Ulquiorra y Orihime siguieron explorando esos días, la alada no regresó a lo profundo de la selva, por ahora estaba feliz con estar cantando largas horas en sus viajes con el ojiverde. Eso fue un golpe duro para la frágil Neliell, insegura volaba cerca del nido que habían construido Ciffer e Inoue, pero esas tardes que fue a buscarla no la encontró allí, deprimida regresaba a casa. Su hermana había creado una distancia, su compañera de toda la vida la había hecho a un lado por un desconocido.
El pelinegro si regresaba a casa, aunque su comportamiento había cambiado, buscaba largas horas cosas para obsequiar a la harpia, de alguna forma eso lastimó al pegajoso ojiceleste, sentía que esa chica lo estaba desplazando. La atención de su adorado hermano estaba concentrada en Inoue, aquello ponía celoso a Jaquen. Así que seguía de cerca a su hermano, eso molestaba un poco a Ciffer, de alguna forma sentía que esa dama era solo para él, por esa razón intentaba darle todo lo que a ella le gustará, todo era poco para mantenerla cerca.
Grimillow se volvió más y más atrevido, su cariño y atenciones no le eran raras a Ulquiorra, pero ahora eran excesivas, al menos viniendo de su hermano, si hubieran sido de Orihime, lo hubiera llenado de dicha, felicidad y vigor. Algo irritado por lo pegajoso que era su hermano Jaquen, el pelinegro huyó temprano de su pequeño nido en la profundidad del mar, solo anhelaba estar con la harpia, cantó dulces palabras de amor a las cuales respondió encantada la alada, joviales se alejaron de la playa, pero regresaron al ver la lluvia aproximarse. Este sencillo deseo le causó una gran culpa al ojiverde el día esa tarde que llegó el gran Monzon, porque la pobre pelirroja no podía regresar al corazón de la selva, había quedado atrapada en el nido qué construyeron entre la singular pareja.
- Por mi culpa estás atrapada... por viajar tan lejos... - dijo el pelinegro
- No es su culpa, usted no me obligó a ir, yo quise hacerlo... - dijo la harpia
Desde lo alto de su nido la pelirroja se escondía entre sus alas, mientras caía torrencial la lluvia, que inundaba el manglar, era tal la cantidad de agua que se levantó el nivel del mar lo suficiente para que estuviera Ciffer apenas a un metro debajo de la construcción de ramas.
- Pero así no podrás buscar comida ni ver a tu hermana... - comentó el ojiverde
- Solo son unos días, después podré volver a recuperarme... - dijo con una sonrisa la chica
Se sentía aún más culpable al pensar en que esa criatura pasaría hambre, frío, sed, por culpa de su egoísmo, cuando la de ojos grises había sido tan amable, gentil con él. Para Grimillow no era demasiado preocupante, sus fuertes y flexibles cuerpos soportaban sin problemas los cambios de temperatura, el fuerte oleaje, para los tritones el monzon era una época de buena fortuna, les traía una gran cantidad de comida que provenía de las selvas y ríos, llenaba las aguas con gran cantidad de animales, así como frutos y plantas.
Sin embargo si le daba cierta ansiedad que su pequeño hermano no regresará para esa rica temporada de alimentos, Neliell por otro lado estaba sumamente angustiada, una harpia con las alas mojadas era presa fácil, desde el aire era una predador implacable, pero en tierra tenía pocas defensas, solo pensaba en escenarios desagradables, sollozaba por la melancolía que le causaba la ausencia de su hermana.
La temperatura ambiental descendió, creando un banco de niebla, la húmedad en el aire sólo le causaba escalofríos a la emplumada, en el corazón de la selva aunque la lluvia era constante, esta era intermitente, además de tener una precipitación más calmada, al ver que la chica sufría frío, el pelinegro empezó a desesperarse. Nadaba alrededor una y otra vez pensando en cómo abrigar a la harpia, su cola se agitaba nerviosa, entonces tuvo un pequeño deseo: "sí tan sólo pudiera consolarla como lo hago con Grimillow, al menos hasta el amanecer no sufriría de frío..."
Como si ese deseo hubiera sido escuchado por el mismo cielo, el triton comenzó a transformarse, le causaba una gran dolor, era una experiencia extremadamente agónica, podía notar claramente como su piel de brillantes escamas esmeralda se desgarraba, sus gritos se ahogaban entre el sonido de la lluvia y el oleaje. Aunque no por completo, algo de su dolor fue escuchado por la pelirroja. La carne misma de su cola se abría entre sangre y agua salada nació un nuevo triton, más bien un anfibio, cayó por el dolor hasta las raíces del mangle, sobre la arena.
Su agitada respiración, su ritmo cardíaco estaba fuera de control, casi pierde la conciencia, apenas logró recuperarse para ver lo que le había pasado, su cuerpo ahora tenía no una cola sino dos piernas y algo un poco menos importante quizá, reveló sus órganos sexuales ocultos bajo el sus escamas. No podía mover correctamente sus pies, lucía tan brillante como antes pero con la diferencia de que ahora no tenía límites para buscar a su anhelada alada.
De a poco práctico con su nuevo cuerpo, cuando tuvo la confianza para poder usar adecuadamente sus piernas, fue hasta el árbol, con sus fuertes garras y sus inexpertos pies subió a dónde Orihime se acurrucaba entre las ramas, tejidos y plumas, Ciffer apenas lograba sostenerse de la estructura. La hembra descansaba sobre su pecho, con los brazos cruzados, sobre sus pantorrillas. Pará el triton era una dura proesa sujetarse, estaba algo débil por lo que recién le había ocurrido.
- ¡Oye harpia!... - dijo algo tenso el pelinegro
Al escuchar la voz del ojiverde, la emplumada abrió las alas, lo que casi derriba del nido al anfibio. La chica apenas pudo tomar su mano para evitar que cayera.
- ¿¡Qué hace aquí!?, ¿cómo ha podido subir? - preguntó preocupada la de ojos grises
- No lo sé, parece que gracias al monzon puedo transformarme... - dijo serio el ojiverde
Entonces finalmente subió con ella, aún la harpia en esas condiciones era intimidante, cualquier cosa que hiciera podía ser fatal, ella era fuerte, fácilmente podía lastimarlo; igual que una araña macho se aventura a la red de una hembra. Nerviosos, se acomodaron uno junto al otro, recostados sobre su pecho, su poco contacto no le daba mucho calor a Inoue, pero si consuelo.
Tenían un sentimiento compartido de ansiedad, los dos al sentir su piel, escuchar su respiración, el ritmo de sus corazones, incluso la suave y sutil fragancia se sentían nerviosos, curiosos, llenos de un instinto abrazador, un instinto natural que les pedía acercarse más, que electrizaba cada centímetro de su cuerpo, causando cosquillas en su interior. No podían dormir a causa de todo eso que sentían sin saber porqué, o cómo lidiar con ello. El cansancio fue lo que los venció, mientras el ruido de la lluvia los arrullaba, igual que una suave canción de cuna.
Poco antes del amanecer despertó primero Ulquiorra, ella se venía tan hermosa que no pudo evitar el ojiverde acercarse un poco más a su linda tez, su dulce aroma enloquecia sus sentidos. Le daba miedo al triton lastimar a tan bella criatura con sus afiladas garras, así que uso el dorso de su mano para acariciar esa piel clara.
- ¡Buen día harpia! - dijo ligeramente ruborizado el pelinegro
Inoue abrió sus ojos, sonrió, apenada por su peculiar situación.
- ¡Buenos días joven Ulquiorra!... - dijo amablemente la chica
¿Quien es ese mundo podía juzgar tan puro amor?, ¿quién podía decir que estaba prohibido amar sólo por ser diferentes?, ¿quién les había dicho que sólo hay una forma de amor?
-------------- Capítulo completo --------------

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El amor del Mar y el Cielo
FanfictionEn un lugar cuya ubicación se desconoce, en un mundo lleno de mares, océanos, prácticamente construido en agua, hay unos pocos lugares de tierra, de muchas playas, arrecifes, unas pocas selvas pero muchos manglares, en este sitio postapocaliptico ha...