La mañana siguiente, Arthur salió de su cabaña y observó que la tormenta estaba desapareciendo poco a poco. Entro en la cabaña que tenía delante, dónde se encontraba Abigail con su hijo, el pequeño Jack, y varios amigos, calentándose en la hoguera.
-Lleva días desaparecido. Parece que no escampa. Es fuerte y listo-decía Abigail cuando Arthur entró-Hola, Arthur.
-Buenos días, Abigail-le respondió.
-Arthur...¿cómo estás?
-Bien, Abigail... ¿y tú?
-Necesito que...Lo siento. Perdona por pedírtelo, pero...
-Es por John...-le cortó Arthur-Ha vuelto en meterse en líos.
-No lo hemos visto en dos...dos días-le respondió.
-John estará bien, Abigail. Quiero decir... aunque sea más tonto que las piedras y más aburrido que ver crecer la hierba, no le va a pasar nada por quedarse atrapado en una tormenta de nieve.
-Ve a echar un vistazo al menos, Arthur. ¿Javier? Javier, ¿saldrías con Arthur...a ver si encontráis a John? Sois los que estáis en mejor forma-dijo Hosea que se encontraba junto al fuego.
-¿Ahora?-preguntó Javier Escuella.
-Ella... todos... estamos bastante preocupados por él.
-Sé que, si yo me hubiera perdido, él iría a buscarme-dijo levantándose del taburete y dándole a Arthur una escopeta recortada.
-Gracias-dijo emocionada Abigail, mientras Arthur y Javier salían de la cabaña.
Abigail Roberts, una huérfana que ha crecido en bares y burdeles, era una mujer fuerte, decidida y directa. Mantenía una relación amorosa con John Marston, y tiene un hijo con él, el pequeño Jack.
-Vamos, por aquí. Lo último que sé es que John iba río arriba-le informó Javier mientras cabalgaban en sus caballos.
-Que sepamos...siguió hacia el norte sin mirar atrás.
-Él no se iría...así no.
-Bueno, no sería la primera vez-e confesó Arthur.
Javier Escuella era un hombre de unos treinta y poco años. Era un temido cazarrecompensas y revolucionario mexicano. Se sintió identificado enseguida con los ideales de la banda de Van der Linde, si hay que luchar, se lucha, si hay que huir, se huye, pero siendo libres.
Javier y Arthur cabalgaron durante un buen tiempo siguiendo el rio. Estaban llegando a la cima de las montañas cuando Javier se percató de algo.
-Veo humo. Ven, vamos a echar un vistazo.
-Esperemos que no haya más O'Driscoll-dijo Arthur.
Bajaron de los caballos y se encontraron con una pequeña hoguera que todavía seguía encendida.
-Bueno... parece que alguien se fue de aquí. No hace mucho. Y... en esa dirección-dijo Javier siguiendo el rastro-Hay unas huellas que van hacia el rio.
Siguiendo el río, Arthur aprovecho el momento en el que estaba a solas con Javier.
-Javier, tú que estuviste allí... ¿Qué pasó realmente en el ferry de Blackwater?
-Teníamos el dinero. Todo parecía ir bien, y de repente, estaban por todas partes-respondió el mexicano.
-¿Cazarrecompensas?-le preguntó Arthur interesado.
-No, los Pinkerton. Fue una locura. Llovían balazos por todos lados. Además, Dutch mató a una chica... de mala manera, pero la situación era muy complicada.
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Red Dead Redemption II
AventuraAmérica, 1899. El ocaso del Salvaje Oeste ha comenzado y las fuerzas de la ley dan caza a las últimas bandas de forajidos. La banda de Van der Linde, tras un desastroso atraco fallido en la ciudad de Blackwater, se ve obligado a huir. Deberán atraca...