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Kamiruzu Deidara, un joven aficionado hacia la lectura, estudiante de bellas artes, un soñador, como muchos lectores, deseando vivir en una fantasía, pero no será así, vivimos en un mundo cruel, donde los sueños son pisoteados y desechados, si no encajas pierdes, así funciona la vida.
Refugiándose en la lectura, en los sueños, en la fantasía, en todo a lo que lo humanos no aferramos, solo para escapar de la realidad.
Su lugar favorito; su habitación, su lugar seguro, su santuario.
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Como de costumbre me dirijo hacia la biblioteca, intentando desaparecer de mi rutinaria vida, pensando en que deberia terminar uno de el montón de libros que tengo en espera.
Entre ese montón uno me llamo la atención, se encontraba descagastado y era de un tono negro, agarre el libro, —El diario del escorpión— Murmuré.
Es algo curioso aquél libro, no me suena de ninguna parte, tal vez sea de algun escritor independiente.
Me llama la atención el echo de que este escrito con tinta y las hojas se encuentren desgastadas, al parecer lleva algunos años aquí.
No le di mucha importancia a esos detalles y decidí guardarlo, tal vez cuando llegue a casa lo lea. Trabajo en Akatsuki, es una tienda musical, no es lo mío pero con el sueldo que gano aguanta las necesidades, no tengo amigos ni familia, vivo en un apartaestudio en Londres.
Al fin de esta cansada rutina llego a mi hogar, dejando mis zapatos en la entrada y lanzándome al sofa. Enciendo la tv con la esperanza de aliviar mi aburrimiento, desgraciadamente no hay nada más que los tipicos anuncios y series repetitivas, maldita Elif te aborrezco.
Mi única opción ahora es leer el libro que encontré en la biblioteca. Saque el libro de mi mochila y pase la yema de mis dedos por la desgastada portada trazando cada letra del Diario del escorpión:
