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Su día comenzaba con naturalidad. Pero había una diferencia, y es que se sentía vacío.
Hace poco más de dos semanas que Gustabo "misteriosamente" desapareció, no volvió a presentarse en comisaría. Horacio estaba preocupado y el superintendente también. Benjamín ya sabía que se había pirado con los de la mafia, pero prefería no decirle nada a nadie.
Trataba de actuar con normalidad mientras trabajaba para no levantar sospechas, su semblante de preocupación también era visible.
Aunque por órdenes del super debían ir en binomios, él había salido solo. Por lo general salía con Greco o Volkov a patrullar. Quería pensar, despejarse al menos. Iba en su zeta sumido en sus pensamientos, sin prestar atención a la radio ni a la carretera.
Sintió un choque contra la parte trasera de su patrulla, ocasionando que por el golpe su cuerpo chocara contra el volante. Subió la mirada al retrovisor viendo al causante de tal choque. De una furgoneta bajaron tres tipos con armas largas, todos vestidos completamente de negro con una máscara que cubría sus identidades. Uno venía con un pasamontañas completamente negro, otro con máscara de diablo y el último con una duende rojo. Sabía de sobra que se trataba de la mafia.
Tomó su radio para encenderla.
─ ¡QRR en mi 10-20...! ─
─ ¡baja del puto coche! ─
Con los nervios recorriéndole el cuerpo entero no tuvo más opción que acatar la orden del de máscara de diablo. Salió del zeta con las manos alzadas, oyendo los gritos de desespero del super.
─ vengase pa'ca, le vamos a llevar de paseo, Comisario. ─
Con las armas apuntándole a la cabeza caminó hasta la furgoneta negra subiéndose a ella.
─ pelfecto, Comisalio. Le voy a pedil que apague la ladio y me la dé junto al móvil ─ordenó esta vez el duende.
En silencio hizo lo ordenado mientras la furgo ya iba avanzando en dirección al norte.
─ tenemos al Comisario, avisad a Nadando ─habló por la radio el Diablo.
Menos mal que salió solo, de haber sido lo contrario, Viktor o Greco estarían en la misma situación... o en una peor. Quizá muertos, quizá sólo lo querían a él. No habló para nada en todo el camino, sólo oyendo lo poco que llegaban a hablar los tres miembros de la mafia presentes.
En un sitio alejado de la ciudad, estacionaron el auto en frente a una caseta. Lo obligaron a bajar, y ahí mismo lo esposaron para escoltarlo dentro.
Era pequeño el sitio, y ahí estaba el resto de los miembros de "The Union", incluyendo a Gustabo. El rubio vestía con pantalones y zapatos negros con una camisa blanca y encima su chaleco antibalas, lo más significativo, con maquillaje de payaso.
