Los meses pasaron rápido y lo más crudo del invierno desistió al fin con la llegada de la primavera. Claro está, la primavera post volcánica consistía en días con un poco más de rayos de sol y uno o dos brotes de vegetación colándose entre la espesa capa de nieve. Aún así, era la época preferida de Sebastian.
Durante los meses de invierno, el joven príncipe se había dado a la tarea de acercarse y conocer a cada uno de sus guardianes. Sabía cada detalle de sus vidas y ellos sabían cada detalle de la suya. Creía firmemente que el vínculo de confianza sólo se daba si eran completamente sinceros y transparentes.
Sabía que el más gracioso era Anthony y podía pasar horas con él, jugando bromas a sus tutores. Scarlett era la más letal de los cuatro, a pesar que su apariencia dócil e inocente dijera lo contrario. Paul era un aficionado de los libros y pasaban tardes debatiendo algún punto de política. Chris, sin embargo... era otro tema. El vínculo que había hecho con él era más intenso que con el resto.
Entrenaban juntos a diario, el rubio enseñándole sus mejores movimientos a Sebastian y reprendiendolo cuando decidía holgazanear por allí. Le había enseñado a estar más alerta y a poder deshacerse de amenazas menores. Se quedaba a su lado hasta que el sueño lo invadía, contándole historias de épocas pasadas y otros mundos. Era la figura del hermano mayor que Sebastian nunca tuvo.
Por esa razón, toda la corte murmuraba que Chris seguramente se convertiría en el Guardián Principal. Era tradición que, dentro del grupo de guardianes leales al rey, uno se convertía en su hombre de más confianza, su predilecto. Lo elegía tras varias evaluaciones y una vez designado, dicho guardián se convertía en el líder del resto. Para Paul, Anthony y Scarlett aquello no significaba mucho cambio. Desde siempre, Chris había sido el líder del grupo y le respetaban como tal. Apoyaban incluso la decisión de que fuera él el designado, cuando llegara el momento.
—¡Alerta!
Chris lanzó el golpe y la respuesta fue un siseo por parte del castaño.
—Majestad, le he dicho que debe cuidar su flanco derecho.
—Lo sé — respondió ofuscado — me tomaste por sorpresa.
—¿Qué hubiera pasado si esta fuera una espada afilada?
—Estaría muerto.
—¿Entonces?
—Debo prestar más atención.
—Bien — Chris volvió a ponerse en guardia — atáqueme de nuevo.
Sebastian lo hizo con ahínco, a pesar de que estaba bastante cansado. Llevaban entrenando desde la mañana y únicamente habían hecho pausa para comer el almuerzo. Ahora, caía la tarde y comenzaba a sentirse un viento helado que erizaba la piel.
—¡Alerta! — Chris volvió a tocar con la espada de madera el costado del castaño y este bufó contrariado.
—¡Es que eres muy rápido! — protestó cayendo sobre el césped.
—Usted debe serlo más.
Sebastian se tendió por completo y suspiró, observando las primeras estrellas en el cielo. Chris suspiró también y decidió darle una tregua al muchacho, recostándose a su lado, fijando la mirada en el mismo punto en el cielo.
—¿Conoce las constelaciones?
—Algunas — dijo entrecerrando los ojos — era mejor cuando el cielo era más claro. O eso dicen.
—Cuentan que en noches sin luz alrededor se veía un pedazo de la vía láctea — dijo Chris — seguramente era bellísimo.
—Te gusta mucho todo eso del espacio, ¿no? — Sebastian le observó de reojo — a mí también. ¿Sabes? Si hubiera nacido muchos años antes, cuando aún existía la exploración espacial, seguramente hubiera sido un astronauta.

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Forbidden
Fiksi IlmiahLa Gran Destrucción. Le llamaban así a los eventos ocurridos en las primeras décadas del siglo XXI, cuando los recursos naturales se acabaron, los polos se derritieron y la erupción de un supervolcán diezmó a la humanidad hasta casi extinguirla. El...