Prologo

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"Aquellos que huyen de sus demonios, con pánico en su cuerpo pero fingiendo que son dioses, osaron a adueñarse del poder del sol y la luna... Y aun así, eran capaces de llamarlo a el usurpador"

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La luna estaba en lo más alto del cielo, apenas un poco de luz brotaba de ella por su fase creciente, su luz era reflejada con creces en el agua del último océano y para tormento del astro, iluminaba una isla hecha por dioses y habitada por sombras. Tal vez ni una luna llena sería capaz de eliminar la oscuridad de aquella isla.

Las nubes negras decoraban las montañas de la isla y como si fueran flores en el campo, decenas de cadáveres yacían tendidos al margen de las ruinas; pertenecientes a un antiguo ejército. En la colina más alta, dos sombras distantes se batían en un duelo, los golpes de sus cuchillas resonaban con tal fuerza que si alguien lejano los escuchara podría confundirlos con truenos.

El asesino se deslizo rodeando a su oponente por su derecha, ante esto el guerrero previo su golpe lanzándose al ataque; sus hojas se intercambiaron en un rápido golpe que al chocar los lanzo a ambos en dirección opuesta, pero siguieron de pie. El asesino se apoyó apenas un segundo en el suelo y se enderezo soltando un pesado suspiro.

-¡Hagamos una tregua Renalt!- Dijo con su áspera voz- tú no eres mi objetivo.

Su oponente sostuvo con furor su pesada arma y avanzo un paso.

-¡¡Te creí mi hermano y traicionaste a la secta; a Avalon!!- Espeto con furia.

-¡La secta me traiciono a mí!- Contesto, reponiendo su guardia.

Su oponente se arremetió contra el con su hacha en alto, sin pensarlo esquivo su ataque y respondió con un golpe de la cuchilla trasera de su arma, acertando. El guerrero soltó un alarido de dolor e intento responder, al notarlo el asesino lanzo dos golpes más, el suelo entonces se tinto de rojo y la arena levito cuando el guerrero retrocedió bruscamente y apoyo su arma para tomar aire.

La cabeza y las heridas de su cuerpo empezaban a pesarle, lo noto cuando su semblante lucia mareado, aun así se sorprendió por el poder del cristal, gracias a el había logrado "derrotar" al formidable guerrero en frente suyo. El asesino se acercó, manteniendo su empeño de parar esta pelea.

-Tu reclamador está muerto, no tenemos por qué seguir-

Un gemido de frustración salió del guerrero e increíblemente o tal vez porque tenía el cuidado bajo, se abalanzó sobre él, tirando un firme golpe que apenas tuvo tiempo para agacharse, al recuperarse pudo bloquear otro y sus armas quedaron cruzadas encarándose ambos enemigos.

-¡Pagaras tu osadía! Usurpaste el poder de Avalon- Amenazo el guerrero, empujando con todo su cuerpo- La secta te matara y a esa ladrona.

Ante esta amenaza el asesino sintió un frio en lo más profundo de su ser que nunca antes había sentido tan intensamente y el dolor de sus heridas se hizo algo más notable. ¿Así se siente el poder de un dios?

El Usurpador de CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora