O1: UN X VIAJE X TURBULENTO

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Miki, la salvadora. Ese era el nombre con el que la sociedad Minetona había coronado a una pequeña niña de tan solo 13 años. Bendecida con un cabello rojo ondulante como la sangre del salvador y ojos celestes como el cielo despejado luego de la calamidad de las que él los liberó.

—¡Mierda!— exclamó al lastimarse con la hierba de la pradera.

Una hermosa niña bajaba de una pendiente a toda velocidad, los talones de sus pies descalzos se deslizaban por el pasto y se dañaron en el proceso, ensuciando de paso aquel blanco vestido. No ayudaba nada a la pobre chica que para ayudar a la presión, detrás suyo los gritos enfurecidos de sus familiares y relativos la seguían a paso rápido. Y si se están preguntando, así es, esa era Miki Diaton.

—¡¿Por qué a mí?!— se quejó la pelirroja después de pincharse ya con varias malezas y espinas, aquel ahora marroneo vestido había dejado de ser tan grande e inflado para ser nada más y menos que pedazos de telas desgarradas.

Entre sus quejas, tropezó sin aviso con varias piedras e inevitablemente empezó a rodar por la colina. Aun adolorida, se levantó al llegar al final de la colina y siguió corriendo destartalada. Llegó a la orilla y sin dudarlo saltó a la pequeña canoa que tenía preparada hace ya semanas, y sin más, se subió con rapidez y empezó a remar.

Cuando se sintió seguramente alejada de la costa, se levantó de golpe con los remos en sus manos y comenzó a saltar—¡Pudranse en el infierno hijos de puta!— Gritó con alegría mientras hacía tambalear la canoa con emoción.

Vio a lo lejos la cara de rencor y decepción de las personas, todas cansadas de aquella calurosa persecución. Algunos gritaban desde el borde insultos inentendibles para la ignorante Miki, que luego de tirarse hacia el suelo de la canoa comenzó nuevamente a remar con una sonrisa burlona en su rostro.

Así inició la (no) emocionante travesía de la Diaton más joven, donde se encontró a sí misma batallando contra la falta de ejercicio físico que hizo toda su vida. Sin embargo, sus sacrificios no serían en vano, puesto que luego de un exhausto día donde agotó toda su fuerza de voluntad llegó finalmente a la Isla Ballena. Era un lugar hermoso que la tentaba a explorar, sin embargo se contuvo y continuó su camino hasta el gran barco marinero.

Sus piernas se rendian ante la satisfactoria victoria, pero sintió como su estomago rugía y con las últimas fuerzas que le quedaban busco con la mirada comida. Divisó un cargamento de manzanas cuidadas por un hombre pelirrojo que estaba siendo regañado por un miembro de la tripulación, aprovechó ese momento y discretamente tomó una, la olió curiosa y la probó. Quedó completamente cautivada, el sabor ácido pero dulce invadía su boca y la llenaba de una felicidad desconocida,

=¡Delicioso!=

Su felicidad duró hasta que el barco zarpó, el leve balanceo que provocaba al moverse le estaba destruyendo el estómago, estaba completamente blanca, con los ojos cerrados y agarrándose la panza mientras se sujetaba con fuerzas a un mástil.

—¿Estás bien?— preguntó preocupada una voz.

—Sí— Respondió la chica, mientras intentaba abrir los ojos para ver quien era el curioso.

—¿Necesitas agua?— Siguió la voz, que era proveniente de una redonda cara angelical, pelo parado verde oscuro, ojos color miel y ropa verde.

—¿Me ayudas a llegar a la orilla?— Pregunto seca pero débilmente, tratando de fingir algo de bienestar.

—¡Claro! Por cierto, soy Gon, un placer conocerte— Dijo feliz, mientras la tomaba del brazo como si fuera una abuelita.

—Un plac— La chica se tapó la boca y corrió a la barandilla del barco, preparada para vomitar. Casi lo expulsa, pero tuvo la desgracia de tragarse involuntariamente todo— ERRRR, soy Cumiki.

HxH - La Santa de otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora