ᴘᴏʀ ᴀᴍᴏʀ ᴀʟ ᴀʀᴛᴇ (ʙᴜʀʀᴅᴏꜱɪᴀ)

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Nueva York, 12 de abril de 2018

Unos caen en las drogas.
Unos prefieren el alcohol.
Otros se ahogan en su propio abismo.
Y otros, se enamoran.

Al final da igual. Cada uno se mata a su manera.

Aaron tenía la teoría del masoquismo humano como uno más de sus principios más fundamentales. El amor no existía sin el odio. Y el odio a uno mismo era la condena más difícil de obviar. No creía en ninguna fuerza poderosa que se pudiera ejercer sobre él. No porque se creyera superior a ella, sino porque sabía que tenía pleno control sobre su mente y su cuerpo. Sabía que, si elegía dar la espalda al mundo, nada de lo que ocurriese podría jamás herirle.

Y por eso fue que vivió siempre en las sombras.

Nadie sabía quién era, o a dónde iba.

Podrían preguntarle a cualquiera de su facultad si lo conocían, que ninguno hubiera sabido descifrar su rostro ni obtener su identidad.

Iba y venía, como la marea en la noche. Sin un solo ruido. Sin un solo pensamiento.
Por eso quizá, Aaron Burr se identificaba como el aire. Era invisible, y a la vez necesario. Era todo y a la vez nada. Estaba solo, pero se tenía a él mismo. Y esa era su mejor compañía.
Desde muy pequeño, Aaron se alimentó a base de sueños. Sueños que sabía que jamás se cumplirían, pero aun así tenía esa esperanza, de algún día poder llegar a ellos. Vivía de preguntas sin respuesta, y pasaba horas tratando de descifrar enigmas que ni un propio Dios podría llegar a tales conclusiones. No le queda más que eso. Y quería explorar en las sombras en las que vivía. En su pedacito de mundo que era más grande de lo que uno se pudiera imaginar. Respiraba sueños y vivía de ellos.

Burr podía parecer frío.
Pero en realidad nunca dejaba de soñar.

¿Es posible vivir a las espaldas del mundo?
¿A qué se aferra aquel que no tiene vida más allá del aire que respira? ¿Merece la pena recrearse en preguntas sin respuesta? ¿Está malgastando su vida y su tiempo en cuestiones absurdas?

"¿Qué es el amor? ¿Acaso eso importa?
¿Y qué es el miedo? ¿Y por qué no puede separarse de él?

¿Cuál es el destino de un hombre condenado a la invisibilidad hasta para sí mismo?

¿Dónde está esa fina línea entre la cobardía y la sensatez? ¿De qué lado se encuentra él?"

Aaron se hacía esas preguntas cada día de su miserable vida. Aún no tenía respuestas. Pero con paciencia las conseguiría. Aliviaría esa hambre de conocimiento que ese pequeño niño que vivía dentro de él seguía teniendo, le daría los secretos del Cosmos y luego sería libre.
Tan sólo tenía que esperar.

Esperar su momento.

—¡Aaron! ¡¿Por qué diablos no me has levantado?! —los gritos de Alexander se oían por toda la casa.

—¿Porque no soy tu despertador quizá? —replicó Aaron, contrastando su tono de voz calmado comparado con la voz tronante del contrario.

—Pero... —Alexander bajó las escaleras y se sentó a atarse los cordones de la zapatilla—. Mierda. Me quedé dormido en el escritorio, ¿verdad?

Era obvio que se había vestido a toda prisa, porque su camisa estaba muy arrugada, tenía aún un zapato en la mano y el pelo despeinado.

—Sí. Anoche, a saber a qué hora te acostaste. ¿Te parece normal que tengas tu maldita luz encendida hasta las tantas? ¿Cómo se supone que tengo que descansar? ¿Te puedes creer que no te haya echado de la habitación aún?

—¿Y tú te puedes creer que llevemos con la misma discusión cinco años? —argumentó el menor—. Supéralo. Vivimos bajo el mismo techo. ¿Qué quieres que yo le haga? No elegí venirme aquí contigo. No creas que me agrada.

Como Si Nada - Hamilton/Lams (OneShots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora