Inara ➳ hanker

final

llegó el final de inara :(
espero que disfrutéis mucho de esta última parte y que hayáis pasado un buen rato leyendo el fic de verdad 🤍🤍🤍

✵‧₊˚☼ ☽✧.。. *

–¿Y si cantas conmigo la canción principal de nuestra película?

Hande soltó una risa feliz, aceptando, y se abrazaron por un rato más.

Caner y Gamze habían ido a darle algo de comer a Mavi para dejarles un poco de intimidad y ellos acabaron despidiéndose, prefiriendo ir a casa a descansar. Fueron a la de Hande, donde también estaba Hector, y en cuanto llegaron todos los perros se acercaron ansiosos a ellos.

–¿Dónde están los amores de mi vida? –Preguntó Hande, con voz infantil, agachándose para besarles la cabeza.

–Aquí estamos –Respondió Kerem, con voz aguda, sacudiendo una pata de Hector, que estaba en su brazo.

Hande se rio, dándole un beso a Hector también, y le quitó de los brazos de su novio, dejándole en el suelo para que jugara con los demás.

–Tú tienes algo que enseñarme –Le dijo, cogiéndole la mano sana y llevándole hasta su habitación –¡Ni una mísera foto del resultado, Kerem! No me has dejado ni ver el diseño –Se quejó, mientras se paraba en mitad del cuarto, de brazos cruzados.

–La verdad es que no tenía claro qué iba a hacerme primero, mi amor, por eso no te había enseñado nada –Se intentó disculpar él, sin reírse para no enfadarla más.

–Llevo todo el día imaginando qué has podido tatuarte y dónde y por qué. Es que te quedan tan bien –Exageró, abanicándose falsamente.

El sonrió de costado, guiñándola un ojo, y se levantó la manga de la sudadera del brazo herido. Tapado con un papel transparente, con la piel algo enrojecida, en el interior del bíceps había una palabra seguida por un corazón. Héroe.

–La princesa lo escribió para mí. Me lo doy el último día que nos vimos –Le explicó, con los ojos emocionados.

La niña a la que había salvado del accidente había seguido en contacto con ellos y había estado yendo a verle al hospital durante su recuperación. Cuando salió, había quedado un par de veces más con ella para ir al parque, pero la niña le había dicho que se tenían que mudar de ciudad por el trabajo de su mamá y que ya no volverían a verse. Se había echado a llorar y Kerem la había cogido con un brazo como pudo, sosteniéndola contra su pecho.

El corazón se le había encogido ante la idea de perder el contacto con aquella dulce hada que se preocupaba por él y le hacía reír y le llamaba para jugar y para preguntarle si ya estaba bien.

–Siempre puedo ir algún día a visitarte, ¿sabes? Que vivas en otro lugar no significa que dejemos de ser amigos –Le aseguró, intentando contener su voz.

–Pero si me voy, ¿qué héroe me va a salvar si tú estás aquí y me pasa algo?

–Las princesas se salvan a sí mismas, corazón. No me necesitas, de verdad. Pero siempre me puedes llamar y podemos hablar por teléfono, ¿de acuerdo?

La niña asintió con las mejillas húmedas y le dio una nota.

Gracias por ser mi héroe.

Había añadido al final un corazón un poco irregular que le hizo sonreír y Kerem notó que le había puesto un perfume de flores al papel.

Cuando se despidieron aquel último día la niña le dijo que le quería y él volvió llorando en silencio a casa. Se dijo a sí mismo que se iba a tatuar algo por ella, porque había tenido un accidente que le había cambiado la vida, sí; pero había conocido a una pequeña princesa a la que había podido salvar, y no se arrepentía de nada.