Capítulo 7

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Luego de la situación extraña en el bar, me fui a mi casa caminando. Necesitaba descansar de todo lo que pasó durante el día. Necesitaba estar acurrucada en mi cama, enredada entre las cálidas sábanas.

Abro la puerta de mi casa y grito el nombre de mi mamá. No responde así que sospecho que no hay nadie. Parece ser que ya empezó a trabajar hasta tarde. Típico de ella. Trabaja hasta cualquier hora sin importarle el tiempo que pasa conmigo. O, mejor dicho, el tiempo que no pasa conmigo.

Subo las escaleras y entro a mi habitación. Dejo caer mi mochila contra el piso y me acuesto en la cama; sin siquiera cambiarme de ropa o quitarme los zapatos. Necesito descansar; eso es todo lo que quiero.

Y así, unos minutos después, sin saber cómo, mi cerebro deja de revivir los hechos que ocurrieron durante el día. Mis ojos se cierran y dejo que el sueño se apodere de mí.

***

Abro los ojos de a poco. Aunque sigo viendo todo oscuro. Debe ser de noche todavía.

«Qué hora será?»

Miro el reloj que está sobre mi mesita de luz y lo compruebo —es la una y cinco a.m. «¿Por qué mierda estoy despierta a esta hora?»

Me incorporo lentamente y restriego mis ojos con la mano derecha, intentando recordar cuándo fue que me quedé dormida. Odio esta sensación de recién despierta en la que uno no recuerda su nombre ni apellido.

Lentamente voy recordando algunas cosas y recuperando la conciencia. Me levanto de a poco de la cama—el dolor de espalda todavía persiste—y me dirijo al baño. Necesito una buena ducha—eso es todo lo que puede despejarme y hacer que me olvide de este intenso primer día de escuela. También tengo que sacarme este asqueroso uniforme; no entiendo cómo pude dormir con esto encima.

Sin embargo, si me doy una ducha, seguro el ruido del agua despierte a mi mamá. Esa mujer tiene el oído más desarrollado que la nariz de un sabueso. Siempre escucha cualquier mínimo movimiento que yo haga a la noche, incluso cuando está dormida. Es muy extraño, pero sorprendente.

Después de unos minutos dándole vueltas a este asunto, decido que lo más probable es que ni siquiera haya vuelto a casa, ya que, si volviera a casa y me viera dormida, estoy segura que me despertaría. Ella está en contra de las siestas en la tarde. Algo un poco paradójico considerando que vivimos en un pueblo en donde hasta los negocios cierran en el horario de la siesta.

La idea de que mi mamá no esté en casa ahora mismo me preocupa un poco, porque, si todavía no volvió a casa, ¿dónde está?

Decido salir de mi habitación e ir a la de mi madre. Bajo la escalera despacio hasta la segunda planta, sin hacer ruido. Cuando estoy enfrente de la habitación, abro la puerta lo más despacio que puedo. La pieza está a oscuras, pero un pequeño destello de luz que entra por la ventana me permite ver que mi mamá no está ahí, lo que me parece muy extraño. Voy a la otra habitación, la de huéspedes. Quizá llegó muy cansada de trabajar y, como esta se encuentra más cerca de la entrada que su habitación, puede que se haya quedado ahí. Pero no, obtengo el mismo resultado que en la anterior. Las otras habitaciones de la casa se encuentran a oscuras también, por lo que descarto la posibilidad de que mi mamá esté ahí.

Mi preocupación se agrava. ¿Por qué no está en casa? ¿Y si le pasó algo? ¿Y si le robaron? Pero, ¿Y si...? ¿Y si está...herida? Sacudo mi cabeza. Estoy haciendo un problema de la nada. No puedo pensar cosas tan negativas y extremistas sin siquiera tener pruebas. Seguro que hay una explicación sensata para eso. Aunque lo raro, es que, si se hubiera demorado en el trabajo o algo, me habría avisado por un mensaje o llamada. Y, con esa idea en mente, me doy cuenta que no pude revisar el celular desde las cinco de la tarde. Seguro me mandó algo y yo acá haciéndome problema por algo que tiene una explicación lógica.

Subo corriendo a mi habitación y agarro mi celular. Efectivamente—tengo dos llamadas perdidas de ella y un mensaje enviado a las diez y cincuenta y dos. También tengo unos mensajes de Casy que prefiero no leer ahora mismo. No quiero ocupar mi cabeza con ese tema.

Abro el mensaje y lo leo. Es cortito, simplemente dice: «Voy a llegar tarde.» No especifica la razón, pero supongo que debe ser porque tiene que quedarse trabajando en el bar—no hay otra explicación posible. Mi mama no es una persona muy sociable, tiene un carácter especial, así que dudo que esté saliendo con alguien y me lo esté ocultando, ella no es así. Pero, ¿por qué algo me dice que debo dudar?

En ese momento el timbre de la casa suena e interrumpe mis pensamientos. Al principio creo que puede ser mi mamá, pero dejo esa idea de lado rápidamente y me doy cuenta que si fuera mi mamá no tocaría timbre porque tiene llave. Entonces, ¿quién será? Nadie tiene la dirección de mi casa todavía, así que podría ser cualquiera.

Bajo las escaleras y me apresuro a abrir la puerta. Mi sorpresa es muy grande cuando veo a Casy parada enfrente mío. Está despeinada, con una remera negra escotada y unos shorts grises muy cortos. Le quedan muy bien, debo decir.

—Hola... perdón que venga a esta hora, pero... te mandé algunos mensajes y... mejor hablemos adentro. ¿Puedo pasar? —dice con un tono muy bajo, tímido y nervioso.

Reflexiono la situación un momento. No es buena idea que entre en casa ahora mismo. Mi mamá debe estar por llegar y estoy segura que se armaría una buena si se entera que dejé que una chica que acabo de conocer viniera a casa a la madrugada. No me lo perdonaría y no me hablaría en toda la semana, lo que me haría sentir mal y culpable. Aunque por otro lado... no dejo de pensar en ella y en las cosas que ocurrieron hoy, así que...

—Claro, pasá —digo mientras me hago un lado para dejarla pasar.

Cierro la puerta y suspiro. Sé que más tarde me voy a arrepentir de esto, pero necesito que me explique lo que ocurrió hoy. Tengo muchas dudas y no dejo de darle vueltas a todo. Sus amigos; el hecho de que ya me considera su amiga —OK, esto es algo un poco tonto, pero para mí tiene importancia—; que quiere que me sienta más cerca de ella —de nuevo, algo tonto quizás, pero importante en el mundo de Hannah—; lo que dijo Leonardo de que ella... cada viernes... bueno, saben a qué me refiero. Todo eso revolotea en mi cabeza y no paro de pensar y pensar y pensar. Quiero aclarar mis dudas, aunque sé que no voy a saber todo así como así. Lleva tiempo conocer a una persona. ¡Incluso matrimonios de diez años no se llegan a conocer del todo!

Por otro lado, también quiero pasar tiempo a solas con ella. Es la primera persona que se me acerca con el fin de ser amable conmigo, nada más. No tiene intención de molestarme, maltratarme; o lo que sea que me solían hacer esos estúpidos en mi otra escuela. A esta chica en serio le importo. Se portó muy bien conmigo desde el principio. y aunque sé que no la conozco bien del todo, puedo notar que sus intenciones son buenas, por lo menos hasta ahora. Esta podría ser mi primera oportunidad de tener una mejor amiga... o eso creía. 

La tormenta perfecta en una habitación serenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora