Las pisadas de Theodosia resonaban por todo el pasillo, al igual que su risa, que tapaba aún más el sonido de sus pequeños zapatos sobre el suelo de madera. Recorría los pasillos con rapidez, porque había pasado mucho tiempo allí, aún sabiendo de sobra que no debería hacerlo.
Para entonces, la pequeña tenía un mapa mental de toda la Asamblea de Estado, aunque a su corta edad sólo debería de haber pisado el despacho de su padre un par de veces y poco más. Sin embargo, era una muchacha demasiado inquieta como para quedarse tanto tiempo en 36 metros cuadrados. A pesar de sus 11 años, en su cabeza cabía un mundo entero y tenía la inteligencia y astucia de un adulto, con la diferencia de que poseía también la ilusión y valentía de un niño, que la mayoría de la población había olvidado.
Miró hacia atrás en medio de su gran carrera, buscando a ese chico pelirrojo-castaño que lo seguía unos pasos por detrás. Se escabullía rápidamente, y era más rápida que el mayor, porque se conocía de cabo a rabo el edificio. Al no divisar al chico, paró un segundo, tomándose un respiro.
—¡No huyas, cobarde!
Justo cuando pensaba haberlo perdido, apareció nuevamente doblando la esquina. Sin vacilar, la pelinegra se echó otra vez a la carrera, con la mala suerte de que se chocó con un señor uniformado, que dedujo que llegaba tarde a la reunión, y por eso seguía merodeando por el pasillo.
Los papeles que llevaba en la mano se cayeron al suelo, junto con su pluma. El hombre miró desconcertado a la niña, que sólo tuvo tiempo de hacerle un gesto con la mano a modo de disculpa y seguir corriendo.
El señor uniformado frunció el ceño cuando vio al chico alcanzarlo. Philip dudó un segundo antes de agacharse, recorrer sus papeles y su pluma y devolvérselos con una sonrisa tímida.
—Discúlpenos, señor.
Sin decir nada más, el político siguió su camino a la sala principal. Cuando se alejó un par de pasos, Philip resopló y frunció el ceño hacia la chica, que estaba en la próxima esquina, asomando la cabeza y soltando una carcajada.
—¡Vuelve aquí! —exclamó.
Sin embargo, cuando dobló la esquina no encontró rastro de la chica. Pensó en proseguir el largo pasillo lleno de cuadros, cuando divisó una pequeña puerta escondida a su derecha. Con cuidado entreabrió la puerta, dio un paso adelante antes de llevarse un buen susto de su compañera.
—¡Theo! ¡Me has asustado! —exclamó con una entonación característica, que hizo reír a la muchacha.
—¡Esa era la intención! —contestó ella, imitando su tono.
—No es gracioso —refunfuñó Philip, cruzándose de brazos.
—¿En serio? A mí me ha parecido muy divertido.
—Lo que tú digas. ¿Me devuelves ya mi coletero? —preguntó, algo molesto.¿Toda esa carrera por un solo coletero? Exacto. A Theodosia le encantaba molestar a Philip, y más cuando parecía que su padre iba a salir tarde del trabajo, y no le quedaba más entretenimiento que oír las quejas malhumoradas del chico.
—Está bien... —dijo a modo de queja, antes de lanzarle el coletero morado, que el chico cogió al aire—. Haces que todo sea menos divertido.
Sus voces hacían una especie de eco en aquella habitación oscura, a penas visible porque se encontraba bajando unas grandes escaleras.
—¿Qué es este lugar? —preguntó el mayor, una vez recuperó el aliento.
—No lo sé. Es muy siniestro —la pelinegra soltó un expresión de sorpresa — ¿Y si es un sótano secreto?Bajó un escalón, con la inmensa curiosidad de un niño explorando un lugar nuevo. La madera produjo un crujir que Theodosia apenas notó, pero a Philip no le resultó nada agradable.
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Como Si Nada - Hamilton/Lams (OneShots)
Fanficᴄᴏᴍᴏ ꜱɪ ɴᴀᴅᴀ || ʜᴀᴍɪʟᴛᴏɴ ᴏɴᴇꜱʜᴏᴛꜱ ↱Colección de relatos cortos sobre el musical de Hamilton. ↱En su mayoría Lams. ↱Personajes históricos y AUs inventados. De todo lo grande que se hace como si nada. •---------------------|•°🌙°•|...