Aquí estoy frente a un tipo de convento, solo que este no tiene monjas sino psicópatas.
Estoy sola, no porque no me quisieran haber ayudado, sino por qué no los deje.
Yo me metí en esto yo sola me salgo pero con Lily.
Tengo miedo, aunque trate de no demostrarlo, miedo de que le hayan hecho algo.
Rompo un conducto metiéndome a rastras en el.
Me arrastro a través de el minúsculos pasillo de aluminio, enfriando me la parte delantera del cuerpo transmitiendo me pequeños escalofríos.
La caja metálica hace ruido por cada sacudida que mi cuerpo genera.
Paro en seco al escuchar susurros masculinos.
Trato de ver por los pequeños aujeros de la ventilación, veo una pared blanca y una cortina rojo fuego, se me complica ver mas alla de eso por la altura.
— ¿Que vamos a hacer con la niña?.
— El jefe nos dijo que la contengamos en el cuarto rojo — me asuste de solo imaginar que es el cuarto rojo.
De solo pensar si es como en la película de Christian Grey me recorre un feroz escalofrío por toda la espina dorsal.
Sigo mi camino, tratando de no provocar un estruendo.
Después de unos minutos arrastrando mi cuerpo por la ventilación, mi mano aplasta un costado del cuadrado provocando que toda la ventilación delantera caiga al piso haciendo un terrible estruendo que seguro llamara la atención de toda las personas del lugar.
Me maldigo en 4 idiomas a ver sido tan poco cuidadosa.
Me bajo del conducto con rapidez, me dirijo a la única puerta que hay en el lugar.
Camino a paso veloz por los pasillos oscuros y desiertos.
Las paredes negras le dan el toque gótico mientras que las luces rojas lo hacen un perfecto sector de película de terror.
Doblo a la derecha mientras miro que nadie venga por la izquierda.
Terrible error.
escucho un carraspeo provenir desde el frente mío.
trago en seco dirigiendo mi mirada hacia adelante.
Me maldigo mentalmente al ser tan descuidada.
Me sorprendo al ver a dos chicos bastantes atractivos mirarme con burla y soberbia.
Lentamente doy un paso atrás tanteando con la mano que no allá ningún obstáculo o impedimento a mi humilde escapada de plan B.
Corro por todos los pasillos de esta estúpida iglesia.
No puedo creer que de ser maltratada por mi padre pase a estar corriendo en un convento escapando de dos tipos.
Escucho risas atrás mío mientras fijo mi vista en no chocar contra muros o puertas.
Esto es peor que un escape room.
Tengo miedo.
Si yo también, Emy.
Entro a un pasillo lleno de puertas, las paredes son color verdes y las puertas amarillas.
Casi me caigo cuando escucho en todo el lugar la risa de un payaso.
Literal una risa macabra.
Sin medir las consecuencias abro una de todas las puertas identicas adentrándome en ella.
Miro toda la habitación con el entrecejo fruncido.
¿Que mierda es esto?
Hay una pared con una virgen María en grande pintada de varios colores, pero eso no es lo bizarro, sino que tiene stickers de marihuana, un personaje aspirando merca y varias cosas más a su alrededor.
Es una burla hacia la religión.
Casi se me escapa una risa.
Sigo mirando encontrandome con sillones verdes.
Ok, estás personas no saben elegir bien los colores.
Una mesa violeta con una decoración de un mono en una pose comprometedora.
Hago una mueca de asco.
Escucho pasos en el pasillo.
La puta que nos parió.
A vos te parió, no a mi.
Miro a mi alrededor buscando algún escape.
A morir, a morir hoy vinimos a morir.
Nena, deja de hablar.
Veo un armario con un buda pintado en las puertas y a su lado una foto de Jesús con un bigote y un Faso en la mano.
Ruedo los ojos, parecen niños.
Rápidamente entro en esa habitación justo cuando la puerta se abre.
Juro que ni respiro.
Escucho pasos de los pesados y con eso digo mucho.
Una risa ronca suena por todo el lugar.
— Caperucita, ven Caperucita que el lobo ya llegó. — no se si mearme encima, enojarme porque me acaba de decir presa o reírme.
Yo creo que la primer opción.
Escucho como algo se rompe.
— ¡Sal de dónde sea que estés, pendeja! — hago un mohín con los labios indignada.
Pendejo serás vos.
Las manos levemente me tiemblan.
Me estoy arrepintiendo por no decirle a Derek que entre conmigo.
Esto me pasa por hacerme la que puedo sola.
Escucho como suena un silvido leve.
No me meo, me cago.
Tanteo en mi cuerpo buscando algún artefacto de defensa.
Las armas dónde mierda las puse.
El pie derecho.
Lentamente tratando de no hacer ruido me voy agachando mientras dirijo mi mano a la bota derecha.
Saco una daga y un AK47.
Las miro y un suspiro tembloroso sale.
No quiero volver a esto, no después de que salí con una madre muerta.
Lily ahora mismo está atada a una silla disponible a qué le hagan lo que quieran por nuestra culpa. Se la debemos.
Aprieto firmemente el arma en mi mano, ahora o nunca.
Abro la puerta del armario despacio y apunto a la persona enfrente mío.
Está de espaldas.
— me dan a mi chica — mojo mis labios.— y me voy sin causar daños colaterales.
El hombre se da vuelta y vaya hombre.
Morocho con una mirada sería pero segura.
Miro su cuerpo lleno de tatuajes, sus manos venosas con letras en su piel.
Inconscientemente muerdo mis labios.
Suelta una risa ronca mientras me mira con burla. — ¿Te gusta lo que vez? — que voz más sexy.
Me encojo de hombros — la verdad que si, pero ahora mismo vos sos el secuestrador — sonrió.
Camina hacia mi lentamente, aprieto con fuerza el arma en mi mano causando que mis dedos se pongan blancos.
— podés desarrollar sindrome de Estocolmo — susurra.
Sos muy hermoso pero te robaste a mi amiga.
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incontinencia
JugendliteraturDespués de la muerte de su madre, Eider Brown decide buscar un trabajo estable lejos de las garras de su padre, su trabajo como mesera por poco le da para comer. Su jefe, un corrupto y pervertido como el padre de aquella, la tiene en la mira, siempr...