Capítulo 11

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La noche estaba siendo demasiada larga para ambos. Por un lado, Mallori había aceptado que ya nunca más la tocaría el marqués.
Por otro lado, él estaba furioso por el cambio de actitud por parte de ella explicándose como siendo el mismo hombre no lo acepte.

Entre las sombras, se escucha unas pisadas.
Al voltearse, Yannick ve a Lionel saliendo de entre los arbustos del jardín.
Escondidos para no ser vistos y nadie pueda escuchar su conversación Lionel habla con el marqués avisándole de que Mallori está pasando información a los soldados franceses con el el fin de poder volver  a su país.
Yannick no podía creer lo que su amigo le estaba contando, de hecho no creía de que Mallori fuera capaz de hacer algo así.
Haciendo un puño con su mano tensando cada músculo de su cuerpo, Yannick da la orden a Lionel de seguir investigando a Mallori hasta llegar a la verdad.
Mirada marrón brillante y sonrisa malévola, Lionel acepta con responsabilidad  las órdenes de su jefe.

Nada más despertarse, Mallori baja hacia el salón para hablar con el marqués, quería volver con su familia huyendo de algún modo de su lado.
Al no verlo en el salón fue hasta la biblioteca, donde tampoco se encontraba decidiendo de que podría esperarlo para hablar con él.
Tomó asiento intranquila por no saber cómo explicarle las razones de su partida.
Mientras espera ve en la mesa unos papeles con algo escrito y varios mapas. Curiosa empieza a leerlo hasta que de la nada aparece el marqués cogiéndola por su muñeca apartando la de la mesa. Aquellos papeles contenían información sobre el siguiente robo que darían.
Ella los mira sin entender nada, por otro lado, al verla husmeando en sus papeles Yannick se los quita de la mano malhumorado pidiéndole que se marche.

— Señor marqués, disculpe si le he molestado, no era mi intención. Tan solo quería hablar con vos.

— ¿De qué quiere hablar mademoiselle? — Encarnando sus cejas Yannick toma asiento sin apartar sus ojos de ella, más bien estaba desconfiando de ella.

— Antes de nada quería pedirle su compresión. Entienda que llevo semanas sin ver a mi familia y me gustaría visitarles.

— Ya le dije que no soy un carcelero, si desea abandonar la finca hágalo. Pero piense, una vez que salga por la puerta no podrá volver.

— No deseo volver más señor marqués. Vos ha sido muy amable conmigo y por ello estoy muy agradecida por su trato y lo bien que me ha hecho de sentir en su mansión. Aún así, deseo continuar mi vida donde la dejé.

— Si es decisión, yo no puedo hacer nada. Váyase mademoiselle.

En un incómodo silencio, Mallori mira por última vez al marqués antes de salir por la puerta.
Había esperado que al menos la retenga y le pidiera nuevamente de quedarse.
Aquello no sucedió.
Caminó hacia su alcoba y se cambió el de ropa utilizando un vestido más sencillo.

Una vez que estaba lista, camina por los largos pasillos de la mansión escuchando sus pisadas, todo estaba en silencio y lo único que la empujaba a marcharse de aquel lugar era la esperanza de volver a encontrarse con Nick y expresarle sus sentimientos.
Mallori pidió a Lucrecia poder despedirse de los sirvientes debido a que les había cogido mucha confianza y cariño, como ellos a ella.

Al cruzar la puerta de metal de la finca, René  le ofrece un caballo y decide de acompañarla durante el viaje.
Ambos hablan de cualquier tema de conversación para hacer más ameno el viaje hasta pasadas unas horas deciden parar para comer y descansar.
Mientras ellos descansan y comen algo, unos ojos marrones los están observando, meticuloso camina hacia ellos agarrando una daga ocultando su rostro bajo un gran sombrero y una máscara.
René escucha un ruido, preocupado se levanta para saber qué ocurre, no da cuatro pasos cuando es golpeado por detrás cayendo al suelo inconsciente.
Mallori ve como se aproxima el sujeto directo hacia ella cortándole el paso a pesar de querer huir no logra su propósito.
El filo de una daga permanece en su garganta le hace un pequeño corte dejándole claro cual podrán ser sus intenciones en el caso que no le hago caso a sus indicaciones.
Camina asustada mirando para todos lados por si pudiera encontrar algo que le sirva para defenderse.
Mientras tanto, el sujeto atándole sus manos la sube a su caballo cabalgando a toda velocidad dirección al cuartel del ejército.

EL SENTIMIENTO DEL NOBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora