➪ [Epílogo]

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Renesmee corría alrededor del hogar de los Cullen siendo perseguida por dos cuervos mientras era observada desde lejos por sus padre y tíos. Alice sonreía ampliamente mientras veía a los cuervos chocar contra algunas ramas.

Cuatro años habían pasado, cuatro años en los que la familia únicamente se había unido cada vez más. El hogar de la familia de vampiros era un lugar calmado y lleno de amor hacia la menor; Jasper y Alice acababan de volver de un viaje a Alaska, teniendo otra luna de miel para desconectar del mundo exterior. Emmett y Rosalie disfrutaban haciendo de niñeras para Renesmee cuando Edward y Bella visitaban a Charlie, o simplemente necesitaban tiempo para ellos mismos. Esme aún seguía en un tira y afloja con Alistair, uno de los vampiros que habían asistido como vampiro pero que había desaparecido antes de la pelea que nunca ocurrió. Carlisle había pedido que si alguno lo veía, le dijera como habían ido las cosas y fue ahí cuando Esme se ofreció, aparentemente habiendo quedado prendada por el viejo vampiro en cuanto lo conoció.

En cuanto a Eider y Carlisle, la muerte había estado aprendiendo a mostrar y proyectar sus emociones, mientras que el rubio simplemente esperaba paciente y lo observaba tratar de expresarse cuando algo lo molestaba, cuando algo le alegraba o cuando sentía celos.

En ese instante la pareja se encontraba en lo alto de las montañas, sentados en una gran roca mientras los rayos del Sol pegaban con fuerza contra el rostro escultural del vampiro, haciéndolo brillar como si estuviera hecho de diamante. Eider había adoptado su figura femenina, vestía un simple y largo vestido negro y su pelo caía sobre su espalda. El vampiro observó lo hermosa que era su pareja.

— Casémonos—dijo de repente la pelinegra.

Aquello había provocado que el rubio perdiera el equilibro y cayera de la roca, quedando sentado en el suelo y aplastando varias flores a su paso.

— ¿Qué?—preguntó sorprendido.

— Casarse, ¿no es eso lo que las parejas hacen? ¿Acaso no quieres?

Carlisle se puso en pie antes de asentir sin parar.

— Por supuesto que quiero, sólo pensé que tú no harías este tipo de cosas.

— Tampoco se supone que haría esto de estar en el mundo terrenal junto a un vampiro y mírame.

El rubio se acercó a ella y le elevó en el aire, dándole vueltas con alegría. La pelinegra se aferró a los hombros del vampiro con fuerza, dejando que el contrario disfrutara y expresara su alegría mientras le daba vueltas. Carlisle la bajó y quedó frente a frente con su rostro, los brillantes orbes celestes lo observaban con ternura. El vampiro agachó la cabeza e hizo algo que nunca había hecho antes, besó los pálidos labios de la muerte, sus bocas encajando como piezas de puzzle.

Carlisle se separó al cabo de unos minutos, observando los párpados cerrados de la contraria y la hermosa sonrisa perlada que nunca había visto.

Era la primera que Eider sonreía en toda su eternidad, y el único causante era Carlisle Cullen.

— Te amo—susurró ella.

— Te amo—contestó de igual forma.

— Hasta que la muerte nos separe—bromeó Eider.

Carlisle carcajeó y asintió.

— Hasta que tú nos separes.

Entre sonrisas y bromas, Carlisle volvió a unir sus labios con los de la pelinegra, nunca habiéndose sentido tan eufórico ni feliz, Eider sentía la alegria, el amor y cariño que sentía por el vampiro. Sentimientos en los que era primeriza pero que no le aterraban porque se encontraba proyectándolos para el único ser en el mundo que fue capaz de despertarlos.

Y es que la muerte se había enamorado de Carlisle Cullen.

DEATH; carlisle cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora