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Diluc, acompañó al pequeño hacia abajo, aunque era algo raro, ya que nunca comía en su casa y no siempre se tenía la oportunidad de ver al moreno vestido con su ropa y con la apariencia de hace años atrás.

De alguna forma le incomodaba, no porque se haya convertido en un niño le iba a gustar de repente su compañía, solo estaba haciéndole el favor a Albedo de cuidarlo. En cuanto su ambiente, se estaba tornando nostálgico y abrumador.

¿Por qué tenía qué pasar eso? ¿Por qué precisamente a Kaeya?

Por fin se encontraron con el agradable olor de la comida cuando tocaron la planta baja. Se dirigieron al comedor centrado, donde la comida esperaba finamente servida.

Diluc se sentó en la silla central, la cual se encontraba en el lado derecho del comedor. En cambio, Kaeya se sentó en la otra punta, agradeciendo a Adelinde por servir la porción de nutrientes gustosos.

El pelirrojo lo miró por un momento, estaba mirando sus recuerdos antiguos ahora mismo, solo faltaría su padre para contemplar la escena perfectamente y volver a sentirse como un niño. Pero solo era un sueño lamentablemente. 

Procedieron a comer gustosos lo que se presentaba en sus platos. Kaeya comía a un paso neutral, disfrutando el olor y el sabor de la comida; mientras que Diluc comía de una forma pausada y aburrida, realmente no tenía ganas de comer ahora mismo.

Después de unos minutos silenciosos, Kaeya terminó y fue a entregar su plato en la cocina.

— Oh, no era necesario, joven Kaeya —agradeció la rubia con una pequeña sonrisa— .

Kaeya le devolvió una pequeña sonrisa también.

El pelirrojo por su parte se quedó estático en su asiento, haciendo nada en especial, a excepción de observar su plato ahora vacío, en un silencio continuo.

Hasta que tocaron la puerta, Diluc se levantó cansado de su lugar para así continuar a abrir la entrada.

— ¿Si? —miró expectante al trabajador del Viñedo, precisamente a Connor.

Mientras se producida la conversación entre Diluc y el castaño, Kaeya se dirigía hacia ellos, curioso por qué estaban hablando.

Diluc no tardó mucho en terminar y cerrar la puerta tras si.

No tardó en dirigir su vaga mirada hacia el pequeño.

— ¿Quieres dormir ya? —preguntó al menor.

El de tez morena negó suavemente, no estaba cansado ni mucho menos; el pelirrojo suspiró exhausto.

— Está bien —recogió adecuadamente su cabello— ¿Quieres jugar al ajedrez? —invitó sin ninguna idea en mente.

Kaeya asintió— Aunque no sé jugar... creo —miró hacia otro lado pensativo— .

Ambos se dirigieron hacia una pequeña mesa, así empezando a jugar juntos.

No pasaron ni cinco minutos para que Diluc ganará; el cual sonrió victorioso.

Kaeya frunció el ceño, solicitando otra ronda inmediatamente.

Diluc accedió, no le costaría mucho problema.

Al cabo de unos aproximadamente 15 minutos, ganó Kaeya, el pelirrojo se vio desconforme con esto ¿Cómo era posible?

— De nuevo —exigió Diluc, interrumpiendo la celebración de victoria del peliazul— .

— Está bien, pero ganaré yo de nuevo —declaró el pequeño— .

Diluc frunció el ceño, para así proceder a ordenar las fichas y el tablero.

Adelinde, sin ninguna intención detrás, puso un disco que traía un poco de tensión en el ambiente.

Pasaron más de una hora jugando, en la mayoría de las partidas ganó Kaeya.

— ¡Ja! ¡Creíste que me ibas a ganar! —gritó Diluc emocionado, jugando su última partida.

— ¡Claro que si! —dijo para arruinar el jaque mate de Diluc y hacerlo él— ¡Ja!

Cantó victoria nuevamente, saltando de un lado para otro, tal como un niño.

— ¡Eso no se vale, tramposo! —reclamó enojado el pelirrojo.

Kaeya le sacó la lengua, y al ver que Diluc se paraba, se fue corriendo hacia donde estaba Adelinde.

— ¡Ven aquí, mocoso engreído! —llamó tratando de alcanzarlo.

Empezaron a dar vueltas por toda la casa, corriendo.

No fue de esperar que a los pocos minutos ambos se cansaran, bueno, más el pequeño.

— Es mejor que vayan a descansar —recomendó la Jefa de las criadas— . Prepararé su habitación, Maestro Kaeya.

El peliazul asintió, pensado en si Albedo vendría o no; no le dio más vueltas al asunto y siguió a la rubia.

Diluc se despidió de ambos y también se fue a descansar, pensando en lo perspicaz que podía ser el menor.

Se acordó del alquimista apenas tocó su cómoda, igualmente no le importo, si no había venido antes, no le veía sentido a tales horas de la noche.

Todo el viñedo se sumó en un suave silencio prontamente.

Por otro lado, Albedo estaba terminando de mezclar y observar algunas pociones preparadas con la ayuda de Sacarosa.

— Ojala que funcione —observó con esperanza el líquido contenido en un cristal que ahora estaba arriba, alzado por su mano— .

— Ojala que funcione —observó con esperanza el líquido contenido en un cristal que ahora estaba arriba, alzado por su mano—

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¿Les gustó el capítulo de hoy?

En el próximo capítulo habrá un cruce que parecerá confuso y mal colocado, pero es de acuerdo a la lógica del comic. Al final de este libro pondré el comic y su autora, para que lo disfruten y vayan a darle amor a la autora.

¡Feliz día!

Un pequeño accidente [Genshin Impact]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora