𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐌𝐎𝐕𝐈𝐄
𝐭𝐡𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐛𝐚𝐧𝐠𝐚𝐥𝐭𝐞𝐫 - 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧 𝐚𝐟𝐭𝐞𝐫 𝐚𝐥𝐥 𝐞𝐫𝐚
LOS VIERNES SON NOCHES DE PELÍCULAS EN MONTMARTRE. Cada semana los parisinos se reúnen en el autocinema del Parc des Buttes-Chaumont para ver las películas anunciadas durante la semana; con la duración límite hasta pasadas de la medianoche, los que frecuentan el evento suelen quedarse hasta la última proyección, la cual suele tratarse de un cortometraje o película inesperada para cerrar el día. Siendo Thomas el asistente más constante de la ciudad cada vez que podía asegurar su estancia en el distrito.
Después del estreno de «Electroma» en el Festival de Cannes, finalmente el dúo se ganó un tiempo libre (al menos por algunos meses), lo que significaba que el rizado regresaría a su hábito de acudir al autocinema. Sin embargo, esta vez quería que la joven, con quien había pasado los últimos meses apoyándolo en sus proyectos, compartiera esa noche con él. Por lo tanto, en la misma noche en que el evento sería, se apresuró en comentárselo a la chica mientras ambos descansaban, en uno de los sillones del estudio, los primeros minutos de sus vacaciones.
La emoción con la que Thomas le hablaba del lugar creó en ella curiosidad, pues, ya hacía tiempo en que no lo veía expresarse de tal manera. Aunque últimamente se habían enfocado a sus asuntos laborales, la joven desarrolló una gran estima hacia el francés conforme compartían el tiempo y aprovechaban para conocerse más. Había algo de él que la seguía sorprendiendo, no sabía si eran sus labios curvados, la espalda encogida en concentración, o el cabello rizado que se proyectaba en la pared del estudio con determinación. Pensamientos que ocasionaron que, con un sonrojo y emoción oculta, gustosamente ella acepte su invitación, disfrutando de su amplia sonrisa al recibir su respuesta.
—¿Cuál será? —ella pregunta mientras dirige su vista hacia él. Al entender que se refería a la película, el francés no dudó en sonreír aún más y negar con diversión: «No te diré». A lo que ella se enfurruña levemente entretanto intenta conseguir más información al respecto. «¡Es una sorpresa!», él finalmente exclama acompañado de una carcajada al observar sus expresiones. La joven, inevitablemente contagiada por su risa, desvía su rostro para evitar demostrarle un sonrojo de su parte. Es cuando se siente lista para regresar su mirada hacia él, que regresa a observar discretamente cómo retira sus manos huesudas del respaldo de aquel sillón y recarga su cabeza en la parte superior del sillón en tanto su sonrisa se conserva en su rostro—. ¿Al menos me dirás la hora? —bromea con sutileza, ocasionando que él abra sus ojos en pasmo y se apresure a revisar la hora en su reloj de muñeca.
La noche los había alcanzado, significando que se tenían que apresurarse a llegar a la función que sería dentro de unos cuantos minutos.
En la acelerada caminata hacia el automóvil, Thomas aprovecha el momento para tomarla de la mano y apaciguar el paso de ambos para evitar algún descuido que pudiera ocurrir. Acto que ayudó a llegar de forma más tranquila al vehículo entre tanto ambos lograban apaciguar sus alteradas respiraciones e intercambiaban sonrisas cada vez que se daba el contacto visual.
Una vez en el recorrido, la joven se topó con una estación de radio francesa que comenzó a transmitir «Good Times» de Chic, seguida de otras canciones que originaron el baile de cabeza y brazos al son de la música mientras arribaban a la entrada del lugar. Sin dejar su ritmo, la joven admiraba la pacificidad con que la oscuridad inunda la plaza bajo la luz de la luna, demostrando que la hora era más que la indicada para disfrutar de la noche. Los más mínimos sonidos urbanos pasaban a un segundo plano y las luces provenientes del alumbrado le daban una agradable sensación al lugar.
—¿Qué te parece? —la emocionada voz del francés capta su atención, intuitivamente generando que ella voltee y se encuentre con una caja de palomitas que es sostenida por una de sus manos, mientras que, con la otra, sujeta una caja de golosinas; ante lo último, la joven sonríe ligeramente, pues, recordaba los días en que su francés se había escapado del trabajo por unos minutos y regresado con unos cuantos envoltorios en los bolsillos de sus pantalones. En tanto ella le ayuda a posicionar el envase de palomitas entre los dos, ocasionando que sus manos rocen ligeramente, ambos lograron presenciar cómo la pantalla de grandes dimensiones comenzaba a proyectar una cuenta regresiva. «Parfait», fue su respuesta mientras contemplaba cómo la posición es la adecuada para disfrutar de la pantalla completa, entretanto el francés la observa tiernamente y con la satisfacción de verla sonreír.
—Ahora entiendo —agrega una vez que volteó a ver una de las cajas que trae entre manos. Él, desenvolviendo unas cuantas golosinas, asiente divertidamente ante su comentario, arrimando la caja para invitarle unas cuantas y probarlas al mismo tiempo. Cumpliendo más que las expectativas que tenía, el sabor encapsuló magníficamente el efecto cautivante y sutil en el paladar. De tal manera, que no recordó la vez en que cerró sus ojos para disfrutar del momento. Al abrirlos, se encontró con un francés perdido en su deleite. «Ils sont délicieux!», exclama con emoción mientras cierra sus ojos al recordar el sabor que capturó sus papilas gustativas.
—...Es lo que los hace especiales —agrega mientras conserva sus ojos cerrados. La joven ladea levemente su rostro para tener una mejor versión de sus extasiadas facciones, y es entonces que se pregunta en voz alta si él habría encontrado algo más que pudiera acercarse a ese momento tan especial. Algo que él no duda en responder:—. Tú —sonríe—. Tú al estar aquí conmigo es perfecto —finaliza justo cuando sus ojos castaños recaen sobre una atónita joven.
Él pone una de sus manos sobre las de la joven para retirarle los envoltorios, sin embargo, fue el movimiento de las de ella lo que lo terminaron sorprendiendo. Éstas comenzaron a subir lentamente desde sus muñecas hasta sus hombros, en donde se separaron hasta recaer sobre su rostro para dar un pausado y cuidadoso recorrido con sus dedos, estudiando cada componente. Desde su barbilla desnivelada hasta los rizos que recaen sobre su frente sudorosa, lentamente acercó su rostro al del francés conectando su mirada rápidamente.
Invirtiendo los roles, la chica sonríe al identificar los ojos pasmados del francés. Invadida por su fragancia masculina, utilizó los efectos cítricos y avainillados como intensivos para romper la poca distancia que hay entre ambos. En toques lentos, delicados y dulces que parecían llenarla por completo, él le corresponde audazmente mientras sostiene su barbilla y, con un otro tacto cuidadoso, su cintura. Lejos de rechazar aquel gesto con sorpresa, ambos se separan por mínimos segundos para sonreír tímidamente y repetir los mismos movimientos cuando el francés acaricia suavemente su mejilla mientras su sonrisa se conservaba.
Es entonces que el contador terminó y la película comenzó.
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One Shots; Daft Punk
FanfictionOne shots de los integrantes de Daft Punk, Guy-Manuel de Homem Christo y Thomas Bangalter. [Escritos por @AnalogueBubblebath y @AvsDeRoy] / [Daft Punk x Reader]