El viernes pasado - ÉL

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ÉL.

Subimos las escaleras hacia la azotea del edificio en silencio. Tres plantas en absoluto silencio, ni siquiera me dirige una mirada. Esa mirada inocente y perdida que me causó ternura desde la primera vez que la vi.

Nada más pasar la puerta del último piso nos calienta el sol de una manera agradable. Veo cómo su cabello castaño, corto por encima de los hombros, se ilumina y cómo sus ojos miel brillan. La luz que los destella hace que se vean más claros y yo lo veo todo más claro todavía. Ella brilla. Sus pestañas, ligeramente maquilladas, se reflejan en su mirada como una leve sombra sobre el iris. Y me pude fijar en sus ligeras pecas, esas que tiene esparcidas por las mejillas haciéndole aún más adorable.

Debo parecer un idiota ahora mismo, mirándola mientras observa todo a nuestro alrededor.

–¿Por qué me trajiste aquí?—rompe el silencio con una voz profunda.

–¿Quieres la versión bonita o la de verdad?–arqueo las cejas y miro a nuestro alrededor también, solo por desviar la vista de ella durante unos segundos.

–Dime las dos, a ver cual me convence más–su chulería hace que suelte una carcajada.

–La versión bonita es que hace demasiado buen día para desperdiciar este sol–levanto los dos brazos con las palmas hacia arriba como si me estuviera alimentando de la luz en este mismo momento.

–Bueeeeeeeno–habla poco convencida–¿y la otra?

–Pues...Que no tenía otro sitio donde traerte, llevarte a mi casa es un poco precipitado, ¿no?

–Efectivamente–le miro de reojo y ella a mi–mejor nos quedamos con la versión bonita.

Cuando termina de hablar sonríe. ¡Sonríe! ¡Que pare, por favor! Me voy a enamorar de sus adorables paletas separadas e imperfectas. A lo mejor ese es el algo que me atrae. Su sonrisa, ¿no es lo típico que dicen en los libros y las películas? A mí normalmente me atrae el físico, si la chica es guapa o no. Pero ella... No se podría decir que es guapa o fea. Cuando le veo siento algo cálido en el pecho y el pulso se me acelera. Como si le conociera de toda la vida y a la vez quiero saber todo de ella, acariciar su pelo y lamer sus labios. Nunca había sentido esto, yo... Joder, me da vergüenza hasta pensarlo.

Tal vez es menos cursi y más egoísta. Que se me antoja diferente porque pienso que un día no le voy a tener tan cerca como ahora, que la tengo solo para mí, aunque todavía no sé nada de su vida. O porque sé que no es mi vecina. Puede que solo sea un capricho, ¿por qué no dejarlo vivir en mi cabeza y hacerlo crecer hacia fuera?

¿Quién es ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora