──Esta es la cafetería de los trainees, más que todo la utilizan ellos mismos y algunos entrenadores ──Kyung abrió la puerta de par en par del dicho lugar. Ahí fue cuando vimos a un poco e' gente hartando en las mesas, que por supuesto, no dudaron en voltear a vernos con caras de poker face. ──Los jóvenes que están en ropa deportiva son aprendices, normalmente es ahora que ellos desayunan si no alcanzan el tiempo en hacerlo en sus dormitorios. Aquí la puntualidad es arrecha, mis gordos ──Aclaró haciendo un gesto cansino con su boca.
Me fijé bien en el lugar, todo estaba completamente limpio y ordenado, a excepción de las charolas de hierro que habían en las mesas, siendo utilizadas por los aprendices de la compañía.
Y poniendo atención a los chamos, ninguno era feo en esta vaina, naguevona'.
Alcé una ceja al percatarme de un carajito que se me hacía muy familiar, sobre todo porque ya no traía adherido los brackets en sus dientecitos blancos ya derechos y un pibito con el cabello teñido de rubio estaba sentado a su lado haciéndole compañía, ese mismo estaba observando todo lo que hacíamos al recorrer el lugar mientras Kyung explicaba y yo lo mandaba a hacerse un collar con la bola que le estaba parando, el pibe le codeó el costado interrumpiéndole el desayuno al chamito que había conocido hace unos días atrás en el negocio de los pures de Valeria Lian.
Le dijo algo al oído y como si fuera la carajita del exorcista, al girarse y poner su atención completamente sobre mí, peló los ojos como si hubiera visto una vaina del otro mundo. Solamente procedí a prestarle atención a lo que estaban hablando los otros pajúos para hacerme la webona.
Antonio bufó. ──O sea, que si me dan ganas de cagar a las siete de la mañana, tengo que posponerlo pa' pirar pa' 'cá ──Los tres lo vimos con si tuviera un ojo de más en la cara. Éste se empezó a reír, encogiendo los hombros. ──Cagar es uno de los placeres más felices de la vida, sería feo cortar la nota sólo porque hay que estar dos horas y media antes de la hora asignada ──Refunfuñó.
──Sí marico, pero tampoco queremos saber que te levantas a las siete de la mañana a cagar ──Solté con toda la obstinidad del mundo. Ya empecé a notar el hambre tan astral que me estaba dando. ──Kyung ¿Podemos comer algo aquí? No desayuné bien en el departamento por los nervios ──Rasqué mi cachete derecho, viéndolo con una mueca. Gabriel me pellizcó el otro cachete con una sonrisa tierna en sus labios, Kyung notó aquello por lo que juntó sus cejas.
Epa, no es lo que piensas brothersito.
──Claro, pero vayamos a la cafetería del doceavo piso ──Nos sugirió haciéndonos señas con la mano para que lo siguiéramos. ──Al que digo sirven mejor comida que la de aquí, pero shhh, sólo es para los idols de la compañía ──Llevó su dedo índice a sus labios, para luego con una sonrisa pícara, guiñarnos un ojo.
Coño, y entonces ¿Cuántos pisos tiene este edificio, trescientos treinta y cinco?
──Vergación... Menos mal que no soy aprendiz aquí, me arrecharía bastante con burda si supiera que le dan mejor comida a los cantantuchos que a los pobres que sueñan serlo ──Gabo frunció los labios, observando a los carajitos de una mesa donde estábamos pasando. Estos al verlo, solamente hicieron una reverencia corta con la cabeza. ──Parecen carajitos de doce años. Ni siquiera deben de tener pelos en el...- ¡Ay! ¿¡Ya vas a empezar con la webonada Mariana!? ──Sobó su costado derecho del abdomen por donde yo misma no dudé en pellizcarle. Kyung y Toño negaron con la cabeza con resignación antes de empujar las puertas de la cafetería y salir.
──Deja de criticar, no joda. Siempre te la vives amargado ──Lo medio regañé, mirándolo de mala manera. Éste solamente se encogió de hombros como si nada. ──Si se ven carajitos o no ese peo no es tuyo, así de sencillo ──Me crucé de brazos, pasándole por un lado.
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i'm venezuelan mardito chino:liù yángyáng。
FanficAquí les escribo rapidito una vaina antes de entrar a leer porque este chisme está más bueno que el de las novelas por Televen, vayan buscando sus cotufitas y sus refrescos porque esto va pa' largo mis amores. Para empezar, yo era una caraja normali...