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──Dios mío, sería justicia que llegáramos aquí ── Resoplé cuando las puertas del elevador se abrieron, siendo la primerita en salir arrastrando mis maletas, mamada. ──Esto no es un edificio, parece más bien un rascacielos ──Agregué, viendo el ventanal gigante que mostraban los otros edificios que están del lado derecho.

SooMan nos llevó al antepenúltimo piso, no imagino que voy a hacer si en esta vaina ocurre un terremoto. Me tendría que lanzar de la ventana y que sea lo que Dios quiera.

──Son edificios, pero con sólo trece niveles ──Explicó el señor con una risita burlona al ver que los muchachos y yo fuimos al ventanal para ver hacia abajo. Naguevoná, uno se tira desde aquí y debe de durar un día para llegar al suelo y conocer a Dios, Chávez y su compañía. ──Los edificios de aquí se asemejan a los rascacielos, pero los mismos superan mucho a estos edificios. Vayan al Lotte World Tower para que vean un verdadero rascacielos  ──Dejé de observar el edificio de al frente para voltearlo a ver.

Él estaba introduciendo un código ahí todo loco en un tipo de panel o control que estaba junto al marco de la puerta. La misma era la cuarta que se encontraba del lado del elevador, alcé ambas cejas cuando la abrió y sacó unas llaves de su pantalón.

──El código es dos dos tres cinco, pero lo pueden cambiar yendo a los ajustes  ──Entró al departamento y me vi persiguiéndolo curiosa. Los muchachos dejaron de mirar como los propios gafos el ventanal para seguirme.  ──En la cocina, justamente en el refrigerador está el manual pisado con un imán de frutas  ──Se estaba quitando los zapatos en el pasillo de lo que sería la sala de estar.

──¿Este es el departamento, señor? ──Gabo miró desde afuera como Toño y yo.

El señor Soo se puso unas pantuflas negras para voltearnos a ver acomodando sus lentes.

──Por supuesto, no creo que sea normal saber todos los códigos de este edificio y entrar a todos los dormitorios como si fuera mi casa, Gabriel-ah ──Apreté mis labios con ganas de reírme por el sarcasmo tan descarado que dio el don. El "perdón pues" susurrado de Gabo indignado, hizo reír a Antonio por lo bajo. ──Bien, pueden entrar y quitarse los zapatos si quieren ──Señaló un mini estante en dónde habían cuatro pantuflas ahí.

Fruncí un poco los labios. 

¿Por qué tendría qué quitarme los zapatos? ¿Limpiaron antes de que llegáramos? Dios mío, no entiendo.

──¿Nos quitamos los zapatos?  ──Pregunté sin saber que hacer al ver que Gabriel y Antonio entraron.

──Si quieres te lo quitas, yo si lo voy a hacer porque me duelen los deo's de las patas ──Antonio como sutil y típicamente hablaba, colocó sus maletas y las mías al lado del estante para agacharse y quitarse los zapatos. Gabriel estaba haciendo lo mismo pero ya se estaba poniendo las pantuflas, andaba serio el ridículo.  ──Ay, al fin descansan mis piecitos no joda  ──Soltó un suspiro moviendo los dedos de los pies que estaban cubiertas por las medias que aún carga.

Si estos indios se quitan los zapatos, no veo el peo de quitármelos también.

Entré al departamento para empezar a quitarme las botas, me dolían los pies por tener los zapatos bastante tiempo, pero al sacarlos de allí echaron un respiro, así que los masajeé un poco antes de agarrar unas pantuflas de pato. Los pasé a mis pies y me levanté del suelo.

──Te quedan de pinga  ──Sonó burlón Toño, por lo que le di un coñazo suave en el brazo para que caminara hacia adentro, ya que Gabriel se había ido detrás del don para preguntarle vainas que se le ocurrían por su paranoia de viejo.  ──¿Viste que el marico éste se arrechó porque te le quedaste viendo a los carajos del ascensor? Si es delicagado ese mamaguevo  ──Murmuró riéndose nasalmente.

i'm venezuelan mardito chino:liù yángyáng。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora