8. Instinto puro y duro, Mikey

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Are we getting too close?
Do we dare to get closer?

Mientras Mikey esperaba pacientemente, revoleando sus pies de lado a lado en la acera, pensaba y repensaba sus planes

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Mientras Mikey esperaba pacientemente, revoleando sus pies de lado a lado en la acera, pensaba y repensaba sus planes. Con las manos en los bolsillos, su idea cobraba validez y el razonamiento detrás de la misma no le parecía tan patético y problemático. Al contrario, comenzaba, entre tumbos, a gustarle cada vez más su propio descaro.

Había decidido, luego de su extremadamente vergonzoso ataque de celos, que se lo devolvería. Era una idea que, a oídos de cualquiera, se presentaba como nefasta cuanto menos; era, incluso, un propósito ciertamente egoísta y carente de mayor lógica, mas no era más que una prueba de su desesperación.

Había llamado a Draken una vez que se había apaciguado y le había invitado a comer algo la noche siguiente. Y esa noche siguiente se había convertido en la actual.

Cuando Draken frenó su motocicleta frente a él, Mikey le sonrió con dulzura y dio un par de pasos hacia él, retirando el abrigo que colgaba de su antebrazo para ofrecérselo.

—Esto te pertenece —le dijo, mirándole a los ojos sin sentir ni una pizca de pena por el uso que le había dado.

Draken le miró, incrédulo ante su poca o exigua vergüenza. Tomó la ofrenda con un movimiento raudo y evitando el contacto; bajó la mirada cuando los recuerdos del día del celo de Mikey le golpearon con fiereza. Si ya sentía una pequeña inquietud en el pecho por la escena que se había montado con Mitsuya el día anterior, en aquel momento se arrepintió de no haberle dicho a Mikey que su guía espiritual le había recomendado que no abandonase su hogar aquella noche.

—Lo he lavado —soltó—. Así que no te preocupes.

—Se agradece tu consideración —carraspeó, a sabiendas de que tendría un gran problema si aquella tela estaba impregnada con las feromonas de Mikey. Cosa que, a su vez, no podía descartar como estrategia ajena.

—Hoy es diecisiete de diciembre —le dijo, como si el asunto previo fuese de nula relevancia—. Anótalo en tu calendario, porque será el día en que haré que te arrastres por mí. ¡Quiero oírte plañir!

—¿Plañir?

—¡Plañir!

—Como digas, Mikey —suspiró. Acto seguido, hizo un ademán con su cabeza—. Súbete.

El aludido hizo lo propio y se prendió velozmente de Draken. El motor arrancó y Mikey comenzó a parlotear para aminorar el viaje.

—¿Sabías que Baji se había ausentado a la reunión de ayer porque le apeteció merendarse unos puñetazos? —soltó. Se moría de ganas de delatar a Baji.

—¿Ah, sí? —le preguntó; su sorpresa era prácticamente inexistente—. ¿A la novia de quién se habrá tirado esta vez para que suceda eso?

Primeras atracciones ||Draken/Mikey||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora