I

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- Fóllame.- dije desesperada y excitada.- Damiano, fóllame, por favor. Necesito sentirte.
Estaba sentada encima suya. Con mis labios cerca de los suyos. Rozando mi entrepierna por su miembro oculto tras el pantalón.
- ¿Eso quieres que haga?.- dijo juguetón agarrando mis glúteos con fuerza.
- Eso quiero que hagas. Y que lo hagas fuerte.
Su miembro se puso más duro. Notaba el metal de sus anillos cerca de mi vagina, apretada y mojada.
Sus ojos estaban rojos y ardían. Llevó el cigarro a su boca, inhaló del humo y me lo expulsó en la cara. Con su mano izquierda agarró mi nuca y atrajo mi cabeza hasta chocar con la suya. Sus labios y los míos chocaron entre las llamas, notando su sabor a tabaco. Su sabor a pasión. Su sabor a sexo intenso.
Su lengua devoró la mía mientras pasó su dedo corazón por encima de mis bragas.
Gemí. Gemí fuerte en su oído.
Sus manos se clavaban en mi espalda.
- Muévete más fuerte, chica. Estoy loco por arrancarte ese pantalón.
Su voz sonó presa de la seducción. Presa del deseo.
- Arráncamelo y me moveré más fuerte.- logré decir mirándole a los ojos.
Tiró el cigarro al suelo. Dio una vuelta y se posicionó encima de mí. Me agarró los pechos por encima de la camiseta y acarició mis pezones. Sonrió al ver la reacción que provocaba su presencia en ellos. Me agarró del cuello y volvió a besarme.
- Te pienso follar hasta que tu coño grite mi nombre.- me susurró mordiendo mi cuello.
Me quitó la camiseta y chupó mi cuello. Dejó leves pero grandes mordidas en él. Llegó a mis pechos y los agarró con fuerzas. Mordió la piel que rodeaba a mis pezones desesperado. Soltó un gemido ronco cuando rozó mis pezones puntiagudos por sus rosados labios pintados de negro. Lo miré a los ojos. Su sombra negra se había corrido y dibujaba ahora todo su rostro. Me mordí el labio. Pasó su lengua por los dientes. Subió de nuevo su mano y agarró mi cuello. Arqueé la espalda.
Chupó mis pezones. Me estremecí ante el frío de su saliva. Los lamió haciendo círculos y los besó apasionadamente. En un arrebato, los succionó. Gemí fuerte. Un fuerte "ah" que se escuchó en todo el cuarto. Volvió hacia mi cara. Enterró sus yemas en mi cuello.
- Abre la boca y saca la lengua.
Obedecí sus órdenes. Acumuló saliva en su boca.
Se acercó aún más a mí. Olía a perfume varonil. A perfume varonil y a tabaco. Mucho tabaco.
Escupió su saliva en mi boca y me mordió la lengua. Volví a gemir.
Se levantó exhausto. Empezó a desabrochar sus pantalones negros. Su pinta labios estaba esparcido por su boca.
Me levanté con los pechos desnudos y, sabiendo sus intenciones, me arrodillé ante él.
- Veo que sabes muy bien cada paso, chica.
Me mojé aún más cuando escuché su voz ronca.
- Me enseñaron muy bien, Dam.
Dam, odiaba que le llamaran Dam.
- No me llames Dam; mejor haz tu trabajo.
Me sonrió juguetón. Le devolví la sonrisa.
Le bajé los pantalones y noté su bulto más grande.
No perdí el tiempo y le bajé los calzoncillos.
Las venas de su miembro estaban marcadas. Latían de la excitación.
Chupé la parte superior. Gimió y subí mi mirada. Me agarró el pelo de manera fuerte. Me dolía el cuero cabelludo. Introducí su miembro en mi boca. Entero. Empecé a hacer chupadas lentas que intercambié con varias rápidas. Acaricié sus testículos. Gemía, y yo también. Gemía pidiendo más. Me volvió a agarrar el pelo.
- Estate quieta. Voy a follarte esa boca tan bonita que tienes.
Embistió una vez en mi boca. Después más fuerte. Sentía su miembro en mi garganta. Me encantaba el sabor. Me encantaba su sabor.
Nos perdimos entre sus gemidos y los míos. Damiano estaba alterado. Sus ojos cada vez más rojos.
Se corrió en mi boca y me tragué su líquido. Me limpié la barbilla de su semen.
- Me encanta que sepas chuparla tan bien, Gina.
Gina, dijo mi nombre de manera acalorada.
Damiano se arrodilló, quedándose a mi altura. Me tiró en el suelo.
- Abre tus piernas para mí.- me ordenó.
Volví a obedecerle.
Su lengua acarició mi vagina. Soltó un leve "mmm" al ver lo mojada que estaba para él. Tragó mi líquido. Volvió a agacharse y besó poco a poco todas las zonas. Acarició con sus dedos los labios menores. Gemí de nuevo. Me estremecí ante su contacto.
Succionó mi clítoris. Introdujo dos de sus dedos en mí y los fue introduciendo y sacando, primero lentamente y después de manera salvaje.
- Damiano...más fuerte, por favor.- grité mientras gemía.
- Eso es, Gina. Grítame despacio. Grita mi nombre.
Introdujo y sacó sus dedos más fuertes. Se agachó y chupó mi clítoris mientras realizaba la labor en mi agujero. Grité más fuerte. Gemí más fuerte. Se escuchaba mi placer en toda la habitación.
- Córrete para mí, vamos.- dijo ansioso.
Me corrí en su cara, manchándola completa. Llegando al éxtasis. Mi vagina quedó manchada de su negro maquillaje. Sonrió y bebió cada gota de mi entrepierna.
- ¿Quieres sentirme dentro, Gina?
- Sí, Damiano. Fóllame de nuevo, pero esta vez con lo que más me gusta.
Se mordió el labio. Se posicionó encima de mí y rozó su miembro por mi coño apretado y recién corrido. Una vez. Dos. Llegué al éxtasis al volver a notar las venas ardientes de su polla.
Se levantó y sacó un condón mientras me desfallecía de placer en el suelo. Mi pelo estaba sudoroso.
Volvió y me dio la vuelta, poniéndome a cuatro patas. Se puso el preservativo e introdujo su polla. Me agarró el cuello. Embistió fuerte. Gemimos a la vez. Volvió a embestir más fuerte aún y lloriquee. Metió y sacó tres veces fuertemente. Volvió a bajar su boca a mi coño y lo lamió. Escupió su saliva en mi clítoris. No había gemido más en toda mi vida. Estaba gritando su nombre.
- ¡Damiano, no pares! Métemela más fuerte.- dijo mientras gemía.
Volvió a introducir su miembro. Duro. Empalmado.

Un fuerte golpe en la puerta hizo que paráramos. Un fuerte golpe en la puerta hizo que no termináramos lo que empezó

GRÍTAME DESPACIO// DAMIANO DAVIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora