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Miles de personas nos buscan día a día para que nos corten la cabeza o simplemente morir en la horca frente a miles de personas.
A nosotros tres.
Sasori, nuestra hija Yodo y a mí. Nos buscan por cielo tierra y mar, pues somos los piratas de la tripulación de Scorpion. Akasuna es el capitán y nuestra tripulación es extremadamente jodida.
Por un lado tenemos a Konan —nuestra navegante—, quien tiene un extraño poder de convertirse en papel filoso y matar a las personas por sus cortadas.
Hidan y Kakuzu son unos malditos extraños, mientras que uno es un avaro, el otro está obsesionado con un dios. Pero al menos ayudan en todo lo que se necesita tanto para el barco y las múltiples batallas que tenemos con soldados de los reyes y marinos.
Yahiko tiene un poder parecido a Konan pero este lo hace con el agua.
Para finalizar, Sasori es el que tiene un poder extraño desde su nacimiento, puede producir veneno de escorpión que solamente lo puede producir si es necesario de manera desconocida, muchas veces puede ser con humo y otras veces lo hace de forma líquida.
En cambio yo tengo un poder creado por una maldición de los piratas de la familia Uzumaki. No puedo morir, bueno, sí lo haré, pero viviré el doble de lo que viviré normalmente, esa maldición se hace llamar como «La maldición de la Parca Uzumaki» Lastimosamente, veré primero morir a Sasori y Yodo, veré morir a todos y yo seguiré viviendo.
—Papá —interrumpe mis pensamientos la chica rubia que es mi hija, mi hija adoptiva—. El mapa, ya lo tiene Konan, duraremos unos dos días en llegar.
—¿Ya Sasori lo sabe? —pregunté emocionado.
Nostros hemos buscado el tesoro de la isla de la muerte, que prácticamente para encontrar no es necesario... Entrar al mundo de los muertos. Pues es el mismísimo tesoro del diablo, que es una pequeña perla que te permite desear todo lo que quieras, cualquier deseo.
Y todos decidimos que Sasori deseará siete perlas para que nuestra tripulación también desee lo que se nos antoje.
—También que dijo que fueras a nuestra recámara —mencionó la niña rubia—. Quiere hablar contigo de algo.
—Bien, encárgate de la vigilancia y ayúdale a Konan con lo que te diga —ordeno.
—Está bien papa.
Muchas veces me dice papa, pues una vez me tiraron una papa y me desmayé por dos horas, sí, mi distracción provoca muchas cosas malas.
