5: Un Cambio De Actitud

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Steffano inundó la cocina con el olor a waffles dulces y los rellenó con manjar, preparó la mesa para el desayuno y, ya alistado todo, fue a despertar a su madre y a su hermana:

-¡Despierten! Yo, el gran chef Steffano Rinaldi, les he preparado este desayunazo para su disfrute-.

Alondra salía de su alcoba aún en pijama, y se sentaba en la mesa, mirando la dedicación de su hijo por regalonearlas.

-Contigo al lado, vamos a terminar engordando-Afirmó.

-No reclames y disfruta-Alegó Steffano, cortándole un pedazo de waffle y haciendo que lo pruebe.

-¡Está exquisito!-Exclamó Alondra.

Anastasia salió de su habitación arreglada y lista para salir. Ambos la observaron y Alondra le preguntó:

-Hija, ¿dónde vas?-.

Ella se sentó en la mesa y se preparó una taza de té, contestando:

-Saldré un rato, necesito tomar un poco de aire y ver personas. ¿Necesitan que compre algo?-.

-Si andas cerca de un supermercado, cómprate un sachet de sopa de mariscos, lo necesitaré para las pailas marinas que haré para el almuerzo-Dijo Steffano.

Ambas lo miraron sorprendidas y Anastasia respondió:

-¿Eso harás de almuerzo?-.

-Obvio, necesito recuperar energías-Respondió él.

Alondra seguía pensando que con él en casa, iba a ser muy difícil mantenerse en forma, y comentó:

-Verdad que ayer llegaste después de almuerzo, fue larga la fiesta del viernes-.

Steffano sonrió y Anastasia lo miraba extrañada, pero, conociendo a su hermano, sabía que era alguien muy sociable y que amaba las fiestas. Ella disfrutó su desayuno y amó los waffles que él preparó, luego de eso, se fue al centro.

Anastasia inhalaba fuerte el aire marino y sentía que sus pulmones se llenaban de vitalidad. Como era de mañana, no había mucha gente en las calles y decidió caminar hacia el mall. Al llegar, pasó a algunas tiendas a mirar ropa y maquillaje, cruzó hacia el siguiente mall y se acordó de que hay una cafetería que le encantaba, así que decidió pasar por un Macchiato. Al acercarse al lugar, se paralizó unos segundos y trató de esconderse en una tienda de ropa interior. Miró por las vitrinas y pudo observar a León bebiendo un café y leyendo el diario del día. Se preguntaba "¿qué hacía él ahí?" y por qué tuvo esa reacción tan tonta de esconderse apenas lo vio, era más lógico acercarse normalmente y saludarlo. Los nervios, claramente, la habían traicionado y no sabía por qué. En ese momento, una vendedora se acercó y le preguntó si iba a querer algo y ella contestó que no, salió de la tienda y se acercó, lentamente, hacia León. Su corazón latía muy fuerte, pensaba que, tal vez, estaba con su novia o esperaba a alguien, así que decidió que solo lo saludaría y se marcharía. Sigilosamente, llegó a su lado y le tocó el hombro, diciendo:

-Hooo...la-.

León se dio vuelta y miró, sorprendido, a Anastasia, contestando alegremente:

-¡Borrachita! ¿Qué tal?-.

Anastasia se molestó y dijo:

-¡No me digas así! ¡La gente va a pensar mal! Soy Anastasia-.

León, apenado, le pidió disculpas y contestó:

-Sí, disculpa. Entre hombres uno puede molestarse así, pero, si a una mujer le dicen eso, la gente siempre la va a cuestionar. Perdona, no lo volveré a hacer-.

Tragos de ExtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora