Quédate en Madrid

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La vida en la ciudad había sido emocionante, divertida, sorprendente, inspiradora, toda una experiencia inexplicable. Vivencias así, superaban cualquiera experiencia que habíamos vivido hasta ese punto, casi por completo Colate y yo habíamos olvidado el lugar del que partimos, lo espectacular de lo desconocido es que convierte lo conocido en algo mundano.

Un cambio de look se daba en una boutique de Madrid y paralelamente en el pueblo Ana se aferraba a la bufanda de Colate y aspiraba el poco aroma que quedaba de él. Daba vueltas por toda su cama con el peor insomnio que había tenido en meses.

Ana era la clase de chica que siempre está ahí para animarte, una chica tan humana y gentil, con una sonrisa enorme de esas que te llenan de energía. Colate siempre tan pesado y pesimista, Ana tan prudente y optimista, haciendo una de las relaciones más bellas y equilibradas que nunca conocí. Pero desde aquella partida Ana no la estaba pasando bien.

Sus días habían vuelto muy difíciles, la alegría que era común notar en ella había sido remplazada por una tremenda incertidumbre y preocupación por su novio de toda la vida, pero ese día en específico estaba más intranquila.

Los recuerdos, las ideas, los planes, las metas, las probabilidades invadían su mente, todo a su alrededor la hacía pensar... Una caja llena de cartas, un álbum de fotografía, un teléfono que llevaba días sin sonar, una bufanda... una prueba de embarazo positiva.

Una noticia que hubiera resultado una bendición en otras instancias ahora parecía una limitante. Por un lado, se sentía inmensamente feliz, era uno de sus mayores sueños haciéndose realidad. Por otro lado, tenía miedo de eclipsar el sueño de Colate con esta situación.

Crecimos juntos los tres y ella más que nadie sabía lo importante que era ser músicos para nosotros, siempre fue nuestro mayor impulso. Compró su primer bajo a Colate, no había día en que tocáramos en las ferias del pueblo o las fiestas y Ana no estuviera en primera fila observando orgullosa a su novio, presumiendo a todo el mundo lo buenos que éramos.

La familia de Ana a pesar de ser acomodada era muy conservadora, inculcaron en ella la idea de formar una vida en el pueblo. Su plan era casarse con Colate, continuar el negocio familiar, tener varios hijos y envejecer juntos en el pueblo, la música estaba incluida en este plan, pero todo dentro del pueblo. Era un plan que nunca compartí, el mío siempre fue emigrar a las grandes ciudades, mostrar nuestro talento, explotarlo al máximo y alcanzar el éxito.

Colate se encontraba en medio de dos personas importantes con planes muy diferentes, ambos perfectos para él, poniéndolo entre la espada y la pared. Sin embargo, Ana no dudo en modificar su plan con tal de que Colate viviera el sueño, a pesar de sentir un intenso dolor por no tenerlo cerca. Aquel día las ideas invasivas y su angustia alborotaron su necesidad por verlo, por sentirlo, necesitaba platicar con él, darle la noticia.

Por primera vez desde que se conocieron, Ana se sentía insegura de que podría pasar, era sin duda un sueño conjunto que se cumpliría, pero ahora Colate vivía su sueño individual, era indudable al sentir su emoción en las últimas llamadas y esta situación lo complicaría, incluso podría detenerlo y Ana para nada quería eso. Hablar con él era vital.

La ansiedad no le permitió más seguir acostada, se quitó las sabanas de encima tomo la caja llena de cartas y comenzó a leer cada una.

"Con la nariz entre tus ojos y entre un pulmón y otro pulmón el corazón y los congojos todos en reunión"

"Siempre los cariñitos me han parecido una mariconez y ahora hablo contigo en diminutivo con nombres de pastel"

"Yo que de estas estampas me limitaba a hacer colección me hago un llavero con el fichero con una condición: El día que tengas ojos rojos y me estornude la nariz vamos a hacer lo que podamos por cenar perdiz"

Hoy No Me Puedo LevantarWhere stories live. Discover now