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Narrador:

La guerra que desató a continuación era como si cientos de personas irrumpieran saltando los muros y salieran disparadas hacia el castillo lanzando gritos de guerra. Grawp bordeó el castillo con sus torpes andares, y bramó: «¡¡Jagi!!» Los gigantes de Voldemort respondieron a su grito con rugidos, y al correr hacia él como elefantes enfurecidos hicieron temblar el suelo. También se oyeron ruidos de cascos y de arcos tensándose, y una lluvia de flechas cayó sobre los mortífagos, que rompieron filas, desprevenidos. Y entonces Neville se movió. Con un rápido y fluido movimiento se libró de la maldición de inmovilidad total que lo aprisionaba, lanzada anteriormente por Voldemort. Acto seguido sacó de su interior un objeto de plata con rubíes incrustados en la empuñadura, la espada de Godric Gryffindor... y de un solo tajo de espada degolló a la serpiente. La cabeza de Nagini salió despedida hacia arriba, girando sobre sí misma, reluciente a la luz que llegaba del vestíbulo. Voldemort abrió la boca para dar un grito de cólera que nadie pudo oír, y el cuerpo de la serpiente cayó a sus pies con un ruido sordo. Entonces, por encima de los gritos, los bramidos y las atronadoras pisadas de los batalladores gigantes, se oyó el grito de Hagrid:

—¡¡Harry!! ¡¡Harry!! ¡¡¿Dónde está Harry?!!

En cuestión de segundos reinó el caos: los centauros cargaron contra los mortífagos y los obligaron a dispersarse; la gente corría en todas las direcciones para no morir aplastada bajo los pies de los gigantes, y con tremendo estruendo se acercaban los refuerzos venidos de quién sabía dónde. Unas enormes criaturas aladas —thestrals y Buckbeak, el hipogrifo— volaban alrededor de las cabezas de los gigantes de Voldemort, arañándoles los ojos, mientras Grawp les daba puñetazos y los aporreaba. Por su parte, los magos, tanto los defensores de Hogwarts como los mortífagos de Voldemort, se vieron obligados a refugiarse en el castillo. Tn, junto a Oliver y James, lanzaban embrujos y maldiciones a todos los mortífagos que veían, además de protegerse entre ellos.

Voldemort estaba arrojando hechizos a diestro y siniestro mientras se retiraba hacia el Gran Comedor sin dejar de gritarles instrucciones a sus seguidores. Más y más gente subía en tropel los escalones de piedra. Por lo visto habían regresado al castillo a la cabeza de los familiares y amigos de los alumnos de Hogwarts que se habían quedado para luchar, junto con los comerciantes y vecinos de Hogsmeade. Los centauros Bane, Ronan y Magorian irrumpieron en el comedor con gran estrépito de cascos, y la puerta que conducía a las cocinas se salió de los goznes.

Los elfos domésticos de Hogwarts entraron atropelladamente en el vestíbulo gritando y blandiendo cuchillos de trinchar y cuchillas de carnicero. Kreacher iba a la cabeza, con el guardapelo de Regulus Black colgado del cuello y rebotándole sobre el pecho, y su croar se distinguía a pesar del intenso vocerío: «¡Luchen! ¡Luchen! ¡Luchen por mi amo, el defensor de los elfos domésticos! ¡Derrotemos al Señor Tenebroso en nombre del valiente Regulus! ¡Luchen!» Los elfos arremetían sin piedad contra las pantorrillas y los tobillos de los mortífagos, que caían como moscas, superados en número y abrumados por las maldiciones, al tiempo que se arrancaban flechas de las heridas, recibían cuchilladas en las piernas, o simplemente trataban de escapar, aunque eran engullidos por aquella horda imparable.

Pero la batalla todavía no había terminado: Voldemort en medio de la refriega atacaba a todo el que se le pusiera a tiro. El Gran Comedor estaba cada vez más abarrotado, pues todos los que todavía podían andar se dirigían hacia allí como una riada.

Fred, George y Lee Jordan derribaban a Yaxley; Dolohov caía lanzando un alarido, atacado por Lupin, y cómo Hagrid arrojaba de una punta a otra de la estancia a Walden Macnair, que se estrelló contra la pared de piedra y cayó inconsciente al suelo. Ron y Neville abatieron a Fenrir Greyback; Aberforth aturdió a Rookwood; Arthur y Percy tumbaron a Thicknesse. Lucius y Narcisa Malfoy sin intervenir en la lucha, corrían entre el gentío llamando a su hijo a voz en cuello. Voldemort, en cuyo rostro se reflejaba un odio inhumano, peleaba contra McGonagall, Slughorn y Kingsley, que lo esquivaban y se zafaban de él, defendiéndose con denuedo pero incapaces de reducirlo... Bellatrix luchaba a unos cincuenta metros de Voldemort, e, igual que su amo, lidiaba con tres oponentes a la vez: Hermione, Ginny y Luna. Las chicas peleaban a fondo, dando lo mejor de sí, pero Bellatrix igualaba sus fuerzas. Una maldición asesina pasaba rozando a Ginny, que se salvó de la muerte por los pelos, pero alguien interrumpió ese combate.

Por conveniencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora