Capítulo 29

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Me siento en el lugar del copiloto y Dorian entra con cara de fastidio, no enciende el auto enseguida y golpea su cara contra el claxon, que suena durante un rato, antes de separar el rostro, esa sí es actitud de un asesino serial. ¿Sería muy extraño si huyo?

—Ni se te ocurra —suelta dándome una rápida mirada y encendiendo el auto, ¿cómo lo sabe? —. Tienes una mano en la perilla, y cara de querer salir huyendo. Claro que es obvio.

—Estás asustando a la hermanita de tu novia —le suelto —, ¿no crees que lo más natural sería intentar agradarme?

El auto avanza rápidamente, ¿y si planea matarnos para no crear conflictos con Leyla?

—Intenté agradarle a todos, sin embargo, la pequeña Sheila me odia, tu padre me ignora y tu mamá me acosa con preguntas imposibles, Leyla hace que me haga cargo de ti, y te pierdo en menos de una hora, este maldito día no podría ir peor —refunfuña —. Demonios...

—Te faltó decir que eres irrelevante para mí —suelto y me da una mirada de fastidio —, okay, admito que no estuvo bien, pero no entenderías la fuerza que me llevó a hacer esto —rueda los ojos, hace que se me suba la sangre a la cabeza, me empiezo a quitar la peluca. Maldición, olvidé mi maleta —. Además, ¿cómo me encontraste? ¿Eres un sabueso o algo así?

—Tú fuiste demasiado obvia, antes te he visto llegar con esos dos, ¿y de cuál fue la idea de los churros? ¿En serio crees que se les deja entrar tan fácil a un lugar de entrenamiento? Y ni hablar de tu majestuosa actuación.

—¿Cómo sabías que iría a la escuela? —suelto mientras miro por la ventana, estamos cerca de casa, me quito la camisa del equipo, quedándome con el buso gris, agradezco que este sea suelto, o papá notaría que llevo vendado el pecho, miro mis pies preguntándome si le será extraño que use zapatos de soccer en un gimnasio —. ¿Y bien?

—Los seguí.

—¿Qué?

—Se me hizo sospechosa tu actitud, pero no quería parecer paranoico y detenerte antes de que salgas, quería saber el motivo tras tu engaño, y no eres la primera que usa esa salida, así que, una vez que te vi pasar conrriendo de ella, con ambos, no fue difícil seguirte.

—No te vi en ningún momento.

—Militar, duh —ambos nos callamos y luego me mira —, ¿trasvestirse es parte de tus... preferencias?

—No hagas más incómodo esto, en serio —levanto la mano mientras cierro los ojos —. ¿En serio eso es lo único que pensaste?

—No, de hecho no, sólo quería avergonzarte un poco por el mal rato que me hiciste pasar —suelta relajado. Estoy por responder cuando me da una mirada —. ¿Te disfrazas para jugar con los hombres? No parecía un partido de soccer mixto.

—¿Viste el partido?

—Hace mucho que no veía soccer, valió la pena dejar que acabaras el juego. Estoy asombrado de tu forma de adaptarte, estaba seguro de que eras el eslabón débil en cuanto comenzó el juego.

—Entérate de algo, en un uno contra uno, ninguno en esa cancha es rival contra mí. A excepción de...

Nethan Cox.

—El delantero que te acompañaba cuando saliste corriendo, sí que lo recuerdo, si no hubiera sido por él, no habrían anotado.

—Él no hizo todo el trabajo —en serio, está amargando mi día, tan bien que había resuelto nuestra victoria —. Fue un trabajo en equipo.

—Sin ánimos de sonar irrespetuoso, o molestarte, sin su dirección habrías arruinado el juego.

—¿Qué? —lo miro molesta —. Apenas sabes algo de fútbol soccer, y tampoco estabas dentro, el juego en la cancha se vive de una manera que desconoces, y la comunicación...

Mi pequeño chico torpeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora