𝖤𝖫 𝖯𝖱𝖤𝖢𝖤𝖯𝖳𝖮𝖱, 𝙘𝙖𝙨𝙢𝙪𝙣𝙙 ✓

capítulo siete.

Los nobles no se alegraron en absoluto cuando se filtró la noticia de los estatutos de Edmund como concubino de Caspian. Por su lado, Edmund, tampoco había estado muy feliz al principio, pero el hecho era que no podían estar separados por mucho tiempo el uno del otro. Cuando no era Caspian quien lo estaba buscando, finalmente era Edmund quien se acercaba a él.

Solo habían pasado dos noches juntos, y ambos sabían que no podían detenerse como si nada.

Caspian no había formalizado su relación con Edmund, ni Edmund había dicho nada. Su amante no era de los que hablaban demasiado de su vida privada, y a Caspian también le gustaba su tranquilidad. Ambos se comportaban de forma tan doméstica, que la gente decretó, con el paso de las semanas que Edmund era su concubino. ¿Cómo podría Caspian haberlos desmentido cuando el preceptor de su hijo había estado durmiendo en su cama todas las noches durante los últimos dos meses?

La gente parecía feliz por él, ya que era la primera vez en siete años que Caspian mostraba afecto públicamente a otra persona. Por el contrario, los nobles no estaban felices en lo más mínimo. Edmund era de origen desconocido, sin familia, ni aliados dentro de la Corte, no tenía fortuna, ni parientes. Lo estaba haciendo difícil de aceptar, y Caspian sabía que los Nobles estaban esperando el momento en que podrían haber tenido más poder sobre él, como rey. Afortunadamente, no hicieron nada, probablemente porque sabían que Caspian sería despiadado si algo le pasaba a su amante (y también porque dicho amante podía defenderse sin ayuda. Después de todo, había sido contratado como protector de Rilian en primer lugar).

Edmund también lo sabía, pero no cambió ninguno de sus hábitos. Los únicos cambios en su actitud fueron que Edmund ahora estaba dejando que Caspian lo llevara a su habitación todas las noches para demostrarle su afecto. También sonreía más libremente y se reía de las payasadas de Caspian.

El rey había tenido muchos amantes a lo largo de los años, pero nunca se había complacido más de una vez con la misma persona. Estar con Edmund cada noche y perderse en el calor de su suave piel, era un sentimiento que había olvidado. Despertar junto a él, trazar líneas entre dos lunares en su espalda, esperar a que Edmund se despertara a su tiempo, besarlo por la mañana cuando todavía estaban en la cama, ir juntos a desayunar con Rilian, todo eso era como un sueño.

Sabía que Lilliandil lo perdonaría por enamorarse de otra persona. ¿Cómo no iba a sentirse aliviada de que Caspian hubiera encontrado a alguien que amaba a su hijo tanto como ella lo había hecho?

Caspian también sabía que toda esta situación complacía en secreto a Edmund. No podía imaginar lo difícil que debería ser no saber de dónde venía, no saber si tenía familia en alguna parte. Con él y Rilian, Edmund tenía su propia familia.

Se conocían desde hacía más de dos meses y Caspian no podía imaginar su vida sin Edmund. No era solo el sexo (incluso si el sexo era fantástico), eran los momentos que pasaron hablando de todo lo relacionado con el Reino, y la noche que pasaron leyendo en los brazos del otro, y fue porque estaban leyendo por la noche que Caspian se había enterado de que Edmund usaba anteojos para leer (y sí, habían tenido sexo mientras Edmund no llevaba nada más que sus anteojos, porque era demasiado atractivo con ellos).

También fueron los momentos que pasaron los tres juntos.

Caspian no había sido tan feliz desde Lilliandil, y por eso no estaba dispuesto a ir a Terebinthia para un nuevo tratado con los Calormen. Le encantaba viajar en barco, siempre se sentía mejor en el mar, pero quería tener a Edmund y Rilian a su lado, y no era posible. Sería demasiado peligroso llevarse a Rilian con él, y estaba fuera de discusión dejar a Rilian solo sin Edmund para cuidarlo.

No sabía por qué, pero sentía que no podía confiar en la gente del castillo en ese momento. Necesitaba personas en las que pudiera confiar para cuidar de su hijo y de su gente. Con Cornelius yendo a sus excavaciones, Trumpkin sería el único en quien confiaba para ayudar a Edmund.