5. Redención

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"HEREDERO POTTER EN SAN MUNGO"

"EL HEREDERO DE LOS POTTER CON UNA CRISIS POR EL SUICIDIO DE UN COMPAÑERO"

"JAMES POTTER RECLUIDO EN SAN MUNGO"

El escándalo no tardó en sonar en todos los lugares de Inglaterra mágica con semejantes titulares. Y cómo no, si el heredero de una de las grandes familias sangre pura del país estaba recluido en el ala psiquiátrica de San Mungo, por alucinaciones y psicosis aguda, que parecía derivar en psicosis crónica.
Fleamont y Euphemia estaban devastados. Su único hijo parecía vivir en su propio mundo, y no creían que fuera a volver en sí jamás. Las semanas pasaban y James no mejoraba, según el psicomago que le atendía.

- James...

El castaño negó con vehemencia y cruzó sus brazos de forma decidida.

- James, por favor...

- ¡No Sev! - exclamó James resuelto- No pienso negar tu existencia ni si quiera para salir de aquí. Eres mi novio, te amo y jamás te negaría.

Severus bufó fastidiado. Su novio era el ser más terco del mundo.

- Por favor James, amor. ¿Cómo crees que me siento de verte aquí encerrado? Hazlo por mi, te lo ruego. Sólo di que no existo, que todo está en tu cabeza.

- No Sev, escucha amor, no puedo ni quiero hacer eso. Yo soy feliz aquí. Estoy contigo. Eso es lo único que deseo en esta vida.

Severus cerró los ojos con fuerza y pidió a Merlín que le diera paciencia.

Fleamont miraba a través del cristal de la puerta de la habitación de su primogénito cómo hablaba solo.
Cuando los padres de James llegaron a Hogwarts a buscar a su hijo, a causa de una "crisis nerviosa" y le internaron en el hospital, pensaron que sería algo temporal y que mejoraría en poco tiempo, si recibía la ayuda adecuada, pero ya habían pasado más de cinco meses y no parecía que fuera a reaccionar en un tiempo indefinido.
Euphemia se acercó llorosa a su esposo. Ver a su hijo en ese estado la estaba matando en vida. Para ella, James lo había sido todo, a causa de su dificultad para concebir, ahora, su precioso hijo estaba totalmente ido, por ese mestizo que se había matado en su presencia. Y no es que pensara que ese pobre chico tenía la culpa de todo lo que pasaba ahora, ese joven había sufrido demasiado y habían lamentado ese desenlace. Pero una pequeña parte de ella, no podía evitar culpar a Severus Snape por lo que le ocurría a su hijo.

- Fleamont, el medimago quiere hablar con nosotros - dijo la señora Potter en un tono preocupado.

El mayor asintió y siguió a su mujer a través de los pasillos del hospital.
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- ¿Estará bien? - preguntó preocupado Remus a su pareja.

Sirius se pasó ambas manos por la cara, tratando de calmar sus nervios. No. El no creía que su hermano James estuviera bien en absoluto, pero no quería que su hermoso lobito se preocupara más, así que con una sonrisa que no engañaba a nadie, asintió tratando de sonar sincero.

- Ya verás que si Rem, él estará bien, saldrá de ahí pronto, iremos a la academia de aurores juntos y todo volverá a la normalidad.

Remus miró al azabache escéptico. Ese futuro le parecía demasiado optimista de parte de su novio. El castaño suspiró desganado. Todo lo que estaba pasando estaba de todo menos bien.
El licántropo miró la carta que tenía en la mano, preguntándose si ese sería buen momento para enseñársela a Sirius.
Remus se volvió como loco cuando sin explicación alguna, encontró la carta entre sus pertenencias en la habitación que compartía con Sirius y dos compañeros más en Hogwarts.
Cuando comenzó a leer su contenido, le costó un gran esfuerzo de contención no salir corriendo hacia San Mungo antes de que fuera demasiado tarde, pero confiaba en su amigo, y si James le había escrito a él, no le defraudaría aunque eso le partiera el corazón.

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