S E R A P H ² 【TAEJIN】

F I N A L

La madre de Jin sostenía una navaja tomando lugar sobre la piel de Jin, en la parte baja de su vientre donde posarla fue usa osadía debido a que el poder del mesías en su interior interfería, así que, tuvieron que usar un poco de mercurio en su sangre que pronto sería drenado antes de que llegara a su corazón. Por ello, ahora el proceso era más sencillo y rápido.

El filo cortó la piel en una línea horizontal de siete centímetros.

La mujer rompió la bolsa hermética, dejando que el líquido que mantenía al mesías en su interior se regara sobre una toalla lista para absorber aquello, sin embargo, nunca pudo prevenir que aquello no era un líquido semitransparente como el de cualquier embarazo, sino era sangre pura, la sangre de Jin. Asi que pronto se vieron teñidos de carmesí.

Yuna, el nombre real de la mujer, metió sus manos, cubiertas por guantes de látex, dentro del agujero, sintió el pequeño cuerpo dentro y no dudó en sacarlo fuera. Primero la cabeza y después el cuerpo pequeño y encogido, acostumbrado a la comodidad en el interior.

— ¡El mesías está aquí!

Dijo la mujer alzando al bebé al tiempo en que las puertas de la sala se abrían para dejar pasar a una cantidad grande de personas vestidas en capas largas blancas, alzando sus manos e inclinándose a la imagen de la mujer con el bebé.

Seokjin abrió los ojos de nuevo para ver una pequeña cosita envuelta en sangre entre las manos de su madre. Sintió el corazón latir con fuerza, una inmensa alegría albergó su pecho y se derramó en una lágrima de felicidad. Pero también sentía en su interior una necesidad de tenerlo en sus brazos, así que levantó con las fuerzas que podía su mano, pero una persona la tomó apartándola de la imagen que anhelaba.

El bebé comenzó a removerse en su lugar, unido al nexo de sus padre, buscando el calor de su progenitor y al hallar solo la frialdad de la ignorancia, tomó una bocanada de aire y después dejó salir su primer llamanto. Tan fuerte y claro que obligó a los escuchas encojer sus hombros con asombro y miedo. Un eco de súplica, deseaba estar en el calor de su padre, que lo salvaran del peligro en el que se sentía asfixiado.

Yoongi, quién estaba a escasos metros de distancia observando lo que sucedía, sintió un fuerte tirón en el pecho que lo obligó a caer de rodillas. Era solo un llanto pero lonque significaba para los Kracks era una orden de rescate. Así que, si su sangre, su nieto necesitaba de protección, él mismo se la daría para poder redimir sus pecados cometidos en contra de la humanidad, puesto que sabía muy bien lo que sucedía allá adentro. Era una situación paralela que lo arrastraba a un doloroso Deja vú con los malditos asesinos disfrazados de santos. 

Seokjin, sentía como cosían su cuerpo, pero el dolor no provenía de aquello tan atroz sino de ver a su precioso bebé siendo llevado por su madre a un lugar desconocido, arrastrado entre llantos ignorante si era por dolor o felicidad el motivo de sus pequeñas lágrimas.

— Yeon... Jun.

Murmuró apenas antes de volver, una vez más, a una oscuridad parecida a la muerte.

Yuna junto a su séquito, envolvió al bebé en una manta blanca y se encaminaron al ala Este de su enorme mansión ubicada en la costa del mar, que rompía sus olas contra las rocas en un acto eufórico.

Recostó al pequeño que no dejaba de llorar rogando por el calor de su padre, mientras ella abría un libro y le era entregada una daga plateada.

Otro de sus discípulos vestido en una toga color vino, le ofreció una copa de vino, misma que tomó y después un trozo de pan, el cual comió de un bocado.

— Esta noche, hermanos míos, se pone fin a la inmundicia.

— ¡AMÉN!

Gritaron algunos presentes.