El viernes pasado - ELLA

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ELLA.

Le miro de reojo mientras caminamos por la solana, aún sigo sin ser capaz de mantenerle la mirada y parece que él a mi tampoco. Los dos parecemos dos tontos avergonzados. Y él está bastante raro, es como si estuviera nervioso a pesar de tener esa actitud de chico malo, mi intuición me dice que no va nada con él. Esta se confirmó cuando se dio por vencido conmigo hace un rato, no me forzó ni se sintió ofendido por mi rechazo. Otra de las razones por la que acepté su compañía esta tarde.

El viento revuelve su pelo, haciendo que los mechones cortos se posen sobre su frente. Tiene una expresión pensativa, como si su cabeza no parase de dar vueltas a algún pensamiento, y no se ha sacado las manos de los bolsillo de los pantalones desde hace un rato.

El silencio se cuela entre nosotros, no sabemos de qué hablar y el ambiente se vuelve incómodo. Somos dos desconocidos que se enviaban notas como si fueran amigos. Bueno, al menos él sí, yo fui una desagradable.

–Estudio–suelto, como si fuera una cavernícola y hablara solo con monosílabos.

Me mira desconcertado, entonces decido explicarme como es debido:

–En una de las notas me preguntaste por qué vengo aquí. Es la casa de mi tío. Vengo para estudiar–. Suspiro al pensar en las razones por las que vengo, las cuales no le voy a contar– Es tranquilo,–al menos más que mi casa, digo la de verdad, en la que duermo–busco tranquilidad...

Me quedo mirándole, intentando detectar algo en su mirada y noto que está llegando a alguna conclusión, me gustaría saber cual.



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