johnny y Jaehyun habían visto amanecer a través de las rejas de su prisión particular. Apenas les quedaban ocho horas de vida.

— ¿Recuerdas el día que estábamos cazando en el bosque y mi pata quedó atrapada en un cepo?

La voz de Jaehyun sonaba tranquila entre las paredes metálicas, como si ya se hubiera resignado a su destino. Johnny asintió débilmente, y le costó un mundo hacerlo. Era él el que se apoyaba sobre las piernas de Jaehyun en aquel momento, no tenía fuerzas suficientes para permanecer sentado. En algún punto de la noche, había comenzado a debilitarse; y sabía el motivo, su lobo se lo estaba gritando desde lo más profundo de su ser. Necesitaba urgentemente a su compañero, necesitaba abrazarlo y hundir la nariz en su cuello, aspirar ese dulce aroma que le volvía loco. Ese olor que podía curar todos sus males. La separación entre compañeros no era sana, mucho menos si la marcaba era tan reciente como la de ellos dos. Su cuerpo anhelaba a su pareja, sin él, era débil e inútil. Su lobo estaba aletargado, encogido sobre sí mismo en algún recóndito lugar de su alma, lloriqueando adolorido. Lo necesitaban, necesitaban a Ten.

—Tú abriste la trampa y me cargaste sobre tus hombros tres kilómetros bosque a través. Me salvaste la vida. — Conitnuó Jaehyun.

— ¿A qué viene eso ahora, Jae? - Preguntó débilmente.

—Nunca te lo agradecí.

Johnny rió suavemente, con dificultad. Un sonido roto y débil.

—Estabas demasiado ocupado lloriqueando.

En otra ocasión, Jaehyun habría golpeado juguetonamente a su amigo, pero sentía que, si lo hacía en esos momentos, realmente le heriría. Johnny parecía a punto de derrumbarse. Jaehyun odiaba verlo así, tan débil, tan roto, a la persona más fuerte que jamás había conocido. A su hermano mayor de distinta sangre.

— ¿Por qué... por qué no te emparejaste con Nayeli? Ella está loca por ti...— Preguntó Johnny

Jaehyun suspiró, sus padres le habrían preguntado lo mismo hacía un par de días.

—Es una chicas estupenda, una buena amiga y realmente la aprecio, pero no la amo. Si me enlazara con alguien... tiene que ser una persona especial, a la que quiera de verdad.

Si se enlazara con alguien, si lo hiciera. Era una posibilidad remota salir de ahí.

— ¿Por qué suena como si ya tuvieras a alguien en mente?

Jaehyun sonrió.

— ¿Recuerdas la manada del este?

— ¿La del alfa Wang?

—Sí. Cuando vinieron a firmar el tratado de las fronteras, trajo una comisión. Uno de los miembros de esa comisión era el omega más bonito que he visto nunca. Su nombre es Yuta. Apenas hablamos, pero llevo meses pensando en él. Tenía la esperanza de ponerme en contacto...

Johnny se sintió como si acabaran de golpearle en el pecho. Jaehyun nunca podría ponerse en contacto con el chico de sus sueño, porque Jaehyun iba a morir.

— ¿Cómo es?

Johnny murmuró un "¿mhm?"

— ¿Cómo es encontrar a tu alma gemela?

Los ojos de Johnny se cerraron y la imagen de Ten apareció tras ellos, una sonrisa automática se dibujó en su rostro.

—Es como..., encontrar algo que ni siquiera sabías que estabas buscando, algo que llevaba tanto tiempo perdido que no recordabas que lo estaba. Pero, cuando lo encuentras, sientes como si hubieras recuperado una parte fundamental de tu vida. Jaehyun, lo único que lamento de todo esto, es haberte arrastrado conmigo, porque moriría las veces que hicieran falta con tal de repetir todo lo que he vivido con él. — Dijo con sinceridad.

—Me gustaría tener algo así...

— ¿Quién sabe? A lo mejor el omega de la manada Wang es esa persona.

Nunca lo descubriría.La puerta de la celda se abrió, y la persona que menos querían ver, apareció. Johnny se obligó a incorporarse, quedando sentado junto a su amigo.

—El consejo me envía a ver cómo están.— Anunció Koda, con el regocijo marcado en su voz.

— ¿Desde cuando el verdugo se preocupa por sus víctimas? — Escupió Jaehyun condesprecio.

Koda sonrió.

—No lo vean así, piensen que esto es lo mejor para la manada. En cuanto el último parásito de los Suh haya sido exterminado, habrá un nuevo líder. Alguien competente y capaz de hacer de nuestra manada la más grande, alguien que no se preocupe por los tratados de paz y las fronteras.

—Y ese alguien serás tú, ¿no? — Preguntó Johnny.

—Yo no lo he dicho.

Koda sonrió divertido y les guiñó un ojo con burla.

—Nos veremos en su ejecución.

Y desapareció de nuevo, encerrándolos.

Jaehyun gruñó.

—Ese cabrón piensa desatar la guerra entre las manadas.

Y pensó en la manada del este, una manada pacífica, sin apenas guerreros, y que estaba peligrosamente cerca de la suya. ¿El apuesto omega sabría luchar? Jaehyun lo dudaba. Un jadeo por parte de Johnny interrumpió sus pensamientos. El chico había abierto los ojos de golpe, y se apoyaba en la pared para ponerse en pie rápidamente, mientras su pecho subía y bajaba agitado.

— ¿Johnny, qué ocurre?

No podía ser cierto, aquello no podía estar pasando. El aroma a canela y a vainilla inundaba la celda.

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Ten y Tutsi llegaron al bosque una hora más tarde de su conversación. Aparcaron el viejo Jeep de la mujer a las afueras, intentando no llamar la atención de la manada. Tuvieron que caminar entre los árboles hasta llegar a la primera de las cabañas. Bordearon el poblado en silencio, cuidando sus pasos, controlando sus respiraciones.

—Deben estar encerrados en una especie de habitación de metal, al otro lado de la última línea de cabañas. — Susurró la mujer.

Hicieron su máximo esfuerzo por no llamar la atención, tan concentrados en sus pasos que no se dieron cuenta de que dos enormes hombres les seguían de cerca hasta que se sintieron atrapados por cuatro grandes manos. Intentaron resistirse, pero no eran rivales para las descomunales masas de músculos. Fueron arrastrados hacia la cabaña más antigua de todas, una con paredes talladas con leyendas y hazañas de los grandes héroes. La cabaña del consejo. Cuatro pares de ojos se posaron en ellos.

— ¡Mira qué tenemos aquí! Esto va a ser divertido. — Dijo Koda.

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