Abril y el resto

53 6 0
                                    

En alguna otra parte del mundo.Tal vez no en un lugar tan alejado. Se podía ver a través de la ventana la silueta de dos personas. Una mujer bajita y un hombre un poco más alto. Se abrazaban. Parecía un abrazo eterno, pues pasaban los minutos y no se soltaban. Derrepente llegó otra silueta, parecía un hombre, golpeó levemente la espalda del primer hombre y fue así como el abrazo se rompió.

Narra Abril:
Hoy también me he levantado de madrugada, aunque se siente distinto. No me siento agotada como otros días. Estoy de hecho muy feliz. Sé que no es el mejor de los avances, pero en definitiva todo este tiempo no había tenido ni un solo ni pequeño avance con mi memoria. No podía estar más feliz por este pequeño paso.

Estaba tan perdida en mis pensamientos que sin querer, mientras caminaba por los pasillos de colegio, choqué con alguien.

—Abril, te he estado buscando—era Ricardo, no habíamos hablado desde nuestro encuentro ayer—¿todo fue bien con Sebastian? porque si te ha hecho algo te juro que le rompo la cara. 

—Calma, amigo. Todo está bien. Todo es perfecto—dije con la mejor de mis sonrisas.

—Miren a quien tenemos aquí—escuché su voz inconfundible acercándose rápidamente—buenos días, roedor—dijo abrazándome, algo a lo que yo me resistí un poco—¿qué pasa Abril, anoche parecías más receptiva a mis movimientos?

—¿Qué rayos pasó anoche?—dijo Ricardo, gritando, y alejándome rápidamente de Sebastian. 

—No ha pasado nada, solo está molestando —dije mirándolo a los ojos para que se  calmara.

—¿Celoso Ricardo?

—Oh, por favor, no son celos. Solo trato de protegerla de personas como tú. No me agrada que estés cerca de ella, no le haces bien.

—Yo no estaría tan de acuerdo— dijo Sebastian mirándome fijamente—de hecho creo que le hago mucho bien, más de lo que tú has hecho. 

—¿De qué hablas? 

—Ayer recordé, no fue mucho, de hecho fue casi nada. Estaba con él cuando pasó, por eso lo dice.

Ricardo puso una cara de terror. Estaba entre sorprendido y asustado. ¿Por qué mi mejor amigo en todo el mundo no estaba tan feliz como yo?

—Feliz es la emoción que estás buscando—dijo Sebastian, sarcástico—tengo que ir a mi casillero, te veo en clase roedor.

—Sí estoy feliz por ti A. perdón solo me sorprendí mucho—dijo con media sonrisa, no parecía creíble, no terminaba de entender su cara de decepción.

Me despedí de él con un abrazo y fui a clases de Historia, pero no pude concentrarme. Había algo en la reacción de  Ricardo que no me parecía lógico. Había pasado todo este tiempo convenciendome de hacer muchas actividades solo por la posibilidad de que recordará algo, aunque sea mínimo, como ahora.

No entendía, pero tal vez eran cosas mías y estaba dándole muchas vueltas al asunto. Dejaría de pensar en ello y prestaría más atención a clases. Fue ahí cuando sentí un leve golpe en mi cabeza, volteé y encontré a Sebastian señalando el piso de mi asiento.  Lo que encontré ahí fue un post it hecho bolita. Era una nota. 

Hoy almuerzas conmigo, pequeña Rolling Stone.
Pd: es una orden, no te estoy pidiendo permiso. 

Rodé los ojos y no le respondí en todo lo que quedaba de clases. Si hay algo que no iba a hacer era almorzar con él. 

Narra Sebastian:
—No puedo creer que me hayas convencido de venir a almorzar contigo—dijo Abril, parecía molesta.

En realidad no la había convencido, la había arrastrado hasta la cafetería conmigo. Pero en vista de que ya no ponía resistencia, la solté y dejé que caminara por su cuenta. 

—Quédate aquí, vengo en menos de un minuto, y no trates de huir que te alcanzaré—estaba a punto de irme cuando sentí su pequeña mano deteniéndome.

—Sé lo que tratas de hacer, estoy bien así.

Quité su mano y le dediqué una sonrisa—Oh Abril, si crees que siento pena por ti estás equivocada. Quiero presentarte a mis amigos, en grupo será más divertido molestarte.  Ahora solo quédate aquí.

Me acerqué a la mesa. Marcos, Estefano, Mafer y Hanna estaban ahí mirándome extrañados porque había traído a la chica que todos evitaban en la escuela a almorzar con nosotros.  Pero yo conocía a mis amigos, éramos un grupo extraño, pero estaba seguro que podía convencerles. 

—Hola chicos, se ve bueno el almuerzo ¿eh?

—No. Esa es la respuesta que no estabas buscando y la única que te vamos a dar, así que descarta la idea de tu cabeza—dijo Hanna cruzándose de brazos.

—Oh vamos, he tenido la oportunidad de conocerla, no es tan mala. Y no te atrevas a decir que es rara cuando la persona más extraña que he conocido en mi vida eres tú Hanna.

Touché—dijo Mafer—cuando te conocí, Hanna, me empezaste a golpear con una planta porque decías que estaba llena de malas vibras.

—Eso no es nada, cuando Marcos me la presentó se lanzó encima mío porque decía que tenía un aura negra que ella debía ahuyentar—dijo Estefano.

—Basta, ya he escuchado suficiente. Éramos unos niños, pero es que aún soy muy supersticiosa—dijo Hanna—y siempre hemos sido solo los cinco. 

—Bueno, si ella les agrada seremos seis. Y podremos entrar al juego de terror que hay en el centro, ya saben que no dejan entrar a grupos más pequeños—dije convencido. Y para cuando terminé de hablar Hanna se había parado, tomado y arrastrado a Abril del brazo para traerla a la mesa.

Sabía que así no podría resistirse.

Hanna presentó al resto del grupo a Abril. Y cuando terminó y estuvo a punto de sentarse la detuvo y empezó a olfatearla como si fuera un perro.

—Oh por dios Hanna del demonio. ¿Qué le estás haciendo? —dijo Marcos. 

—Ya sabes, lo usual, debo asegurarme que no traiga nada oscuro escondido. Nunca he ido a Rosings pero ahí debe haber muchas almas en pena que ahuyentar.

—Si buscas ahuyentar almas en pena, debería irme. Yo estoy muerta—dijo Abril en un tono lúgubre, mientras que Hanna hacía la señal de la cruz y decía una oración en no sé qué idioma. 

Todos reímos, nadie jamás había tratado así a Hanna con sus peculiares presentaciones. La mayoría solo solía esperar a que su episodio de rareza acabara.

—Me declaro tu fan Rosings. La has dejado sin palabras y ha tenido que recurrir a uno de sus idiomas inventados, eso sucede muy pocas veces—dijo Marcos notablemente divertido. 

—Bienvenida a la mesa de la buena suerte, roedor fantasmal.

AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora