II

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Mario era mi mejor amigo y como el hermano que no tenía, era un imbécil la mayoría de las veces y me veía envuelto en tragedias pero lo quería, a mi manera.

Ni siquiera recuerdo cómo es que nos conocimos, no es que yo tuviera más amigos... en realidad no tenía ninguno, me habían llegado a hablar un par pero siempre terminaban alejándose por mi falta de interés, yo no iba al colegio a tener amigos, Mario Calderón fue la excepción, tiene un sentido del humor cínico que combina con mi 'amargura' dice él, no le importaba hacerme enojar más de la cuenta o mi falta de atención como se dice, nos hemos vuelto muy unidos con el tiempo, afirmo que es mi mejor amigo aunque nunca lo admitiría en voz alta por supuesto.

—¿Que le dijieron hermano?— Mario llegó por detrás mientras acomodaba mi mochila en la butaca.

—Estoy castigado.— Saque mis cuadernos y no presté atención a su reacción.— Debo ir con papá al trabajo después del escuela, supongo que es alguna lección para saber la importancia de la responsabilidad o alguna de esas cosas sin sentido.— Lo dije natural, sin interés, vaya después de todo Mario tiene razón.

—Aburrido. Aún lo siento mucho Armando.— Finalmente lo miré y sonreí.

—Ya pasó, veré esto como una oportunidad sabes.— Mario no sabía de mi creciente inseguridad debido a Daniel, pero si sabía mi disgusto hacía él.

—¿De que? ¿Aprender el negocio familiar?— Dijo son sarcasmo y tomo asiento.

—Pues si bobo, algún día eso pasará a las manos de los Valencia y las de Camila y yo.— En parte, la otra parte era que quería que mi papá se sintiera orgullosa de mí.

Finalmente llegó el profesor y tuvimos que guardar silencio el resto de las horas.

Eso tenía que ser, para enorgullecer a mi padre tenía que ser con algo con lo que se sintiera cómodo, su trabajo por supuesto.

El colegio no parecía importarle demasiado, mis notas no eran bajas incluso era el mejor de la clase y otras veces el número dos, pero a papá no parecía impresionarle, tan solo una palmadita en el hombro y un 'Que bueno que cumplas con tu responsabilidad', necesitaba más que eso, un 'bien hecho hijo' ' buen trabajo Armando' no lo sé, tal vez aspiro a demasiado.

Me comporte durante el tiempo de clases y en el descanso iría a hablar con Andrés, si quería enorgullecer a mi papá debía comenzar con lo que me había pedido.

—Andrés.— Me pare a un lado de él, tenía un artefacto en la nariz, sus ojos estaban obscuros y un poco hinchado, bien, me sentía terrible, él volteó hacia mí y retrocedió al verme... diablos.

—¿Que es lo que quieres Mendoza?— Pronunció a la defensiva.

—Solo quiero disculparme.— Su expresión fue de incredulidad y lo comprendía.— No debí haber reaccionado de esa manera Andrés, entiendo si no la aceptas pero tenía que decírtelo... además, la cuenta del hospital está pagada.— Sonreí un poco y se desvaneció al instante al ver que Andrés seguía con esa mirada de incredulidad.

—Disculpa aceptada... Mendoza.— Extendió su mano y la tomé de inmediato en un apretón amistoso.— También me disculpo, no debí decir lo que dije y el problema no era contigo.— Bajo la mirada un poco.

—Estamos a mano ¿No crees?— Sonreimos y eso fue todo.

Me sentí bien en ese preciso instante, de echo me sentía bien el día de hoy, mis disculpas estaban aceptadas y se lo diría a papá, además trabajaría cerca de él o algo así y le demostraría que su hijo puede ser igual o mejor que Daniel Valencia.

Al llegar a ecomoda me sorprendí, tenía bastante tiempo que no ponía un pie ahí, era un chino con biberón o que apenas podía caminar, otras par de veces ligeramente más grande pero eso fue todo, y estaba aquí de nuevo en el legado de papá y los Valencia, claro.

-Me siento solo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora