➪ 2005-2006 [7]

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Eider había pasado a formar alguien más de la familia, siendo incondicionalmente querido por los Cullen. Habían pasado un par de años desde que él y el rubio se conocieron y la amistad que desarrollaron eran digna de envidia.

Por otro lado, la familia aún no le había contado nada al pelinegro sobre su condición, y aunque la muerte lo supiera y se hiciera la desentendida, saber que estaban pensando en decírselo le causaba satisfacción. En varias ocasiones había escuchado desde fuera de la habitación como Alice hablaba en voz baja junto al doctor acerca de porqué aún no se lo decía y el contrario sólo respondía que no sabía cómo hacerlo sin que fuera tan de golpe.

El veinticinco de enero de 2005 el hospital era un completo caos, y es que la hija del sheriff, Charlie Swan, se había visto envuelta en accidente del que había salido prácticamente ilesa gracias al hijo adoptivo del doctor Cullen, Edward. Aquello había causado que la joven humana comenzara a mirar dos veces al vampiro y el resto de su familia, y de igual forma el cobrizo, por alguna razón, no podía alejarse de ella.

— Waylon Forge ha sido encontrado en una barca cerca de su casa. Hemos examinado el cuerpo—había dicho Carlisle una noche mientras salía de la comisaría con un maletín y el pelinegro pisándole los talones. Eider miró al cobrizo con una ceja alzada cuando los vio juntos mientras éste observaba hacia otro lado como si no lo hubiera visto.

— ¿Ha muerto?—preguntó sorprendida Bella Swan—, ¿cómo?

Carlisle miró a Edward brevemente antes de contestar.

— Le ha atacado un animal.

Eider ya sabía lo que había pasado por lo que optó por tomar las llaves del coche de Carlisle que se encontraban en el bolsillo de su chaqueta y dirigirse al vehículo, todo ante la mirada de Bella quien se sorprendió ante la confianza del esbelto y hermoso hombre.

— Llevaré a Eider a casa—habló el rubio hacia el lector de mentes—, hablaremos luego sobre esto.

El pelinegro golpeteaba sus dedos contra la guantera, perdido en sus pensamientos porque había sido ella quien guió aquella alma hacia su final. Se sentía como cuando veía la inocente alma de los animales que los Cullen cazaban marchar y disiparse en el aire.

— ¿Sucede algo?—cuestionó Carlisle una vez dentro del coche. Eider negó y se sentó correctamente para colocarse el cinturón—. Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿no?

Los azulados orbes lo miraron fijamente.

— ¿Tu mismo me dirías cualquier cosa también?—aquello fue como un balde de agua sobre la cabeza para el vampiro.

Carlisle arranco el motor del coche pero no contestó.

Así habían pasado ocho meses, ocho meses en los que ambos se contaban todo pero nada a la vez. Carlisle le mentía sobre lo que era y Eider le mentía sobre quien era realmente; La muerte notó como al clan se había incorporado la hija del jefe Swan, y lo sabía porque había tenido que estar presente cuando un vampiro llamado James estuvo a punto de matarla, más aquello no sucedió y el nombre de Bella Swan en el pergamino que recibió prontamente se disipó.

Fue un quince de septiembre de ese mismo año a cuando Carlisle Cullen entró en su oficina en donde Eider terminaba de reacomodar unos papeles y le dio la noticia de que partirían mañana hacia Nueva York, por lo que aquel sería el último día que trabajarían juntos. Eider estaba molesto, estaba enojado y furioso porque aquello había sido por culpa de Isabella Swan, quien cortó su dedo abriendo un envoltorio de regalo (¿cuán torpe podía llegar a ser un humano para que pasara eso?), y de Edward, porque se estaban yendo de allí porque el joven vampiro no quería poner a la humana en peligro.

Eider se sentó encima del escritorio cuando el rubio terminó de pronunciar aquellas palabras, con una de sus heladas manos tomó el mentón del pelinegro y lo elevó. Por primera vez desde que se conocían, Carlisle pudo ver la notable tristeza y cambio de expresión en el "humano", y también por primera vez Carlisle quiso ignorar a su familia y dejar fluir su felicidad, quedándose en Forks. Pero no podía.

— Siempre puedes tomar un avión a Nueva York—intentó animar, sus ojos clavados en los celestes frente a él.

— Sabes que odio los aviones—se quejó el pelinegro.

Carlisle soltó un innecesario suspiro antes de acercarse un poco más:— Encontraremos la forma de vernos, no te preocupes, siempre puedo escaparme unos días para visitarte.

Y así habían quedado, prometiéndose hablar lo más seguido que sus trabajos lo permitieran y visitando al otro si así se daba la ocasión. Cuando Eider llegó a su hogar, lanzó su chaqueta al sofá y pronto se materializó en la entidad que solía ser, desapareciendo de la vista humana pero aún en el mismo lugar en el que se encontraba con anterioridad. Su mano hizo un suave movimiento y pronto se hallaba un cuervo negro frente a él, uno de los tantos que volaban alrededor del mundo soltando los pergaminos con nombres a sus materializaciones que trabajaban mientras ella estaba en un pueblo fingiendo ser un humano que trabajaba en un hospital y era amigo de un vampiro que lo volvía loco.

— Sigue a Carlisle Cullen, no dejes que nada ni nadie le haga daño—ordenó con fuerza antes de ver marchar al ave fuera de su hogar.

Los seis meses que los Cullen estuvieron fuera, Eider había sido informado sobre todo lo que sucedía a su alrededor, Edward había intentado revelar su condición a los humanos en Volterra, Italia. Un mes antes Bella casi había sido asesinada por un vampiro de ojos rojos, más fue éste el asesinado por unos lobos enormes. La muerte en su forma de ente estaba allí. También estuvo cuando un mes antes de eso Bella casi muere desnucada al conducir una moto a toda velocidad y está descontrolarse, haciéndola chocar contra una piedra.

La muerte se sentó encima de la roca y observó a Jacob Black limpiarle levemente la herida con su camiseta. ¿No era más fácil lanzarse desde el acantilado?

Un par de semanas después Eider se encontraba de pie junto a un acantilado mientras observaba a Bella Swan queriendo lanzarse de éste.

«Lo había dicho retóricamente» pensó la muerte.

Sin embargo, Bella saltó sin dudarlo, sobreviviendo a la muerte una vez más.

Los Cullen volvieron a Forks a finales de marzo, y Edward y Bella parecían plenamente felices el uno con el otro.

Cuando Carlisle entró por las puertas del hospital de Forks, Eider acababa de recibir la última carta que el rubio le había enviado y en la que al final ponía con letra elegante y perfecta: "te echo de menos". El pelinegro negó divertido mientras guardaba dicha carta en su maletín, recibiendo con los brazos abiertos al rubio doctor en su oficina. Carlisle se pegó a él como una lapa, abrazando con algo de fuerza su cintura como si hubiera sido todo un martirio haber pasado todos esos meses sin verlo diariamente aunque se llamaran con frecuencia.

Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad, los Cullen solían visitar a Eider con la excusa de que visitaban a su padre adoptivo porque, al igual que el doctor, ellos también habían extrañado la siempre expresión seria del varón y sus largas conversaciones. Al fin todo parecía volver a la normalidad, aunque no por mucho tiempo cuando las muertes en Seattle comenzaron a dispararse.

El quince de junio de 2006, la entidad tuvo que estar presente en las montañas de Forks mientras esperaba al grupo de neófitos y veía si, de una vez por todas, Bella moría o no. Era el quinto pergamino que había obtenido con el nombre de la humana en el último año y medio. La muerte pensaba que tenía alguna clase de maldición encima.

Nuevamente, el pergamino de desintegró y Bella salió ilesa.

La muerte volvió a su casa horas después, y no mucho tiempo pasó hasta que tuvo al doctor Cullen sentado junto a él en el salón de su hogar.

Eider lo miró largo y tendido, mientras Carlisle sonreía en su dirección.

DEATH; carlisle cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora