4.Sentimientos.

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Los meses pasaron. Las vacaciones de Yule dieron paso a las de verano y al sexto curso de James y los demás.
Sirius y Remus estaban muy preocupados. Su mejor amigo, casi hermano, parecía estar desconectado de la realidad la mayor parte del tiempo. Más de una vez le habían escuchado hablar solo, riendo y bromeando, como solía hacer con ellos, antes de la muerte del slytherin. Incluso Lily y Lucius se acercaron a ellos hacía unos dias para preguntarles por el extraño comportamiento del castaño. En ese momento, Remus había negado levemente con la cabeza en dirección a Sirius, en una muda advertencia para que no dijera nada. Y es que ¿cómo iban a decirle al que había sido el mejor amigo de Severus y a su hermana, si no de sangre, sí de corazón, que James pensaba que hablaba con Snape? No. Lily se volvería loca y Malfoy haría encerrar a su amigo en el ala psiquiátrica de San Mungo y tiraría la llave.

- No podemos dejar que siga así Remmy - dijo en un voz baja Sirius a su pareja, mientras se recostaba en la cama de su lobito, poniendo la cabeza en el regazo del castaño.

James, ajeno a lo que hablaban sus dos amigos entre susurros, sentado en su propia cama, escuchaba a Severus algo embobado mientras el azabache parloteaba apasionado, sobre sus pociones experimentales, que era lo que más había amado en vida.

-... Y luego añadí a la mezcla las hojas de asfodelo, pero o eché demasiadas, o no las trituré lo suficiente porque el caldero explotó, haciendo que mi pelo se pusiera rubio platino como el de Lucius - contaba Severus divertido, haciendo reír a carcajadas a James. Mientras Sirius y Remus le miraban con una mezcla de pena y preocupación, salieron del dormitorio que compartían, dejando sólo al castaño.

¿Severus había sido así de divertido siempre? Pensó con nostalgia James. ¿Había sido siempre tan amable que incluso había perdonado a su torturador? ¿Tan desinteresado que aún con todo lo sucedido, le ayudaba con las redacciones y le enseñaba pociones incluso después de su muerte? ¿Había sido Severus siempre tan bello? James suspiró con tristeza. Daría lo que fuera por poder ver una vez más a Severus. Sus ojos negros repletos de fuego, que podían ser fríos y maliciosos cuando les había mirado a ellos, o francos y amorosos como cuando veía a Lily. Deseó poder ver esos oscuros orbes mirarle a él como habían mirado a la pelirroja, aunque ahora era imposible. ¿Por qué? Se preguntó en un susurro que solo Severus oyó.
El slytherin calló mirando al castaño con confusión.
James notó el silencio y miró a su alrededor anhelando ver la delgada figura del azabache. Sentir el suave y negro cabello, largo y de reflejos azulados, entre sus dedos. Notar la pálida piel del otro, comprobar la suavidad de sus mejillas, o la calidez que hubiera tenido su mano.
Esos meses con Severus, habían sido los mejores de toda su vida, pese a no poder verle. Y por mucho que lo deseara, eso nunca iba a suceder. Una lágrima solitaria, bajó por la mejilla de James, alarmando a Severus, que ansió poder abrazarle, secar esa lágrima y consolar al abatido león.

- James... - dijo Severus en un tenue susurro.

El gryffindor miró hacia dónde había venido la voz del azabache, observando con dolor el espacio vacío a los pies de su cama.

- ¿Por qué me enamoro de tí ahora Sev? - pregunto con la voz impregnada de angustia - ¿Por qué no pude hacerlo mientras estabas aquí, conmigo? Ojalá...ojalá pudiera verte de nuevo. Tengo miedo Severus.

El slytherin miró sonrojado a James. ¿Enamorado?
Severus tapó su rostro con sus manos, agradeciendo que James no pudiera verle apenado por la confesión del león.
El azabache sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos y se centró en su ciervo.

- ¿ Miedo? ¿Por qué James?

Severus estaba confundido. Jamás hubiera imaginado que un gryffindor, sobre todo ESE gry, admitiera alguna vez sentirse así.

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