dos: solo olvidalo.

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Las miradas de ambos chicos toparon, el castaño desvío primero la suya, nadie se dio cuenta de aquella escena que hicieron, ni siquiera Ban quien fue el que provoco aquello, solo lo recordaban ellos dos.

– King, ¿estas bien? —Pregunta Merlín sacando de sus pensamientos al nombrado.

– S-Si, solo estaba pensando —Sonríe tratando de ocultar sus nervios.

– Me siento algo mareada —Se queja diane.

– Después de todo lo que te tomaste, como no —Dice Ban burlándose de la joven

– Cállate —Dice avergonzada.

Los jóvenes se habían quedado a dormir en casa de la albina por lo que ahora tocaba ir a sus casas, la incomodidad de los dos de baja estatura era enorme aunque solo fue visible para la mayor de edad.

El castaño y rubio se despidieron para empezar a caminar al departamento que compartían, el silencio continuaba, y trataban de no verse a los ojos, llegan a su hogar, el mayor de los dos abre la puerta.

– King —Meliodas trato de llamar la atención de su compañero.

– Hablamos lue-luego, a-adiós —Corre hacia su habitación.

Un suspiro se escapa de los labios del rubio quien no sabe como afrontar la situación, todo era confuso, especialmente por la sensación que tuvo durante ese pequeño beso.

Las horas pasaban y el castaño se mantuvo encerrado en su cuarto, en estos momentos estaba en videollamada con su hermanita, mientras que el rubio se alistaba para ir a visitar a unos viejos amigos suyos.

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– ¿Algo raro pasa entre esos? —Mira raro como actúan cuando están juntos el rubio y el castaño.

– Ni idea —Le responde la castaña.

– Desde la fiesta están así —Comenta el de lentes.

– No vi nada raro ese día —La albina trata de recordar algo.

– ¿y si les preguntamos? —Diane de levanta tras decir aquello dirigiéndose a los jóvenes protagonistas de su conversación.

– Grandulona —Saluda Ban.

– Hola, chicos —Sonríe leve. – King, Meliodas, ¿están peleados?

Los nombrados miran a la joven y se voltean a ver, King desvía la mirada con un leve sonrojo y niega con su cabeza.

– N-No, ¿Por qué? —Cuestiona nervioso el castaño.

– Pues no parece, se han estado evitando todo el día —Se queja Diane con un puchero.

– No pasa nada, debe ser tu imaginación, Diane —Meliodas sonríe como si nada pasará.

– Bueno... Tal vez estoy equivocada —Hace una mueca.

– King, me entere que se inscribió al concurso —Cambia de tema la albina.

– Si, y ya comencé, antes de que nos reunamos plante mi semilla —Habla contento.

El celular de Meliodas impide que la conversación siga, este ve extrañado su móvil pues no tenía el número agendado.

– ¿Quién habla? —Cuestiona.

Soy yo, Gloxinia... Me pasaste tu número hace rato, ¿lo has olvidado? —Ríe el joven atrás ve del teléfono.

﹫por una apuesta. 	﹟melingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora