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Para Jongho, Yeosang era un bebé que debía proteger de todos.

Para los demás, Yeosang era un demonio con cara de ángel del cual había que protegerse.

Bueno, no para todos, solo aquellos que decidían meterse con él cuando estaba solo.

Yeosang no era tan indefenso como Jongho pensaba que era, tenía cierto carácter poco agradable que sacaba a relucir cuando alguien le sacaba de sus casillas o se veía con el derecho de molestarle. Si era tímido y si le costaba relacionarse con la gente, pero no le temblaba la mano al momento de meterse con alguien y tampoco se dejaba intimidar con demasiada facilidad, obviamente, cuando su pelirrojo mejor amigo no estaba a su lado. Cuando si, por alguna razón Yeosang se volvía una masa de nervios con cualquiera y un ser tan vergonzoso y torpe que llegaba a ser molesto. Pero toda esa molestia se esfumaba cuando Jongho le protegía de cualquier cosa o mostraba preocupación por él. Le gustaba sentirse protegido por el pelirrojo, sentirse como un niño llorón y torpe. Era extraño, incluso algo bizarro, pero Yeosang estaba bien con tener los ojos de Jongho encima y sus manos cuidándole bien, era una faceta dulce de él que tapaba su mal carácter que había formado.

Justo en ese momento, Jongho había ido a secretaría a buscar un informe de notas junto con un certificado de algo a lo que Yeosang no prestó atención, y ahora mismo el pelinegro se había colado en el salón vacío del lado cuando por el rabillo del ojo observó al par de estudiantes que la semana pasada se habían referido a él como un perro faldero en el entrenamiento de Jongho.

Yeosang no era violento, pero si tenía una lengua picante y un aura intimidante cuando se lo proponía, al igual que un cierto gusto por sentirse superior frente a quien se disponía a molestarle solo por pensar que era un polluelo con su actitud tonta y suave con Jongho. Ver las lágrimas de ambas niñas ante su sombría mirada desde arriba era interesante.

"¿Quienes son los reales perros acá? Si ustedes son las que persiguen a los idiotas que juegan fútbol", se rio, agachándose a la altura del par de niñitas, "Por lo menos yo tengo dignidad, y a quien espero, si me tiene en cuenta en comparación a ustedes"

Palmeó sus cabezas como si fuesen simples mascotas y se levantó, porqus Jongho seguramente debía estar volviendo y quedaron de ir a su casa. Pero antes de salir del salón y mirando por sobre su hombro al par de niñitas encogidas, murmuró lo suficientemente fuerte para ser escuchado.

"Vuelvan a decirme perro, y yo no voy a ser el único que se vuelva a meter con ustedes"

Y salió al pasillo, borrando ese ceño fruncido y buscando a Jongho con la mirada. Encontrándolo un par de instantes después al verlo doblar por el pasillo en su dirección con los papeles en mano. Y como si no hubiese pasado nada en los últimos cinco minutos, es que se acercó dando pequeños pasitos con una sonrisa hacia su menor, ignorando al par de niñas que había enfrentado y como escapaban del salón por su costado en dirección contraria.

"Hey, ¿demoré mucho?", Yeosang negó, sintiéndose cálido al ver esa suave sonrisa para él, "¿No sucedió nada?", y el sentimiento se incrementó, porque Jongho siempre era atento con él, siempre le preguntaba si estaba bien o había sucedido algo.

"No, no pasó nada, ¿nos vamos ya?", preguntó con voz cálida, quería llegar a leer un manga con Jongho como siempre lo hacían encima de su cama.

Vio a Jongho asentir, así que girándose, comenzó a caminar en dirección a sus casilleros por sus mochilas. Sintiéndose pequeñito y a gusto cuando una de las manos de Jongho se situó en su espalda con suavidad, como si le estuviese escoltando y protegiendo cuando en realidad no había nadie en el pasillo.

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𝑪𝑳𝑼𝑴𝑺𝒀 𝑨𝑵𝑫 𝑺𝑯𝒀 𝑩𝑶𝒀 ⸗ ʲᵒⁿᵍˢᵃⁿᵍ #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora