15:Nuestro hogar.

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El eco fantasmal de sus pasos le provocó escalofríos, obligandola a girar la cabeza sobre su hombro continuamente. Pero atrás no había nada, sólo una inmensa oscuridad, el olor a humedad que desprendían las gastadas paredes se fundía con su propia respiración, todo era tan bizarro y confuso.
Sólo una cosa era clara: Qué tenía que atravesar el pasillo grisáceo frente a ella, no sabía dónde estaba o qué hacía allí, pero lo que sí era seguro es que debía buscar una salida. Y esa salida estaba al final del corredor, sólo era una corazonada.

Una risilla lejana llegó a sus oídos.

-Ino-san...

Se detuvo en seco buscando el origen de la voz. Un vacío indescriptible lleno su pecho y las repentinas ganas de llorar la abrumaron. Llevo una mano a su rostro tocando la humedad de sus mejillas, no entendía porque le dolía.
Algo la hacía sentir incompleta, cómo un rompecabezas con una pieza faltante, había perdido algo, se lo habían arrebatado, lo que fuera o quién fuera, le hacía falta muy profundo en su pecho... en su corazón.

Estaba cansada de vagar en la nada. Sus recuerdos parecían espejismos que desaparecían tan rápido como llegaban, le frustraba no recordar quien era, qué había perdido, y que hacía ahí. Retomó su camino con lentitud o quizá precaución.

-Ino-san...

De nuevo esa puñalada invisible que le hería el alma, la vocecilla dulzona la hacía caer en un huracán de emociones, pero la pequeña silueta que divisó por el rabillo del ojo fue un hilo suelto de su memoria.
Giró de inmediato sólo captando los olanes blancos del vestido de aquella silueta desapareciendo en la oscuridad, sin embargo, no se movió, estaban frente a frente, no había respiración que delatara la presencia contraria, sólo una sensación de su mirada. Podía ser el juego de la espesa oscuridad que le seguía de cerca, sin embargo, los bellos de su cuello se erizaron.

-¿H-hola?

El eco de su propia voz se vio amplificada llegando a provocar una ligera vibración.
Pero no hubo respuesta, al menos no dicha, hubieron pasos, pasos que se detuvieron segundos después de que ella misma diera uno sin ser conciente.

-¿Hola? -repitió más segura, irónicamente, del terreno que pisaba.

Los pasos aceleraron y volvieron a detenerse, tan cerca, que podía distinguir con más claridad la silueta, ahora tenía la seguridad que la dividía de aquello únicamente una barrera imaginaria. Inexistente.

-¿Quién eres?

O quizá era un "Qué", no un "Quién". Sin embargo, confiaba en que nada la había atacado, aún.

Hubo una risa, inocente y risueña.

-Eso... no es una respuesta -Ignoró la sonrisa que se coló en sus labios a la par que sus palabras salían lentamente.

-¿No lo esh, Ino-san?

Entonces una manita surgió de las sombras, tan pequeña e inofensiva, tal como la voz que le respondió. Una paz inexplicable tomo posesión de su pecho.
La manita se mantuvo extendida, extendida hacia ella, como esperándola, entonces Ino... casi adormecida, la tomó.

No sabe si aquello que sintió fue felicidad o dolor, pues rió y un torrencial de lágrimas mancho sus mejillas. Jamás entenderá que la llevó a dejarse caer de rodillas derrotada finalmente, pero los bracitos que le sujetaron un instante los hombros antes de rodear su cabeza, hizo que el dolor se esfumase como niebla.
Los recuerdos la golpearon, amontonandose unos sobre otros, despertando un terremoto de filmes cortos y revueltos. Pero una palabra emergió de ellos como en punto de salvación.

Papá soltero✔ Hija prodigio✔ Y...¿¡Mamá sustituta!?✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora