17. Nicolas Flamel

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<< Él que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen>>


— o —



Severus echó un último vistazo al lugar que había considerado su refugio en los últimos diez años. Con gesto decidido en su rostro, quitó todos los hechizos de privacidad y desactivó las barreras que había puesto a lo largo de los años. Sin mirar atrás, caminó hasta la chimenea para desplazarse por flu hasta su casa de La Hilandera, una vez allí tomó un traslador hasta su nueva casa en Louisiana.

Un grito ensordecedor y una mancha negra se estrellaron contra él en cuanto aterrizó.

— ¡¡¡PAPÁ!!! ¡Estás en casa! — sollozó y río, al mismo tiempo, Harry, abrazado a su cintura.

El ojinegro sintió sus rodillas temblar, su niño lo había llamado papá por primera vez. Se dejó caer de rodillas ante el menor y lo abrazó. Se sentía extremadamente sensible y vulnerable en ese momento, además de estar muy agradecido por la enorme oportunidad que le había dado la vida.

— Bienvenido a casa, Severus — lo saludó Vincent, enternecido por la entrañable escena padre-hijo.

— Gracias. No me esperaba este recibimiento — admitió el pocionista, con Harry todavía entre sus brazos, mientras se levantaba de nuevo.

— Tengo muchas cosas que contarte. ¡Ha pasado un montón de tiempo desde que hablamos! — parloteó el niño, gesticulando exageradamente, desde los brazos de su padre.

Severus caminó hasta el salón privado, y se sentó en un sofá con el niño en su regazo. Una vez cómodos, el pocionista escuchó en silencio, mientras el ojiverde hablaba, casi sin respirar, y le contaba cada detalle de lo que había hecho en esos meses. La gran mayoría de esos detalles, el adulto ya los sabía por las cartas que su hijo le había escrito, pero eso no parecía importarle mientras escuchaba al niño con toda su atención. Tampoco parecía importarle al menor que disfrutaba de la plena atención que le prestaba su padre.

No fue fácil conseguir que Harry se durmiera esa noche, el niño no quería separarse de su padre. Severus y Vincent lo habían enviado a dormir tras la cena, pero el ojiverde había insistido en que no estaba cansado.
Finalmente, se había quedado dormido sobre el hombro del ojinegro, quién había terminado por recolocarlo, poniendo la cabeza del menor en su regazo, aprovechando así para acariciar el cabello del niño.

El pocionista y el inefable, pudieron mantener así una conversación, en voz baja, sobre cómo había ido todo esos dos meses.

Vincent le contó que Harry ya había comenzado con el material de segundo año el mes pasado y que ya habían cubierto más de la mitad del año. También le comentó que el niño se había interesado mucho por las Runas Antiguas, cuando lo descubrió leyendo un libro sobre el tema. Lord Rookwood estaba verdaderamente asombrado con la inteligencia de su sobrino. En realidad, estaba fascinado con el niño por completo, y no podía esconder el orgullo que sentía por él cada vez que lo miraba o hablaba de él.

— Tu hijo está esperando que lo pongas a prueba en tus exámenes — informó el inefable con una sonrisa divertida.

— ¿Mis exámenes? ¿Qué exámenes? — preguntó, con gesto confuso, Severus.

Escondido tras la puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora