Abril, distancia. Parte 1

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Sé que debería estar prestando atención a lo que mi amigo dice, pero ya ha pasado una hora desde que Ricardo me encontró en la puerta de Rosings con Sebastian a mi lado, una hora desde que habíamos subido a mi habitación y él solo se ha dedicado a hablar de todo lo que ahora lo ignoro y como Sebastian era culpable de ello. Estaba un poco cansada del tema así que solo atiné a fingir que escuchaba y a asentir con la cabeza mientras que en mi imaginación volvía a aquel lago, definitivamente tenía que volver ahí pronto.

Ricardo no paró de hablar de Sebastian hasta después de otra media hora, resignado, se echó en mi cama, a mi lado, como siempre solíamos hacer. Ya había vuelto a la calma así que ahora volvía a ser divertido matar el tiempo con él, hasta que una llamada nos interrumpió y no, no era de mi celular y al parecer tampoco era el de Ricardo, ¿qué rayos pasa acá? pensé.

-Viene de tu bolso, genia-indicó Ricardo.

Y, efectivamente, pude encontrarlo, un lindo iPhone 5s, sin clave de ingreso. Y por la foto de pantalla ya sabía de quien era.

-Oh genial Abril, al fin has sacado algo bueno de tus salidas con ese-rodé los ojos, ¿tanto odio le tenía? no era capaz ni de decir su nombre.

-Primero, no voy a permitir que saques nada vergonzoso de aquí, ya sabes que también es mi amigo. Si quieres hacerle algo hazlo a mis espaldas y que nunca me entere.

-Podría aprovechar que tienes unos brazos muy débiles y quitártelo.

-No serias capaz.

Y estaba muy equivocada, como siempre. Ricardo me perseguía por toda la habitación para conseguir el aparato hasta que otro sonido logra interrumpirnos, un mensaje.

"Estoy ansiosa por verte, espero no hayas olvidado nuestra cita.

Pd: Gracias por avisarme donde se encontraba esa estúpida más temprano, ya le advertí sobre nosotros, nada nos va a separar bebé.

Ximena"

-¿Qué rayos?-balbuceé mientras terminaba de leer por segunda vez el mensaje.

Ricardo me quitó el celular y se quedó observándome como si esperara una respuesta.

-Si Ximena está hablando de ti no voy a dejar que ese idiota se te acerque nunca más-gritó, era lógico dado que hace un rato le había contado todo sobre el incidente.

Estaba molesto otra vez y yo de nuevo no lo escuchaba aunque no por el motivo de antes. Estaba decepcionada, hace cinco minutos había dicho que él era mi amigo, pero los amigos no hacen eso ¿verdad que no soy solo yo la que lo piensa? Al parecer estas semanas habían sido una ilusión, un engaño, él solo trataba de llevarse bien conmigo porque le convenía, era su tutora y nada más. Jamás fui su amiga. Antes ya se había burlado de mí, hace ya mucho tiempo, pero ahora dolía más. Ahora sí me importaban sus burlas.

POV SEBASTIAN

Mi madre ha desarrollado una especie de obsesión con Abril, hoy no me ha dejado salir de casa sin que lleve el paquete de galletas que le ha preparado. Ella no le ha pedido nada y entregárselo va a ser muy vergonzoso porque no tengo una buena excusa para justificar el comportamiento de mamá.

Estaba entrando al colegio cuando la vi. Llevaba su estilo tan casual de siempre, unos vaqueros negros, blusa azul, unas vans y su largo cabello amarrado hacia un lado. Me paré al lado de su casillero esperando a que ella se diera cuenta de mi presencia para luego poder ayudarla con todos los libros que solía cargar en la primera hora. Pero no esperaba nada de lo que iba a pasar.

Ella cerró el casillero y cuando me vio sus ojos se agrandaron tanto que me impactaron y pude darme cuenta de esos ojos grises tan particulares que tenía. Al instante apareció Ricardo con cara de pocos amigos, algo muy normal en él. Hice una broma sobre la situación y ella no se rio, raro pensé, pues estos momentos ya eran habituales entre nosotros. Hice otra broma y la única respuesta que conseguí fue el puño de Ricardo en mi mandíbula, no lo pude evitar ya que fue muy inesperado, desde que Abril y yo eramos amigos lo único que recibía de él eran miradas de odio e insultos, pero nunca golpes, hasta ahora.

-¿Qué demonios te pasa Ricardo?-cuestioné enojado. No había hecho nada para merecer el golpe. Esperaba sus clásicos insultos, pero, para mi sorpresa, él no fue quien respondió.

-El golpe ha estado de más Ricardo, no hay porque ser violento-susurró mirando a su amigo-y con respecto a ti, desde ahora me limitaré a ser tu tutora, así debió ser siempre. Y si sigues molestándome no me importará que digan en dirección, renunciaré.

¿Qué demonios estaba pasando?

No entendía nada, la expresión de Abril era dura y fría. Y sus palabras salieron sin nada de miedo.

-No entiendo, no entiendo que ha pasado-le dije.

-No hay nada que entender, es lo mejor para los dos. Por cierto, toma, olvidaste tu teléfono el otro día. Por favor, no me busques.

-Sabía que tarde o temprano mostrarías tu verdadero yo, solo que no pensé que fuera tan pronto, ni intentes acercarte a ella porque yo estaré siempre a su lado-amenazó Ricardo y con ello ambos desaparecieron por el pasillo.

Necesitaba explicaciones, todo había pasado tan rápido que no había podido reaccionar adecuadamente. Supuse que a pesar de las amenazas de Ricardo sería fácil acercarme a ella, pero no fue así. Y eso que ellos no estaban en las mismas clases y yo sí. Pero apenas las clases finalizaban Ricardo aparecía mágicamente en la puerta del aula y la esperaba.

Así pasaron varios días. No sabía lo buena que era Abril para fingir que no existía hasta esa semana y lo peor es que me sentía tan enojado porque no entendía que había pasado. Mandé a Mafer y Hanna a averiguar algo, pero Abril solo les decía que el tema ya estaba cerrado para ella.

¿No me iba dar oportunidad a réplica?

Al menos necesitaba una explicación. No me iba a quedar así.

Esa semana me volví todo un acosador, la observaba llegar, la observaba en clases, la observaba al salir. Le dejaba mensajes en su casillero y nada. Dios que mujer tan desesperante era. La veía almorzar siempre con Ricardo y a veces Hanna y Mafer se unían a ella. Mi obsesión con averiguar que había pasado se volvió tan intensa que ya no le prestaba atención a Ximena. Con ella había salido unas cuantas veces, era divertido, pero su conversaciones eran tan superficiales que pasar mucho tiempo a su lado llegaba a aburrirme.

Tuve que esperar pacientemente hasta el viernes que era día de tutoría. Pensé que en ese momento podría tener una oportunidad para aclarar las cosas, pero me equivoqué, pues Ricardo apareció con ella en mi casa y solo se quedó unos minutos para revisar unos trabajos previos que había hecho y darme un par de recomendaciones de libros sobre biología molecular. Se fue tan rápido como vino. Y con ella se fue una parte de mí.

AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora