El tiempo dentro del refugio parecía pasar más lento de lo normal. Quizá solo era tema de percepción, pero Chris sentía que había pasado una eternidad desde la última vez que había cruzado palabra con Sebastian a solas. Parecía que siempre alguien les encontraba o interrumpía y, por alguna razón que desconocía, el castaño parecía evitar sus encuentros a solas, más si ocurrían dentro del jardín. ¿Quizá el muchacho había notado su afecto y no era correspondido? quería creer que no era esa la situación, percibía que la atracción era mutua y que había existido desde siempre.
Su cabeza seguía dándole vueltas al asunto y no podía dormir. Así que decidió darle un mejor uso a su tiempo, levantándose para ir a entrenar. Había conocido la arena de entrenamiento en los primeros días de su estancia y pronto descubrió que estaba muy fuera de forma. Alban, uno de los líderes más toscos, se había deleitado con darle una paliza en una pelea amistosa de espadas de madera. Si no se aplicaba pronto, el título de guardián del rey iba a quedarle muy grande.
Era de madrugada y el lugar se ponía un tanto helado. Supuso que conforme calentara iba a olvidar la temperatura, así que decidió trotar un poco hasta llegar al sitio. El refugio era un conjunto de largos pasillos y escaleras laberínticas que conducían a todos los sitios según la distribución de un mapa que debías memorizar al llegar. Chris no tenía problemas de orientación, así que no le llevó mucho encontrar cada lugar y llegar sin problemas. Bajó el último conjunto de escalones y entró, deteniéndose en seco cuando escuchó el ruido de los golpes sobre el poste de madera.
—¿Es mi percepción, o estás guardando más estrés del necesario?
Chris reconoció la voz. Era Daniel, ese rubio apuesto que parecía demasiado interesado en Sebastian. No le agradaba ni un poquito y el sentimiento era mutuo. El líder cuestionaba la presencia de Chris en el refugio a cada oportunidad que se le presentaba.
—Quizá por eso estoy acá — era la voz de Sebastian. Chris frunció el ceño. ¿Qué hacía Daniel en ese sitio, a solas con el castaño?
—Hay otras formas de liberar estrés — dijo entre risas. Chris apretó los puños y se acercó más, amparado entre las sombras. Los vio entonces, Daniel invadiendo sin pudor el espacio personal de Sebastian, acariciándole la mejilla.
—No voy a descubrirlas contigo — contestó Sebastian dando dos pasos hacia atrás, tomando una de las espadas de madera.
—¿No te atraigo ni siquiera un poco? — Daniel tomó la otra espada y se puso en guardia.
—No te ofendas Daniel — Sebastian atacó con fuerza y acorraló al rubio hacia una esquina — eres muy atractivo, pero no para mí.
—Sí, es una pena que tengas que permanecer sin mancha — dijo contraatacando hasta que logró desarmar al castaño y estamparlo contra la pared — daría lo que fuera por tener el privilegio de tenerte entre mis sábanas — susurró acercándose demasiado a su boca.
—Majestad — interrumpió entonces Chris. Contenía su rabia apenas, deseaba arrancar al rubio de allí y borrarle esa sonrisa de suficiencia a golpes.
—Chris — dijo Sebastian moviéndose y alejándose de Daniel.
—Mmm, parece que ya vino la vigilancia — se mofó el líder lanzando la espada a un lado — bien Sebastian, te veo en nuestra reunión mañana — pasó al lado de Chris y alzó una ceja — buena noche, guardián.
El rubio solo asintió y no dejó de observarlo hasta que desapareció del lugar. Luego observó a Sebastian, que comenzaba a recoger las espadas para devolverlas a su sitio. Parecía molesto y eso hizo que el estómago de Chris hirviera más.
—Perdón si interrumpí algo — dijo caminando hacia el castaño — creí que ese hombre estaba invadiendo su espacio y le hacía sentir incómodo.

ESTÁS LEYENDO
Forbidden
Fiksi IlmiahLa Gran Destrucción. Le llamaban así a los eventos ocurridos en las primeras décadas del siglo XXI, cuando los recursos naturales se acabaron, los polos se derritieron y la erupción de un supervolcán diezmó a la humanidad hasta casi extinguirla. El...