Por conveniencia.

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Narra Tn:

Regresamos a Hogwarts, todo es una verdadera pesadilla, cuando puedo y logro escaparme, ayudo a los miembros del Ejército de Dumbledore llevando un poco de comida y cosas que necesiten. Draco se distanció nuevamente, aveces despierto en medio de la noche y no lo encuentro en la cama, aveces ni siquiera llega a dormir a la habitación.

¡Levántense todos! ¡Ya! Los menores de edad tomen sus posesiones importantes y bajen ahora, los mayores al gran comedor ¡Despierten!— La voz del profesor Slughorn resonaba por toda la sala común, confundida, me coloqué rápidamente mi túnica y salí con mi varita en mano, junto al resto de Slytherin bajamos al Gran Comedor.

Blaise, ¿Qué pasa?— Pregunté en cuanto lo vi.

No tengo idea— Dijo sin mirarme— ¿Y Theo?

No lo vi— Comencé a buscarlo sin encontrarlo— ¿Viste a Draco?— Le pregunté mientras buscaba a ambos chicos.

Tampoco lo vi— Respondió.

El señor Filch y la señora Pomfrey supervisarán la evacuación. Prefectos: cuando dé la orden, organizarán a los alumnos de la casa que les corresponda y conducirán a sus pupilos ordenadamente hasta el punto de evacuación— Explicaba con apuro la profesora McGonagall.

—¿Y si queremos quedarnos y pelear?

Hubo algunos aplausos.

Los que sean mayores de edad pueden quedarse —respondió la profesora McGonagall.

¿Y nuestras cosas? —preguntó una chica de la mesa de Ravenclaw—. Los baúles, las lechuzas...

—No hay tiempo para recoger efectos personales. Lo importante es sacarlos de aquí sanos y salvos.

¿Dónde está el profesor Snape? —gritó una chica de la mesa de Slytherin.

El profesor Snape ha ahuecado el ala, como suele decirse —respondió la profesora, y los alumnos de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw estallaron en vítores.

Ya hemos levantado defensas alrededor del castillo —prosiguió McGonagall—, pero, aun así, no podremos resistir mucho si no las reforzamos. Por tanto, me veo obligada a pedirles que salgan deprisa y con calma, y que hagan lo que sus prefectos...

Antes de llegar al final de la frase otra voz que resonó en todo el comedor. Era una voz aguda, fría y clara, y parecía provenir de las paredes, era su voz...

Sé que se están preparando para luchar. —Miré con pánico a Blaise—. Pero sus esfuerzos son inútiles; no pueden combatirme. No obstante, no quiero matarlos. Siento mucho respeto por los profesores de Hogwarts y no pretendo derramar sangre mágica.

El Gran Comedor se quedó en silencio, un silencio que presionaba los tímpanos, un silencio que parecía demasiado inmenso para que las paredes lo contuvieran.

Entreguenme a Harry Potter —dijo la voz de Voldemort— y nadie sufrirá ningún daño. Entreguenme a Harry Potter y dejaré el colegio intacto. Entreguenme a Harry Potter y serán recompensados. Tienen tiempo hasta la medianoche.

El silencio volvió a tragarse a los presentes, todos miraron a Harry. Entonces se levantó alguien en la mesa de Slytherin, Pansy Parkinson, que alzó una temblorosa mano y gritó:

—¡Pero si está ahí! ¡Potter está ahí! ¡Que alguien lo aprese!

Harry no tuvo tiempo de reaccionar, porque de pronto se vio rodeado de un torbellino: los alumnos de Gryffindor se levantaron todos a una y plantaron cara a los de Slytherin; a continuación se pusieron en pie los de la casa de Hufflepuff, y casi al mismo tiempo los de Ravenclaw, y se situaron todos de espaldas a Harry, mirando a Pansy.